Que no proviene de los liberales, ni de los ricos, sino del director de un periódico de izquierda:
“Confinadas, infantilizadas,
tan aturdidas como aterrorizadas por los canales de noticias en continuado, las
poblaciones se han convertidas en espectadoras pasivas y devastadas. Por
fuerza, las calles se fueron vaciando. “
“Como niños asustados por el
estruendo de la tormenta, todos esperan conocer el destino que el poder les reserva. Porque los
hospitales, es él; las máscaras, los tests, es él; los traslados que permitirán
durar unos días más, es él; el derecho de salir o no -¿quién? ¿cómo? ¿cuándo?
¿con quién?- siempre es él, una y otra vez.
El poder detenta todos los poderes. Médico y empleador, es también el
juez de aplicación de la pena que decide la duración y la dureza de nuestro
encierro.”
“El vértigo aumenta cuando ese
poder no sabe adónde va. Sus decisiones son coercitivas, incluso cuando se
contradicen.”
“Un día volveremos a ser
adultos. Capaces de entender e imponer otras opciones, incluidas las económicas
y sociales. Por el momento, recibimos
golpes sin poder devolverlos; hablamos en el vacío y lo sabemos. De ahí
este clima pegajoso, esta cólera impotente. En el medio de un cuarto, un barril
de pólvora que espera su fósforo. Después de la infancia, la edad ingrata. “
(Serge Halimi, Le Monde
diplomatique, mayo 2020, p. 24)