Educar a nuestros hijos es un derecho
Brújula cotidiana,
15-07-2021
La pregunta se
puede formular en estos términos: ¿quién tiene derecho a decidir sobre qué tipo
de educación sexual deben recibir sus hijos? Nosotros creemos que este derecho
pertenece, en primer lugar, a los padres. Nemeth Zsolt, presidente de la
Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento de Hungría explicó a la Brújula
Cotidiana el sentido de la ley condenada por Ursula von der Leyen y bulada como
discriminatoria "anti-Lgbtq". Sobre Budapest se está concentrando una
tormenta perfecta en la UE, formada por presiones legales y económicas. Sin
embargo, el gobierno húngaro, además de defender la autonomía de los Estados
miembros, solo está proponiendo de nuevo la libertad de educación.
Decir que Hungría
está “en la mira” de la UE no es una exageración. En estos días, incluso podría
ser un eufemismo. Justo cuando arrecian las declaraciones contra la ley de
educación sexual húngara, que fue inmediatamente rebautizada como “anti-LGBTQ”,
la UE suspendió el Fondo de Recuperación (Recovery Fund) que debía ser
destinado a Budapest. Dos crisis sobre temas diferentes, pero con una
sincronización sospechosa, a las que se suman las sanciones contra la selección
nacional del fútbol húngaro, cuya afición es acusada de comportamiento
antideportivo, racista y homofóbico (otros aficionados se han comportado peor,
pero no han sido noticia). Ursula von der Leyen utilizó la semana pasada duras
palabras contra Budapest, calificando su nueva ley de “vergonzosa”.
Aquí están en
juego valores muy importantes para el futuro de la UE y su respeto por los
principios no negociables. ¿Quién debería legislar sobre cuestiones relativas a
la educación de los menores: ¿el parlamento nacional de un Estado miembro o la
Comisión de la UE? La UE se forja el derecho a intervenir porque cree que la
ley húngara, que “equipara la educación LGBTQ con la pornografía”, prohibida a
los menores, discrimina a un sector de la población y, por tanto, debe ser
condenada sobre la base de los principios fundamentales de igualdad. Pero los
húngaros se preguntan: ¿quién, en este momento, debería educar a sus hijos, los
padres o la escuela pública? Son batallas universales, de hecho, que hoy se
libran sobre el caso húngaro, pero que nos conciernen a todos muy de cerca.
Sobre la tormenta
perfecta que se está desatando contra Hungría en la UE, casi siempre escuchamos
solo una campana, la alineada con Bruselas. En cambio, la Brújula Cotidiana
entrevistó al diputado húngaro Nemeth Zsolt, del partido mayoritario Fidesz,
presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento húngaro y jefe
de la delegación húngara en el Consejo de Europa.
Diputado Zsolt, la
primera acusación hecha por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión
Europea, contra Hungría es promover la discriminación contra las personas
LGBTQ...
Esta ley no se
aplica a los adultos. Lo que ellos hacen es un tema privado y es una cuestión
de libertad personal. La ley húngara protege su derecho a la libertad. La ley
en cuestión solo se refiere a los menores. La pregunta se puede formular en
estos términos: ¿quién tiene derecho a decidir sobre qué tipo de educación
sexual deben recibir sus hijos? Nosotros creemos que este derecho pertenece, en
primer lugar, a los padres. Deben ser conscientes de las influencias a las que
están expuestos sus hijos y deben estar en condiciones de decidir si quieren o
no exponerlos a estas influencias. Este principio está en consonancia con la
Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que establece
explícitamente que los padres tienen derecho a educar a sus hijos “de acuerdo
con sus convicciones religiosas, filosóficas y pedagógicas”. La cosmovisión
progresista y liberal, por otro lado, establece que las ONG deben poder llevar
a cabo su propaganda LGBTQ en todos los niveles de educación, incluso en el
jardín de infantes y las escuelas primarias. No tenemos ningún problema con
eso. Se trata de sus hijos, es su responsabilidad. Pero no permitiremos que
estos activistas del arco iris vengan, como dicen, a “sensibilizar” a nuestros
niños.
Ursula von der
Leyen dijo que cree "firmemente en una Unión Europea en la que seas libre
de amar a quien quieras y que abrace la diversidad". La Constitución
húngara protege el matrimonio y la familia natural. ¿Están estos principios en
conflicto con los de la UE?
La Constitución
húngara es probablemente una de las más controladas del mundo. La prestigiosa
Comisión de Venecia del Consejo de Europa publicó su dictamen sobre las últimas
enmiendas a la Constitución hace apenas dos semanas y no encontró
discriminación en las disposiciones relativas a la educación de los menores.
Donde ha habido un examen legal, lo hemos pasado fácilmente. No hay nada más
que un ataque puramente político.
Pero von der Leyen
también declaró que tiene la intención de “utilizar todos los poderes de la
Comisión para garantizar que los derechos de todos los ciudadanos de la UE
estén garantizados, sean quienes sean y dondequiera que vivan”. ¿Qué tipo de
reacción espera Hungría de Bruselas?
Al decir esto, se
refiere, por lo que entiendo, a un procedimiento de infracción, es decir, el
único medio legal de que dispone la Comisión. La Comisión nos informará de sus
objeciones, con las que probablemente no estemos de acuerdo, por lo que las
remitirá al Tribunal de Justicia de Luxemburgo. Sea cual sea su juicio, lo
aplicaremos, como siempre lo hemos hecho. Pero no me preocupa este punto: la
educación es competencia exclusiva de los Estados miembros.
También se debate
la suspensión del Plan de Recuperación de Hungría. Oficialmente, la ley de
educación no importa. Pero ¿cree que los dos temas están relacionados?
El debate está en
curso y tenemos que esperar el resultado. Pero últimamente estamos viendo una
actitud más confrontativa por parte de la Comisión.
Hungría no es el
único país impugnado por la Comisión Europea, también está Polonia...
Polonia es el
actor principal en Europa central, con el 60% de la población, así como del
PIB, de nuestro grupo de los cuatro países de Visegrad. Por lo tanto, no es de
extrañar que haya terminado en la mira.
Pero ¿cómo es
posible defender el principio de subsidiariedad en la UE, y por tanto la
autonomía de los Estados miembros, dado el actual equilibrio de fuerzas?
Se está llevando a
cabo un debate muy importante sobre el futuro de la Unión Europea, en el que el
Primer Ministro Orbán esbozó un programa muy claro de siete puntos (también
puedes leerlo en italiano en este enlace). El principal problema es que muchas
de las instituciones de la UE, especialmente el Parlamento Europeo, no
representan los intereses europeos o nacionales, sino solo ellas mismas y sus
intereses institucionales. En consecuencia, ven la creación de un verdadero imperio
europeo como un bien en sí mismo. Pero la modificación de los tratados requiere
unanimidad y nosotros también tenemos voz y voto.