Más datos que confirman que no siempre los famosos que se incorporan a la política, son mejores que los salidos de los partidos.
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SER O NO SER MANES
Nuevos indicios de
un rancio negociado consumado por el precandidato radical de Juntos por el
Cambio
POR JORGE ELBAUM
El Cohete a la
Luna, JUL 4, 2021
La interna de
Juntos por el Cambio en la Provincia de Buenos Aires exhibe tres precandidatos.
Del lado del larretismo, aparece Diego Santilli. La fracción macrista proyecta
al primo Jorge y los radicales, a Facundo Manes. La contienda exacerba los
ánimos y empieza a diseminar el opaco pedigrí de los postulantes, sus añejas
faltas disimuladas y/o sus literales fechorías. Manes es uno de los que aparece
en la mira de sus propios correligionarios, después de haber participado en la
interna en la que Maximiliano Abad se impuso por escasos votos a la lista
liderada por Gustavo Posse, en marzo del presente año.
El médico
neurólogo nacido en Salto participó, junto con su hermano Gastón, de la interna
radical. Gastón fue elegido la semana pasada como el primer convencional
provincial. En su ciudad de nacimiento, a Facundo lo conocen como Goropo y a su
hermano menor, Gastón, como Chinchu. Según varios representantes electos a la
Convención radical provincial, consultados por El Cohete a la Luna, Facundo
Manes busca imponer como candidata en los primeros lugares de la futura lista de las PASO a la ex senadora
María Eugenia Estenssoro, otrora seguidora de Lilita Carió. Pero invierte
gran parte de su tiempo en disimular o desmentir las acusaciones relativas a un
antiguo escándalo –del que fue protagonista– y del que no dejan de aflorar
ignorados datos y sombrías filtraciones.
El sector amarillo
del radicalismo, conformado por Alfredo Cornejo, Gerardo Morales, Ernesto
Ricardo Sanz y Daniel Salvador apuesta a
instalar un nuevo referente partidario luego del fracaso estrepitoso de
Fernando de la Rúa. Para lograr ese cometido, se esmeran en disimular e
invisibilizar un hecho sucedido en 2006, bastante divulgado, en el que Facundo
Manes contribuyó a recluir a la pintora Natalia Cohan de Kohen en una clínica
psiquiátrica a pedido de sus hijas. A pesar de que el hecho tuvo mucha
repercusión en los años posteriores del encierro de la protagonista –y que
incluso fue motivo de un excelente documental de Guillermina Pico– los hermanos
Goropo y Chinchu continúan empecinados en impedir que se conozcan los detalles
de ese negociado.
El esposo de
Natalia fundó el laboratorio Argentia y lo vendió en el año 1993 en 190
millones de dólares. Cuando falleció, se dividió la fortuna familiar entre la
viuda y sus dos hijas, Nora y Claudia. En el año 2005, Natalia informó a su hija mayor, Nora,
su decisión de hacer un importante aporte a un futuro centro cultural
organizado por el arquitecto Clorindo Testa y el artista plástico Edgardo
Giménez. “Estás loca”, le dijeron sus hijas a coro, cuando se disponía a
consumar dicho aporte. Su primera sorpresa fue cuando descubrió que toda su
fortuna heredada había sido derivada a una cuenta controlada por su hija mayor.
Advertida por su
abogada de que sus hijas estaban decididas a restringir sus recursos y se
disponían a declararla insana, se le sugirió realizarse análisis preventivos
que pudieran funcionar como evidencias de su sanidad psiquiátrica. El conocido
psiquiatra Wilbur Grimson y la presidenta de la Asociación Argentina de
Psicodiagnóstico Alicia Passalacqua coincidieron en que no existían rastros de
demencia ni alteraciones psíquicas de ningún tipo. En el medio de esa
disputa, las hermanas contactaron al neurocientífico Facundo Manes quien –a pedido–
expidió un diagnóstico apócrifo, el 7 de
junio de 2005. Dicho certificado médico sirvió para que seis días después, el
13 de junio, la menor de las hermanas, Claudia, ingresara intempestivamente al
domicilio de su madre, junto a su marido, seis enfermeros y una silla de
ruedas, con el objeto de internar a su madre en un neuropsiquiátrico. El
destino de Natalia fue, además el recomendado por Manes a las dos hijas: el
Instituto de Neurociencia de Buenos Aires (INEBA), lugar donde empezaron de
inmediato a medicarla de forma forzada, de acuerdo al diagnóstico
(apócrifo) elaborado por el prestigioso
neurocientífico. Después de una semana
internada, relató Natalia, se le trababa la lengua y no podía hablar bien.
Chinchu y Goropo
Manes. No tanta risa
Por una rara
casualidad cronológica, que los correligionarios de la lista de Gustavo Posse
atribuyen a una mera coincidencia, Manes fundó su propia clínica junto a
Chinchu, bautizada como Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), a los pocos
meses del auxilio hipocrático brindado a
la hijas. Los hermanos de Salto siempre trabajaron en equipo articulando el
cerebro con la justicia. De hecho Gastón fue el abogado de Facundo cuando fue
acusado de mala praxis.
Según familiares
de Natalia esa merced realizada por Goropo tuvo como estímulo una
contraprestación dineraria. Un importante dirigente del radicalismo provincial
sugirió –ante la consulta del Cohete– que la retribución habría alcanzado
varias decenas de miles de dólares.
El certificado
otorgado por el neurocientífico sirvió además para promover su proceso de
insania. Pero no contaron con la lucidez de Natalia: se llevó un celular
escondido y, luego de conseguir una tarjeta telefónica prepaga, logró
comunicarse con el artista Edgardo Giménez a quien le pidió auxilio. Una semana
después escribió un carta dándole detalles a Giménez, quien logró sensibilizar
al periodista Horacio Cecchi, quien el 8 de julio escribió una exquisita nota que logró
escandalizar tanto a INEBA como a las propias hijas. Luego de 27 días de
internación y como producto del alboroto mediático, las autoridades de la
clínica ubicada en Guardia Vieja al 4400 le solicitaron a las hijas que
retiraran a su madre del psiquiátrico.
En una entrevista
posterior, el 13 de julio, Natalia atestiguaba: “Facundo Manes me endilgó una
enfermedad que se llama enfermedad de Pick. Pero yo estaba sana. Me hizo
internar en un neuropsiquiátrico y en sus declaraciones dijo que me hizo los
estudios en FLENI, donde trabajaba antes, pero ahí ni siquiera tienen mi historia.
Sólo usó los papeles de esa institución. Pero además, a una colega de él, la
doctora Griselda Russo, le dijo que también me hiciera un diagnóstico y ella lo
hizo, con unos términos muy científicos, sin haberme visto nunca. Yo no la
conozco”. La abogada de Natalia, Ana Rosenfeld consideró que “el proceso fue
viciado desde el momento de la internación (…) Para hacerla por la fuerza,
debería haber habido una orden judicial o bien ella tendría que haber estado
sufriendo un brote psicótico”.
Tal como consta en
el expediente judicial 66741/05, el diagnóstico inicial –utilizado para recluir
a Natalia– fue escrito de puño y letra por Manes con papelería del FLENI. Dicho
informe no coincidía con los efectuados por Grimson y Passalacqua. El hoy
precandidato le adjudicaba a Natalia un profundo deterioro conductual y una
demencia frontotemporal atribuible a una enfermedad conocida como síndrome de
Pick.
Ante esa
contradicción se instituyó una causa
judicial que fue instruida por la magistrada Gladys Adriana Carminatti,
a cargo del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N.º 77. Las
defensas solicitaron medidas de prueba al FLENI y la inclusión de la historia
clínica de la paciente. La institución médica respondió, mediante carta
documento, que no existía “constancia de que Facundo Manes haya evaluado en
dichas secciones de la institución médica a Natalia”. Mientras que Goropo
sostenía que Kohen fue “evaluada en la sección Neurología Cognitiva,
Neuropsicología y Neuropsiquiatría de FLENI por un deterioro conductual
asociado a atrofia frontal”, la clínica le respondía al actual precandidato
con un despido bajo la acusación de emitir certificados médicos adulterados
para la promoción del proceso de insania, seguido de una internación
psiquiátrica forzosa y la ingesta de medicación contra la voluntad del
paciente.
En la
desesperación Manes le solicito/ordenó a una de sus subalternas, la neuróloga
Griselda Russo, la confección de otro diagnóstico apócrifo. Dicha constancia médica
firmada por la colega de Manes decía: “Si bien la paciente tiene diagnóstico
previo de enfermedad bipolar, gran parte de la sintomatología actual
constituyen síntomas nuevos, en el contexto de TAC de cerebro con atrofia
frontal focal, compatible con demencia frontotemporal (variante frontal)”.
Cuando se iniciaron las pesquisas jurídicas, la neuróloga Russo se presentó
ante el escribano José Scarso y firmó una declaración en la que reconoció no
haber evaluado ni conocido a la paciente en cuestión, pero sí emitido
certificados por pedido del Dr. Manes. Griselda, hoy integrante de la
organización Neuropsiquiatras, reconoce que el haber confiado en un estafador
como Facundo Manes fue uno de los peores traspiés de su vida.
En julio de 2006
Natalia fue homenajeada por artistas plásticos, escritores y actores en el
Teatro Maipo. Entre los presentes, como forma de reparar la falta cometida por
uno de sus ex médicos empleados, se hizo presente el neurólogo Ramón Leiguarda,
entonces director de FLENI. La jueza Carminatti falló a favor de Natalia en
2007 y la Cámara hizo lo propio el 16 de octubre de ese mismo año en relación
al proceso de insania promovida por las hijas. El dictamen forense descartó la
existencia del síndrome de Pick diagnosticado por Manes. De acuerdo a la
Cámara, Manes actuó de manera fraudulenta en complicidad con las hijas de la
anciana, quienes pretendían gozar de la fortuna familiar antes de que su madre
falleciera.
Natalia fue vista
hace dos años por Edgardo Giménez en un shopping capitalino bajo la atenta
vigilancia de una de sus hijas. Después de ese contacto la mecenas dejó de
frecuentar a sus amigxs ligados al mundo del arte. Nada más se supo de ella. Si
aún vive, debe tener 102 años.
Cuatro años antes
de este episodio judicial, en plena crisis de 2001, los hermanos Manes fundaron
una organización política denominada Grupo 1810. Desde esa plataforma
enviaron una carta pública al presidente
George Bush solicitando que no apoye los créditos solicitados por Argentina
salvo que se procesa previamente al necesario ajuste fiscal. Luego Facundo
recaló por un tiempo en el GEN de Margarita Stolbizer. Pero su derrotero no se
estancó en ese colectivo. Pocos años después aterrizó en la alianza Cambiemos,
donde fungió de asesor de la exgobernadora María Eugenia Vidal.
Ese vínculo con el
Hada Buena –hoy devenida en candidata metropolitana– no le impidió deslizar apreciaciones cargadas
de una profunda sensibilidad, compatibles con una indudable perspectiva de género. En su libro de 2014,
titulado Usar el cerebro, consignó: “Las diferencias sexuales anatómicas en el
cerebro probablemente surgieron como resultado de presiones selectivas durante
la evolución. En tiempos remotos, los hombres cazaban y las mujeres juntaban
los alimentos cerca de la casa y cuidaban a los niños. Las áreas del cerebro
pueden haber sido moduladas para permitir a cada sexo llevar a cabo su
trabajo”. Una colega de Manes que fue parte de INECO ironizó sobre esa
afirmación: “debe ser la misma razón por la que intentó desapoderar a Natalia.
De todas formas, Juntos por el Cambio parece haber encontrado su candidato”.