Absurda muerte en La Rioja
La Nación, 17 de febrero de 2018
Con asombro y estupor, la sociedad supo de los
inconcebibles tormentos a los que fueron sometidos los aspirantes a cadetes de
la policía de La Rioja en su primer día de instrucción, y que provocaron la
muerte de uno de ellos y serias consecuencias físicas a otros 12 que debieron
ser internados.
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En la instrucción de las tropas de las Fuerzas
Armadas, una de las finalidades de los movimientos vivos, también conocidos como
"bailes", es lograr que los futuros soldados obedezcan las órdenes en
el acto y sin dudarlo pues, en caso de combate, la celeridad y el automatismo
pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte. Según la forma en que se
aplique, la intensidad de los movimientos vivos puede llegar a la extenuación
de la tropa, pero los reglamentos militares impiden aplicarlos como castigo y,
mucho menos, como tormento, que es lo que ocurrió en La Rioja.
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Cabe destacar que, en cuanto el hecho tomó estado
público, el gobernador de La Rioja dispuso con toda lógica el desplazamiento
del jefe de Policía y del secretario de Seguridad. También decidió el traspaso
de la Escuela del Ministerio de Gobierno al de Educación. Esta última medida es
cuestionable: todos necesitamos educación, y en especial los responsables de lo
ocurrido, pero creer que los aspirantes a formar parte de un cuerpo policial
deban ser formados para sus fines por funcionarios del Ministerio de Educación
trasluce desorientación y un salto al vacío.
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