Quiénes Somos
El Movimiento de Solidaridad Iberoamericana (MSIa) es
una asociación no-partidista, fundado en 1992 en Tlaxcala, México y Anápolis,
Brasil, con la propuesta de contribuir a la reestructuración de la actividad
política, entendida ésta como la forma más elevada del ejercicio del Bien
Común.
Por tanto, nos comprometemos con la defensa del Estado nacional
soberano, de aquel que, fundado en
valores humanistas esenciales, lo capacitan para ser el guardián del bienestar
moral y material de la sociedad. Valores, estos, de importancia transcendente
que se encuentran, hoy, amenazados por varios lados. En el ámbito nacional, por
camarillas corruptas que se apoderan de los gobiernos, y, en el internacional,
por la ambición de grupos oligárquicos transnacionales empeñados en preservar
su hegemonía global mediante la imposición arbitraria, aunque algunas veces
sutil, de mecanismos de un auténtico “gobierno mundial”, ambición desmedida de
la cual se alimenta la crisis global de Civilización que ha asolado a la
humanidad durante las últimas décadas.
Una parte fundamental de este proyecto oligárquico ha
sido una acometida para forzar un “cambio de paradigma cultural”, contra la
matriz cultural cristiana de la Civilización Occidental, puesta en marcha desde la década de los1960s por estos intereses
hegemónicos internacionales. La ideología del género, la inducción de
divisiones étnicas o raciales en las sociedades y la idolatría de la
naturaleza, contrapuesta a la promoción de pleno desarrollo de la humanidad,
han ocasionado una degradación de las familias y de los derechos inalienables
de la persona humana, distorsionados por un positivismo jurídico radical, en el
cual la conceptualización de los legítimos derechos humanos es alterada a cada
instante, pasando a depender del “espíritu” de cada época.
En el campo económico, defendemos la reforma del
actual sistema financiero internacional, convertido en un fin en sí mismo y
casi totalmente desvinculado de su función primaria de apoyar las actividades
productivas de la economía real. En su lugar, se necesita instalar un sistema
justo y equitativo, compatible con la dignidad del ser humano y que pueda,
efectivamente, proporcionar las herramientas para la reconstrucción de la
economía mundial sobre tales bases, dejando de lado un sistema de idolatría del
dinero, para usar las palabras del papa Francisco.
No por coincidencia, los drásticos cambios efectuados
en la orientación de la economía mundial, después de tres décadas de la
reconstrucción de pos-guerra, ocurrieron de manera simultánea con el
surgimiento del “cambio de paradigma cultural”.
El parteaguas del proceso fue la ruptura de los
acuerdos monetarios de Bretton Woods, en agosto de 1971, que abrió la vía para
un salvaje proceso de especulación y usura financiera, comparable a periodos
semejantes de enajenación donde varios imperios y sociedades del pasado
encontraron su ruina. Uno de los resultados del proceso fue la popularización
de conceptos falaces como el de la “sociedad post-industrial”, para justificar
la transformación de una sociedad productiva en una “sociedad de consumo”
parasitaria, crecientemente olvidada de los fundamentos económicos de la vida
civilizada y cada vez más enviciada en actividades financieras especulativas,
ajenas a los principios del bien común y del bienestar general de la población
humana.
Vale la pena registrar que estos drásticos cambios no
habrían sido posibles sin una igualmente determinante intervención en los
sistemas educativos. Así, la adopción generalizada de reformas educativas que a
la vez que, incentivaron las actividades
de la “profesionalización”, privilegiando la parcialidad, retiraron de
los currículos escolares lo que les quedaba de contenido clásico; de manera que
dejaron en el vacio la formación de ciudadanos conscientes y preparados para
asumir plenamente su papel moral en la sociedad.
De la “generación rebelde” de los año60, transformada
por la “contracultura” en una masa de conformistas y existencialistas,
preocupados por el “aquí y el ahora”, se pasó, ahora, a una “generación sin
futuro”, una multitud de individuos arrastrados río abajo por el retroceso
civilizatorio en curso. Mediante métodos de “ingeniería social” empleados por
los poderes hegemónicos internacionales, esta masa de desesperanzados está
siendo inducida a formar “multitudes” jacobinas insurgentes contra los Estados
nacionales soberanos.
Por esto, el camino para el establecimiento de un
sistema económico mundial justo y de nuevos sistemas políticos, que cada nación
deberá elegir como el apropiado, es provocar una revolución de las conciencias
o, dicho de otra forma, generar nuevas convicciones, fuera de la contaminación
que permea los valores pregonados por el paradigma cultural vigente.
En Iberoamérica, a pesar de mejoras significativas en
las condiciones de vida de sus poblaciones, ocurridas en la última década, las
mejores perspectivas para que la región pueda enfrentar los desafíos y
transformaciones impuestas por los cambios globales en curso son ofrecidos por
la profundización del proceso de integración física y económica ya iniciado en
América del Sur. Siempre reconociendo el pasado común que nos identifica como
integrantes de un continente culturalmente homogéneo y, por esto, con una
vocación integracionista.
En especial, es fundamental que la región, en
particular, América del Sur, intensifique la construcción de una red
continental de infraestructura vial, energética y de comunicaciones, además de
la cooperación en investigación y desarrollo y en la capacitación de recursos
humanos, elementos imprescindibles para la promoción del desarrollo
socioeconómico y para que la región pueda actuar como protagonista de peso en
el nuevo escenario global, contribuyendo para forjar y construir un mundo más
justo. Esta es la bandera que el MSIa ha empuñado desde su fundación.
En octubre de 2012, el MSIA patrocinó la creación del
Foro de Guadalajara, cuyo lema sintetiza sus objetivos: por la Unión de los
Estados Nacionales, la Justicia Social y el Bien Común.
En Brasil, el MSIa publica desde 1993 el periódico
quincenal Solidariedade Ibero-americana y, por intermedio de Capax Dei Editora
(www.capaxdei.com.br),
ha publicado una serie de libros acerca de los temas antes mencionados. En
México, desde 2003, publicamos el periódico mensual Página Iberoamericana