no se cambia la historia
El
Ejército Argentino borró un mensaje de redes sociales que recordaba a militares
muertos en 1975
Por José D'Angelo
Infobae, 8 de Septiembre de
2020
El 5 de Septiembre de 1975
en Tucumán, en el marco del “Operativo Independencia”, una fracción del
Ejército Argentino a órdenes del Subteniente Rodolfo Berdina regresaba a su
base, cuando a la altura del paraje Potrero Negro, al sur de la capital provincial,
fue emboscada por una fracción de guerrilleros del “ERP”, el “Ejército
Revolucionario del Pueblo”. Para intentar romper la acción enemiga, el joven
oficial, seguido del soldado conscripto Ismael Maldonado sobrepasaron el
bloqueo y lograron repeler el ataque, pero fueron alcanzados por el fuego
enemigo que provocó la muerte en el lugar del joven soldado y la de Berdina en
el Hospital Militar de Tucumán, adonde fue trasladado.
En 2019, este combate fue
recordado por el Ministerio de Defensa y el Ejército Argentino, con la
presencia en Tucumán del Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza, por aquel
entonces el Teniente General Claudio Pasqualini y una funcionaria de alto rango
del Ministerio.
Este año el Ejército también
homenajeo a Berdina y a Maldonado con un tuit en la cuenta oficial de su red
social que decía: “Un día como hoy, pero de 1975, el Subteniente Rodolfo
Berdina y el Soldado Ismael Maldonado ofrendaron su vida en cumplimiento del
deber militar en el “Combate de Potrero Negro”, provincia de Tucumán.
#HonrarElValor #AliviarElDolor #CumplirConLaPatria #SomosElEjército”. Pero 48
horas más tarde, ese tuit fue eliminado de la cuenta oficial del Ejército y
como explicación se posteo:”El Ejército Argentino ha decidido retirar un tweet
que ha ofendido a ciudadanos argentinos. La única intención del mismo fue
recordar a dos soldados muertos”.
Las autoridades deberían
enterarse que, ahora, hay otros ciudadanos argentinos que han sido ofendidos
con este incalificable retroceso del Ejército en la recordación de sus Caídos
en Combate.
Dos de estos ciudadanos son
otra Hebe y otros Maldonado que, parece ser, forman parte de otra Argentina: no
tienen subsidios, ni prensa, ni indemnizaciones y ahora hasta se les niega la
posibilidad de que sus seres queridos sean recordados y homenajeados. Se trata
de Hebe de Berdina, madre del Subteniente y la familia del Soldado Ismael
Maldonado, caídos ambos en cumplimiento del deber, en combate contra una
organización terrorista durante un gobierno constitucional.
¿Qué explicación hay para la
eliminación de este tuit si no son “presiones”?
La historia o “la memoria”
La historia no se puede
moldear como la plastilina. “Construir” el pasado es como photoshopear la
historia hasta que nos devuelva una imagen que nos conviene en el presente.
Pero lo que pasó, pasó y es lo que es: la realidad. Las versiones son
subjetivas pero los hechos son objetivos. Negarlos o manipularlos para hacer
pasar por verdad una falsedad es nocivo para cualquier sociedad, más aun si se
hace desde el Estado. Y eso es lo que pasa en la Argentina.
Así describe este proceso el
Licenciado en Ciencias Sociales, Doctor en Filosofía y Master en Ciencias
Políticas; el ex montonero Héctor Leis, ya fallecido, quien, en su libro
póstumo, Un testamento de los años 70, decía: “la democracia no se diferenciaba
mucho de la dictadura en la cabeza de los jóvenes revolucionarios de los 70,
pues ambas eran igualmente ‘burguesas’. Fue después de la derrota política y
militar de sus fuerzas, en los 80, lejos de sus antiguas preocupaciones
revolucionarias, que la temática de derechos humanos sería su vía de acceso al
poder. Un conveniente revisionismo histórico dará voz al dolor de las víctimas
desde una supuesta verdad histórica que acarrearía nefastas consecuencias. Los
gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner manipularon tan brutal como
exitosamente la frágil memoria de los años 70, suprimiendo aquel lado ‘oscuro’
del pasado revolucionario y planteando que los guerrilleros siempre defendieron
la democracia y lucharon contra las dictaduras militares, negando el terrorismo
encarnado por parte de la sociedad civil, circunscribiéndolo solo al del
Estado.”, concluye Leis.
La guerrilla de ideología
marxista, socialista, castro guevarista, maoísta, trotskista, etc., o como se
la identifique, hizo su aparición en la Argentina a fines de los años ’60 y
principios de los ’70 para involucrarse en la “guerra revolucionaria” que se
libraba en varios escenarios del mundo, pero en “versión criolla”.
Y en la Argentina se
movieron cómodas inicialmente en aquellos años plagados de intervenciones o
golpes militares porque obtenían de ello una de sus banderas: “ejercemos la
violencia para que regrese la democracia y gobierne el pueblo”.
Pero en 1973 cometerían un
histórico y decisivo error: enfrentar con el terror y la violencia política a
un gobierno elegido por el voto de los ciudadanos; para colmo con consenso
mayoritario como el peronista y para peor con el mismísimo General Perón en la
presidencia. Esto los deslegitimaría ante la historia.
Luego de la breve “primavera
camporista” la fórmula Juan Perón e Isabel Martínez obtuvo, en septiembre de
1973, el guarismo récord del 62% de los votos. Tras 18 años de proscripción,
Perón volvía, como ningún otro argentino hasta hoy, a ser electo para su
tercera presidencia.
Al ERP poco le importó y
ciegos en su ideología que les daba certezas científicas del triunfo final de
la “revolución”, enfrentó al Presidente y al pueblo que lo había elegido.
Entre múltiples acciones
armadas, en enero de 1974 atacarían un cuartel militar en Azul, provincia de
Buenos Aires, con la finalidad de robar armamento para combatir al gobierno
peronista y Perón recogería el guante. La frase con que calificaría a los
erpianos días después está entre las definiciones más certeras que sobre las
guerrillas de los ’70 se han dado.
Refiriéndose a los
terroristas del ERP, el viejo General, por cadena nacional y vestido de
uniforme dijo: “Teniendo en nuestras manos las grandes banderas o causas que
hasta el 25 de mayo de 1973 pudieron esgrimir, la decisión soberana de las
grandes mayorías nacionales de protagonizar una revolución en paz y el repudio
unánime de la ciudadanía, harán que el reducido número de sicópatas que va
quedando, sea exterminado uno a uno para bien de la República”.
Una lápida histórica que
nadie desearía tener sobre sí.
El ERP nunca lo entendería y
ciento ochenta días después moría Perón en Olivos y su viuda asumía la
titularidad del Poder Ejecutivo. El desafío del ERP a la sociedad argentina
recién empezaba.
Este grupo guerrillero actuó
en el país durante nueve años, desde su fundación en 1970 hasta su derrota
militar y política, que se terminó de verificar en el año 1979 y estuvo
conducido por Santucho hasta su muerte en combate en 1976.
Si bien nació durante el
gobierno de facto del General Marcelo Levingston, alcanzó su punto más alto en
militantes y hechos de violencia durante los gobiernos constitucionales
peronistas desde 1973 y hasta marzo de 1976.
Apenas reinstalada la
democracia en mayo de 1973, la organización explicaba por qué no iba a
abandonar la “lucha armada” que habían llevado adelante contra el gobierno
militar: “Debemos continuar en esa senda luchando con energía e inteligencia,
tal como se luchó contra la Dictadura dirigiendo ahora nuestros ataques a las
empresas imperialistas y al ejército opresor, ataques a desarrollarse en
acciones guerrilleras e ir así golpeando y desgastando al enemigo hasta lograr
las condiciones necesarias para asaltar el poder y establecer el socialismo, el
gobierno revolucionario obrero y popular”. (i)
Democracia y derechos
humanos no estaban, entonces, entre sus ideas fuerza. Estaban decididos a matar
y morir en la “guerra revolucionaria, obrera y socialista” para tomar el poder
en la Argentina. Y una de sus maniobras estratégicas fue inaugurar el “foco
rural” en Tucumán, emulando a los guerrilleros de Fidel en la Sierra Maestra en
Cuba.
En sus propias publicaciones
el ERP no dejaba lugar a dudas sobre su ideología, estrategias y objetivos: la
revista “Estrella Roja” N°64 del año en que matan a Berdina y Maldonado, nos
anuncia que: “La guerra civil revolucionaria se ha generalizado en la
Argentina. Todo el país está en guerra y se trata de una guerra total y en
todos los dominios. (…) Es vital para el triunfo de la Revolución, la
aceleración en la construcción y desarrollo del Ejército del Pueblo para contar
con una fuerza militar revolucionaria capacitada para derrotar totalmente a las
unidades del Ejército Contrarrevolucionario argentino”. (ii)
Esta ofensiva sediciosa de
una organización ilegal contra un gobierno constitucional motivó al poder
político a fines de 1974 a dictar la normativa correspondiente, cuatro Decretos
presidenciales, para que las Fuerzas Armadas realizaran las operaciones
militares necesarias para «neutralizar y/o aniquilar el accionar de los
elementos subversivos».
Y, desde el 5 de Enero de
1975, las Fuerzas Armadas se desplegaron en la Provincia de Tucumán para
cumplir el mandato de las autoridades civiles, en lo que se conoce como
“Operativo Independencia”. Así se neutralizó, en la provincia, el accionar de
las fuerzas guerrilleras sediciosas que fueron derrotadas con la inestimable
ayuda del pueblo tucumano.
En este contexto se libró el
“Combate de Potrero Negro” que intrascendentes funcionarios han eliminado de la
“memoria” oficial. Pero no de la historia de los argentinos.
José D’Angelo es
investigador y periodista
i)
http://www.ruinasdigitales.com/revistas/EstrellaRoja%2021.pdf Pág. 4
ii)
http://www.ruinasdigitales.com/revistas/EstrellaRoja%2064.pdf Pág. 2