como herramienta social en la guerra cognitiva
Luis de Miguel Ortega
Adelante España,
Noviembre 7, 2023
Mientras que en
una democracia sana, es normal luchar por el pluralismo, y es imprescindible un
debate más o menos áspero, en las sociedades fracasadas o en camino de ello, el
debate se convierte en linchamiento.
Todos tenemos el
derecho y el deber de discutir, discrepar y denunciar pero dentro de unos
límites. Hay muchas cosas que critico y que no me gustan y hay muchas cosas que
denuncio pero con la única intención de dar a conocer una realidad pero nunca
para conseguir la destrucción del contrario, porque destruir al contrario,
nunca puede ser el resultado de un debate.
El linchamiento,
que puede ser unilateral o bilateral, el cretino no discute para hacerse
entender sino para impedir que otro piense distinto en público mediante el
miedo, la coerción, la amenaza o la agresión.
En la parte más
caliente de esta pobreza espiritual, está el linchamiento público. En los últimos
años hemos visto como esta estrategia se instaló en la sociedad y se ha
normalizado.
Dentro de esa
normalización podemos poner unos ejemplos de linchamiento.
Los escraches de
la izquierda contra la oposición
El linchamiento
público de quienes no llevaban mascarillas en la pandemia
La denegación de
prestaciones escolares o sanitarias a quienes no estaban vacunados o no usaban
mascarilla
La detención en
público de quienes no usaban mascarilla o no obedecían los toques de queda a
los que se asimilaba a «asesinos».
El linchamiento
público de los médicos que discrepaban en la pandemia al grito de
«negacionistas» y «antivacunas».
En la guerra de
Ucrania, no podemos olvidar las fotos de los disidentes semidesnudos amarrados
a las farolas y azotados.
En el conflicto de
Hamas e Israel, tampoco podemos olvidar las imágenes de acoso al disidente de
Hamas y al disidente de Israel.
No es fácil
olvidar el linchamiento de nacionalistas contra sus contrarios
Y tampoco es fácil
olvidar el linchamiento contra quienes recetan o utilizan la homeopatía o las
terapias naturales, el linchamiento contra los que no se vacunan o quienes no
usan la sanidad pública ni para dar a luz.
Caso especial es
el linchamiento a los «bebelejías»…
Por último,
tampoco es fácil ignorar el linchamiento contra las creencias o los colectivos
religiosos o sociales, y así se han montado estúpidas campañas contra las
«sectas» y contra cualquier confesión religiosa ya sea católica, evangélica, el
islam o el judaísmo.
Se trata de
controlar por miedo la conducta social y hacer que a la gente no se le ocurra
ni por un instante posicionarse contra lo políticamente correcto. La vida
social se ve controlada por el miedo al linchamiento tanto en los grandes
medios como en esos pequeños grupos de imbéciles de telegram.
Es una estrategia
tan antigua como soez. Utilizada por todos los bandos en las contiendas, el
linchamiento se ha vuelto completamente natural y «aceptable» en la vida
política, y lo que es peor, muy utilizable y común en la educación de los
menores en las escuelas.
La normalización
del linchamiento ha creado a grandes personajes dentro de la política española,
pero como personaje destacado debemos mencionar al exministro de funesto
apellido el Sr. Gabilondo ahora a la sazón «Defensor del Pueblo».
El hermano del
inventor de los terroristas con doble ropa interior, que dio cobertura al mayor
auto atentado de la historia de España, ahora se saca de la manga una encuesta
disfrazada de informe que dice que en España hay 200.000 víctimas de abusos
sexuales por parte de miembros de la Iglesia Católica.
Según esa encuesta
disfrazada de informe se hace una extrapolación grosera e insultante de cifras
que llevan al impresentable de Gabilondo a sacar esa conclusión más cerca del
linchamiento político que de la ciencia social. No se puede ignorar que según
ese estudio, los 200.000 casos son poco más que el número total de abusos ya
que casi el 50% de los abusados, lo fueron en otros contextos. El panfleto no
solo se inventa una estadística sino que deja una segunda víctima señalada con
el dedo: los abusos sexuales se producen en la iglesia y… en la familia. El
estado Socialista (de derechas y de izquierdas) te protegerá de esos dos
monstruos imaginarios.
El estudio que no
pasa de ser un panfleto político con intencionalidad política viene a dar la
matraca por enésima vez contra la Iglesia Católica.
Vaya por delante
que desgraciadamente no soy católico, ni protestante, ni musulmán, ni judío,
pero eso no impide que vea la monstruosidad de sus intenciones de manipulación
social.
Estoy harto de que
de la discusión calmada se pase al linchamiento y que de la diferencia se haga
guerra. Harto de llamar a los Palestinos y árabes «terroristas»; a los curas
católicos «pedófilos»; a los Judíos «asesinos».
Lo más triste de
todo es ver como esta argumentación pseudopolítica se extiende como una mancha
de aceite en la sociedad e hipnotiza a la gente, incapaz de renunciar a la
masa, e incapaz de ver que detrás de cada noticia hay seres humanos de carne y
hueso.
A Gabilondo no le
interesan las víctimas ni hará nada por ellas nada más que darlas visibilidad y
aprovecharlas como herramienta política desechable. Detrás de Gabilondo no hay
una estrategia de reparación de las víctimas ni mucho menos un plan para
descubrir la verdad (hacer una encuesta, no es una forma de descubrir la
verdad). No le interesa nada más que acabar con una opción ideológica (la
creencia católica) porque es uno de los grandes obstáculos del socialismo de
derechas y de izquierda. Una persona con creencias morales, es un enemigo para
el Sr. Gabilondo y su clan, habituado a prescindir de la moral en sus negocios.
Y así la sociedad
pasa de drama en drama linchándose unos a otros, arengados por personajes que
en ningún universo paralelo, deberían tener el título de «Defensor del Pueblo».
De este
linchamiento a la construcción de «Tribunales Populares» hay un paso. Algunos
petardos ya han creado una monstruosidad de Tribunal Popular de Valladolid, En
Alemania se creó un Tribunal popular del Corona, y los Jueces de carrera, cada
vez están más cerca de ser controlados por la opinión pública que por el
Derecho. Y no hay que olvidar que después de los tribunales populares viene la
policía del pensamiento y las checas…
Como hemos mencionado
otras veces, la guerra cognitiva en la que estamos atrapados se alimenta de
emociones negativas. Una de las grandes emociones negativas es el miedo pero
otra de ellas es el odio, y esta costumbre del linchamiento a pequeña o gran
escala, no es nada más que parte de esta guerra cognitiva en la que muchos caen
como soldados involuntarios.
… y qué asco.