sábado, 11 de noviembre de 2023

"EMANCIPADOR"

 


 “decolonial”, indigenista y plurinacional: el insólito programa de los colegios secundarios en Neuquén

 

Claudia Peiró

 

Infobae, 11 Nov, 2023

 

La reforma del secundario diseñada en la provincia de Neuquén -que se aplica desde este año- es un caso de demolición educativa; la deconstrucción en su máxima expresión. En la página del ministerio provincial están los textos que describen la perspectiva, los métodos y los contenidos con los que se pretende deconstruir la escuela existente hasta ahora que es definida como patriarcal, heteronormada [léase machista], racista, clasista, eurocéntrica, burguesa, capitalista…

 

En el programa de la “nueva escuela” secundaria ya no se ve más historia antigua, ni clásica, ni medieval; la historia no comienza en Sumer, Mesopotamia, sino a partir de la conquista de América. Conquista que obviamente es mostrada como catastrófica, genocida, etc. La ciudadanía que pretenden construir es “plurinacional y pluricultural”. Postulan “la preexistencia étnica y cultural del pueblo mapuche en relación a la conformación del Estado nacional y provincial”.

 

Hay que tener paciencia porque el nuevo diseño del secundario son páginas y páginas escritas por personas que estuvieron expuestas a una sobredosis de Derrida, Foucault, Bourdieu, entre otros, y de Judit Butler obviamente porque todo, todo, es con perspectiva de género, la nueva medida de calidad de todo cuanto se hace y dice.

 

La deconstrucción es la norma, deconstrucción de todo, de la cultura occidental y cristiana, que llaman “eurocéntrica”, o sea la nuestra. Por otra parte, los redactores de este nuevo Diseño Curricular, ¿de dónde creen que vienen estas teorías de la deconstrucción, los estudios de género, el nuevo antirracismo, etc. etc., si no es de Europa? Allí surgieron y se radicalizaron en las universidades estadounidenses. Hasta el indigenismo es importado.

 

El rediseño del secundario neuquino parte de una descripción mendaz de lo que fue la escuela argentina hasta ahora; y una descripción igualmente mentirosa de nuestra sociedad: “En los sistemas educativos que habitamos [¿?], como parte de un continente conquistado y saqueado desde hace más de 500 años por los poderes imperiales, se plasmó una hegemonía epistemológica que valida una única forma de conocimiento: la razón eurocentrada. Una razón eurocéntrica moderna que responde a factores de poder que generalizan determinados conocimientos dándoles valor de ‘universalidad’”.

 

Eso fue escrito por los expertos del Consejo Provincial de Educación de Neuquén. Según ellos, la “universalidad occidental” es “clasista, patriarcal y racista” y “destruyó, subordinó e invisibilizó otros saberes, otras cosmovisiones…”

 

La reivindicación de los pueblos mal llamados originarios es una constante, de modo explícito o solapado, como en el párrafo citado. Las cosmovisiones a las que aluden son las mapuches, como blanquean en varias partes, habitantes originarios de Neuquén —terminología intencional también impuesta desde los centros dominantes y que los progresistas locales adoptan sin la menor distancia crítica—.

 

Vean estos puntos del programa de la materia Historia: “Los pueblos preexistentes desde sus cuerpos-territorios (¿?). Las violencias capitalistas en los procesos constitutivos de los estados modernos y territorios en Abya Yala…

 

Abya Yala… Admito que tuve que googlear para enterarme de que es un término de la lengua guna —hablada por algunos aborígenes de Panamá y Colombia— que han adoptado los movimientos originarios para referirse a América, a todo el continente americano. Está claro que es un invento, porque los “originarios” desconocían el concepto de continente pues ignoraban su existencia. Como lo señaló el diplomático e historiador argentino José Sanchís Muñoz en una entrevista con Infobae, “América fue un descubrimiento para Europa pero también para los indígenas que no tenían conciencia continental ni étnica”.

 

Es decir que el ministerio de Educación utiliza, para referirse al continente que habitamos, un concepto artificial y engañoso. Extemporáneo. Una palabra extranjera, además.

 

En la exposición de principios (Parte I) se declara que “la Perspectiva de Género cobra centralidad en todo este Diseño Curricular”. “Como política pública se deben garantizar mecanismos y herramientas que develen las injusticias y toda subordinación de los sexos”, instruyen. Perspectiva de género significa hablar “de patriarcado, el cual se sustenta en una ideología que afecta a las mujeres al ubicarlas en un plano de inferioridad”.

 

La Argentina no es patriarcal hace añares; no importa. “El patriarcado surgió como una toma de poder histórica por parte de los varones sobre las mujeres”, dicen, repitiendo el adoctrinamiento al uso, pero sin precisar en qué momento histórico ocurrió esta “toma de poder”. “Esta organización patriarcal -siguen diciendo- fue apropiándose de la sexualidad y reproducción de las mujeres y sus hijos e hijas. Así, el varón instituyó un orden político y económico perpetuado simbólicamente como la única estructura posible”.

 

Dado que se reivindican las cosmovisiones anteriores al eurocentrismo, sería interesante que expongan por ejemplo cómo trataban a la mujer según la cosmovisión indígena.

 

La escuela argentina fue hasta ahora un mecanismo de dominación, denuncian, pero el currículum neuquino será “emancipatorio”. De un patriarcado que no existe y de un colonialismo que no es ni más ni menos que nuestra cultura.

 

En la materia Construcción de Ciudadanías (en plural), los jóvenes neuquinos no van a perder tiempo, como se hizo hasta ahora, leyendo la Constitución Nacional y el sistema político en el cual vivimos. Para trascender “los límites liberales”, la nueva escuela secundaria “debe propender a una concepción de Ciudadanía plurinacional y pluricultural”.

 

La Argentina no es plurinacional, desde ya. Esto es ni más ni menos que la intención de instalar una falsa idea de plurinacionalidad, que a la larga bien podría fomentar fragmentaciones, riesgos que no contempla el nuevo diseño curricular. A no ser que esa sea la intención inconfesada.

 

El identitarismo es la norma de este nuevo currículum: dividir a la sociedad en colectivos: “[El programa] no busca la integración [¡sic!], sino el respeto y la aceptación de las diferencias, puesto que la educación intercultural está centrada en la diferencia y la pluralidad cultural se opone a la integración entendida como asimilación”.

 

En otro párrafo más explícito aún, citan a un tal Boaventura de Sousa Santos, que dice que “se debe dejar de apelar a los constructos tradicionales de las naciones modernas, ya que las mismas se consiguieron, las más de las veces, vapuleando la identidad cultural y nacional de las minorías”. Y afirma entonces que “es necesario el reconocimiento de un multiculturalismo y una multinacionalidad, que entrañan la aspiración a la autodeterminación, es decir, la tendencia a reconocimientos equitativos y equidades diferenciadas”.

 

Sembrar semillas de futura fragmentación: de eso se trata.

 

Para que no queden dudas, agregan: “La pluralidad de órdenes legales no estatales puede ser el embrión de esferas políticas no estatales y la base de la autodeterminación, que es plausible de traducir en formas de justicia comunitaria, participativa o colectiva”. De acá a reconocer presuntas “justicias originarias”, como hizo Bolivia, hay poco trecho. Es inconstitucional. Implica que los argentinos ya no seríamos todos iguales ante una misma ley. Cada colectivo podría tener la suya.

 

Hay más del bueno de Santos: “La universalidad de los derechos humanos no puede darse por sentada”. Esto sí que es novedad.

 

Los derechos humanos son universales porque la humanidad entera comparte una misma esencia. Pero para los redactores del nuevo diseño no es así: “La idea de dignidad humana puede formularse en diferentes ‘lenguajes’. En vez de suprimir dichas diferencias en nombre de los universalismos postulados, deben traducirse para hacerlas mutuamente inteligibles”.

 

Del mismo modo, no hay una ciudadanía, sino varias. “Las ciudadanías y las minorías (...), entiéndase por condición sexual, de género, de raza, clase, indígenas, entre otras…”, dicen.

 

O sea: ¿un ciudadano de un sexo u orientación sexual no es igual a otro de otro sexo o de otra orientación sexual?

 

Ellos mismos responden, en jerga deconstructiva: “En la perspectiva emancipatoria y decolonial del presente Diseño Curricular, la noción de ciudadanía se complejiza hasta alcanzar la categoría plural de ciudadanías para dar cuenta de nuevas realidades sociales, culturales, políticas, económicas. A partir de concebir la multiplicidad de identidades que atraviesan al sujeto como construcciones sociohistóricas y no esencialistas … (...) Y dicha construcción de ciudadanías, así en plural, permite reconstruir histórica, epistémica y políticamente las memorias insurgentes de pueblos, clases, grupos y minorías que ayer y hoy luchan por transformar sus condiciones de existencia por encima de su identidad nacional”.

 

Eso de “no esencialista” apunta a negar la existencia de una nacionalidad o identidad argentina común. El final es clarísimo en su intención fragmentadora: los identitarismos de moda están por encima de la nación.

 

“Una pedagogía emancipatoria supone el desafío de desarmar categorías de pensamiento ancladas en imperativos heteronormales que legislan y disciplinan los cuerpos de las y los [sic] estudiantes en las aulas”. No podía faltar el lenguaje de género y el ataque a la heterosexualidad.

 

El programa de la materia Construcción de Ciudadanías arranca con un punto insólito: “El binarismo humano/subhumano a partir del género y color como constitutivo del ser y estar en el sistema capitalista-patriarcal-colonial y moderno”.

 

No queda claro si “subhumano” se refiere a las mujeres, los animales, los aborígenes, los “disidentes sexuales”, o algún otro colectivo.

 

Segundo punto del programa: “Desandando términos, conceptos y contenidos en torno a: matriarcado, matrilineal, patriarcado, misoginia, heteronormatividad, sexismo, feminicidio, femigenocidio, racismo, cuerpo-territorio”.

 

Además de que se necesita un diccionario para entender este párrafo, surge otra duda: ¿en qué momento de la historia, la nuestra y la universal, se produjo un genocidio femenino? En sentido contrario, más cerca en el tiempo y espacio, tenemos el caso de Paraguay, donde los varones casi se extinguieron en la guerra de la Triple Alianza, lo que explica la tolerancia de esa sociedad a la poligamia. Pero mejor dejar de lado los hechos que contradicen la perspectiva -o deformación- de género.

 

Otro punto: “Las conformaciones identitarias como construcciones socioculturales y no esencialistas: la potencia pluriversal y colectiva de las mismas, en contraposición a la lógica unicista e individualista de raíz eurocéntrica, moderna, patriarcal y netamente occidental”.

 

“Pluriversal”: otra palabra que hubo que googlear. Es un concepto inventado para cuestionar el universalismo. O sea, todos los hombres (y mujeres) no somos iguales. Depende de dónde estamos “situados”; otra palabra de moda.

 

El siguiente punto dice: “La hegemonía de los cuerpos cis: ¿hay otros cuerpos? Los cuerpos que importan. La construcción de feminidad y masculinidad en los territorios, ¿podernos ser otros-as feminidades-masculinidades? Las otras formas de ser y estar en el mundo que rompen binarismos.” Esto es teoría queer a full: negar que la humanidad se divide biológicamente en varones y mujeres es la nueva tendencia.

 

Más explícito: “El género en disputa: más allá de los binarismos en clave decolonial y feminista, El cuerpo, los géneros, las sexualidades desde las miradas de los feminismos negros, chicanos, comunitarios, blancos, islámicos y transfeminismos, entre otros”. O sea, la clasificación varón - mujer no deriva de la naturaleza, de la evidencia empírica, sino que es una imposición colonial.

 

Ahora bien, lo de “feminismos islámicos” es muy gracioso. Imagino que, como algunas progres europeas, la idea es luchar contra el patriarcado donde no existe (en todo Occidente) y negarlo donde sí está vigente, como en varios países de Medio Oriente. En Francia, las ultra feministas defienden el “derecho” de las musulmanas a usar burka o hiyab.

 

Sigue otro ítem ultra identitario: “Los movimientos y colectivos-as disidentes y de resistencias: ecofeminismos y feminismos comunitarios, LGGTTB, disidencias sexuales, entre otros; su potencia creativa y la reivindicación-acción en pos de ciudadanías plenas y soberanas”.

 

Un ejemplo más de la neolengua que utilizan: “La constitución de un encuadre curricular que incluya la perspectiva de género es un desafío colectivo que, en primer lugar, deberá tensar las disposiciones subjetivas de todas las personas que son parte del sistema educativo de la provincia. Es decir, requiere un primer ejercicio analítico que propone mirar a la escuela y a la educación atravesadas por fuerzas que ubican cuerpos en una amplia gama de clasificaciones: sexo, género, clase, raza, territorialidad, entre otras, y que finalmente, quedan encuadrados en dos grandes conceptos: nosotras-nosotros y las otras - los otros, un rol hegemónico y otro marginalizado”.

 

El temario de Historia es igualmente delirante: “El modo de producción capitalista, patriarcal y racial como sistema hegemónico”, arranca. Este planteo del nuevo diseño curricular genera interrogantes: ¿Sólo el capitalismo es racista? ¿Sólo el capitalismo ha sido patriarcal? ¿No lo fueron los sistemas anteriores? ¿Cómo eran las cosmovisiones mapuches? ¿Qué pensaban los aztecas de las otras etnias? ¿Qué hacían con ellas?

 

El capitalismo, además, no tiene ningún drama con el feminismo. Al contrario, es un gran promotor, casi un sponsor. La revolución feminista de estos tiempos se gestó en el corazón del capitalismo: de Hollywood a Oxford, todas las instituciones culturales más tradicionales del primer mundo se han puesto en modo de género. Ni hablar de las GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple), las grandes multinacionales, los gobiernos, hasta la OMC tiene un departamento de género. ¿Dónde está la resistencia patriarcal capitalista al feminismo?

 

Volvamos al programa: “El color y el género de los trabajos: ‘el trabajo de negros’ y el trabajo doméstico como soportes naturalizados del sistema capitalista, patriarcal, moderno y colonial”. (...) “La división sexual y social del trabajo”. Esto confirma que la izquierda hace rato abandonó la lucha de clases por la lucha de sexos.

 

Hay un gracioso cuestionamiento al concepto cristiano del trabajo: “La mundialización de la violencia occidental [N. de la R: nótese la asociación Occidente-violencia], hegemoniza esta acepción cristiana del trabajo que resultará funcional a los interese del desarrollo capitalista”, dicen en referencia a la cita bíblica: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Y agregan: “En el camino quedarán otras concepciones del trabajo, tales como la de algunos pueblos americanos”.

 

Tal vez se refieran a la mita y el yanaconazgo, las formas de trabajo servil prehispánicas -incaicas- que los conquistadores adoptaron y adaptaron, pero no inventaron.

 

Se enseña que los argentinos no somos todos iguales, que hay argentinos originarios y otros que no lo son; argentinos blancos, marrones, de todos los colores. Cada uno con su ciudadanía

Esta reforma está vigente. Empezó a aplicarse este año. ¿Qué pensarán los padres y el conjunto de la dirigencia neuquina de que en las escuelas se enseña a los niños y jóvenes que la Argentina es un error, una injusticia, un invento, una “construcción”; que los argentinos no somos todos iguales, que hay argentinos originarios y otros que no lo son; argentinos blancos, marrones, de todos los colores. Cada uno con su ciudadanía.

 

Que la escuela argentina, que fue instrumento de igualdad y de movilidad social, que fue una oportunidad para los más desfavorecidos, era en realidad opresiva, patriarcal, racista, odiosa. Una porquería que debe desaparecer en beneficio de esta “nueva escuela” que rechaza el conocimiento científico acumulado por la humanidad y prefiere cosmovisiones ignotas y subjetividades en cuyo nombre se rechaza la verdad.

 

Eso sí, a diferencia del pasado discriminador que inventa, el presente sí garantiza el derecho a la educación. Es interesante ver cómo lo define el Ministerio de Educación neuquino: “La educación se conforma como un derecho exigible, inmediato e impostergable en todas sus dimensiones y en todos los tramos: acceso, permanencia, reingreso y egreso”.

 

Esta es la escuela a la que aspiran y que en muchos casos ya es realidad: una en la cual se puede transitar sin aprender porque lo que está garantizado es egresar.

 

“Pedagogía de la lástima”, así la definió María Cristina Gómez, la docente rosarina elegida en 2019 como una de las mejores del mundo. De esa concepción deriva la no repitencia, la prohibición de calificar con notas, el adelgazamiento de contenidos y la permanente degradación de la autoridad del docente, en lo disciplinario y en lo pedagógico.

 

La única emancipación que debe dar la escuela es permitirle al alumno apropiarse del bagaje cultural acumulado por la humanidad. Todo lo demás es bajada de línea, adoctrinamiento. La perspectiva de género es una deformación. La lucha antipatriarcal, un anacronismo. El antirracismo, el trasplante —una vez más— de problemáticas que nos son ajenas. Y graciosamente todo esto se hace para combatir el eurocentrismo.

 

El planteo de que venimos siendo sometidos desde hace 500 años, pasa por alto la historia independiente del país.

 

En cuanto a las cosmovisiones aborígenes… ¿qué decir? Hay una idealización de las sociedades precolombinas. Hace tiempo que mucha gente trabaja en el rescate y preservación de las lenguas aborígenes. Como antaño lo hicieron los jesuitas con los guaraníes. Deberían contarles a los secundarios neuquinos que las gramáticas, diccionarios y otros textos en lengua aborigen (toba/qom, wichí, etc.) son resultado de un trabajo “eurocéntrico”, ya que fueron hechos por no originarios. Las culturas precolombinas eran todas ágrafas. No conocían la escritura.

 

Esto explica que en la lengua mapuche (araucana) escrita haya tantas “w” y vocales con diéresis: eran alemanes los que por primera vez intentaron una grafía para una lengua que era solo oral.

 

Supuestamente los estudiantes neuquinos van a tener voz y voto (es parte de la demagogia educativa) en estas cuestiones. Tal vez lo usen para rebelarse. Para exigir educación y no charlatanismo. Para emanciparse en serio.