El abandono de Stiuso, la amenaza K y la Bersa 22 de
Lagormasino
Urgente24, 6-11-14
Difícil estar en el triste papel de la fiscal Viviana
Fein: no tuvo el coraje de definir si Alberto Nisman se suicidó o lo mataron, y
ahora la coyuntura política va en contra de la teoría que hubiese querido
imponer, la del suicidio. El muy posible triunfo electoral de Mauricio Macri
dejará trastabillando todo el trabajo de Fein. Sin duda, es una reflexión
adecuada para el inicio de la lectura del texto de Daniel Santoro, "Nisman
debe morir - La trama secreta de Cristina Kirchner, el pacto con irán y la
muerte violenta del fiscal".
Interesante reproducir un fragmento del
libro: el capítulo que lleva el título "Angustiado por el abandono de
Stiuso y las amenaza K, Nisman pide un arma".
por DANIEL SANTORO
El viernes a las 6 de la madrugada Nisman llamó a su
secretaria Felicitas Mas Feijó para preguntarle: “¿Cómo me fue anoche en el
programa de TN?”, lo que demostraba su obsesión por salir bien en los medios de
comunicación. Le contestó que muy bien y le dijo que tenía una mala noticia: un
dirigente kirchnerista había presentado una denuncia en su contra. Nisman se
rió, confirmando el buen humor en que se encontraba pese a que estaba muy
ansioso y dormía poco. Con tranquilidad, le pidió a su secretaria que le
mandara unos documentos a su departamento y 8 resaltadores amarillos. Todo como
si no estuviera en medio de la mayor tormenta política de su vida.
Al mediodía Nisman se fue de su oficina, ubicada en
Hipólito Yrigoyen 467, séptimo piso, frente a la Plaza de Mayo hacia su
departamento en la torre Le Parc de Puerto Madero para preparar el informe que
debía dar el lunes en el Congreso.
Ese día de turbulencias políticas, el ex ministro de
Seguridad de Scioli y fiscal Carlos Stornelli lo llamó sorpresivamente a Nisman
y le preguntó en broma:
-Alberto, ¿tu jefe se volvió loco? –en alusión a
Stiuso y a la teatralidad y voltaje con que había presentado la denuncia. Se
permitió esa broma porque se conocían de los tribunales desde 1993. No eran
amigos por habían trabajado juntos casos como el pago de la SIDE a Carlos
Telleldín en la causa AMIA.
-No, hace más de 20 días que no veo a Stiuso y tampoco
lo consulté. Tengo mucha prueba respaldatoria. No puedo guardarla más. No sé
cómo va a terminar esto.
Stornelli lo había llamado por curiosidad desde
Pinamar, donde pasaba sus vacaciones. Le ofreció “no una ayuda sino una
colaboración, por si necesitaba tener copia de seguridad de algunas pruebas”,
recordó Stornelli a este autor. Sabía de qué hablaba Stornelli. Había guardado
en una caja fuerte una copia de las prueba contra Menem en la causa por la
venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia, por las dudas.
Nisman aceptó la oferta y quedaron en verse en
febrero, a su regreso de las vacaciones: “Mi percepción es que estaba asustado,
pero no me lo dijo”, agregó. Stornelli cortó y se quedó con la sensación de que
Nisman “sabía de alguna manera que lo aguardaba un destino fatal”. En esos días
también habló Bronfman, y le reconoció que “estoy extremadamente solo”, sobre
todo sin el apoyo de Stiuso.
Luego Nisman llamó a su secretaria letrada, Soledad
Castro y tomó varios pocillos de café y agua mineral. Cuando trabajaba comía
generalmente galletas de arroz. Castro era la abogada de más confianza. Estaba
trabajando sobre la exposición que debía dar el lunes en el Congreso, con las
cortinas bajas por seguridad. Ella miró las cortinas y él contestó con bronca:
“Mira cómo tengo que trabajar”.(44) Desconectaba todos los celulares para
concentrarse en el trabajo. Los encendía cada dos horas para ver si le había
llegado una novedad importante. Castro le había llevado tres sobres cerrados y
un listado con diez preguntas que suponía le iban a hacer el lunes en la
Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados, además de artículos
periodísticos. Como primera medida, Nisman le mandó un oficio a Gils Carbó
pidiendo permiso para explicar a los legisladores su denuncia a puertas
cerradas. Esta vez, Gils Carbó no contestó, con lo que dio su aprobación
táctica. En el 2013, en cambio, le había negado los fondos para exponer su
denuncia de la red terrorista iraní en América Latina al Congreso de los EE.UU.
Uno de los sobres contenía la orden del juez Canicoba
Corral que autorizaba las escuchas sobre Khalil y las sucesivas prórrogas de la
medida, tema que le había criticado el Gobierno como malicia.
“Voy a llamar a [la diputada nacional] Patricia
Bullrich para que me asegure que la exposición sea secreta”, le dijo Nisman a
Castro. Bullrich, como presidenta de la Comisión de Legislación Penal, había
convocado a una reunión a puertas cerradas para el lunes a las 15, pero los
kirchneristas querían que fuera abierta.
La convocatoria a Nisman sumó, además, la firma de la
diputada del PRO, Laura Alonso. Tenía también el apoyo del presidente del bloque de diputados radicales, Mario
Negri. Bullrich dijo a este autor que quería un encuentro secreto para poder
revelar los nombres de los agentes de la SIDE sin violar ninguna ley y que
“tenía otras pruebas” que superaban a las que estaban en su denuncia. (45)
Hasta ahora no se pudo determinar qué tipo de pruebas eran, es decir si eran
nuevas o si se trataba solo del nombre del espía Bogado que hasta ese momento
no había revelado. EL ambiente político estaba muy tenso. “Tiene que ser
secreta para que pueda dar más pruebas de lo que ya conté en el reportaje en
Todo Noticias”, le agregó Nisman a la diputada de Unión por Todo- Pro. Como al
principio le notó ansioso, le recomendó que hablara en los medios más
lentamente porque parecía que lo hacía a los “borbotones” y que bajara unos
decibeles.