por Informador Público, 25-7-17
La actualización de la información sobre distribución
funcional del ingreso señala que los trabajadores reciben más de la mitad del
total de los ingresos de la economía. Aunque en el pasado esta proporción era
vista como una conquista social, en la actualidad es insuficiente. Para reducir
la pobreza y aumentar la equidad es necesario impulsar reformas para que los trabajadores
aumenten su participación a niveles más parecidos a los observados en los
países desarrollados.
El gobierno de Brasil sancionó una ambiciosa reforma a
su ley de contrato de trabajo. La iniciativa consiste, básicamente, en darles a
las empresas alternativas para reducir costos laborales y optimizar la
organización del trabajo. El punto clave es que se permite flexibilizar reglas
previstas en la legislación laboral a través de la negociación directa entre
las empresas y sus trabajadores. Se busca así mejorar las condiciones de
competitividad. Por la concepción de su diseño, son las empresas más grandes
las que podrán aprovechar con más intensidad estas herramientas.
Como era previsible, rápidamente se planteó el
interrogante sobre la pertinencia de abordar un proceso similar de reforma en
la Argentina. Abona la idea el hecho de que la legislación laboral argentina
tiene similitudes con la brasileña y que existe un intenso flujo comercial y de
inversiones entre ambos países.
Un punto de partida para analizar la pertinencia de
una reforma de estas características lo aporta una reciente publicación del
INDEC denominada “Cuentas de Generación del Ingreso”. Este estudio analiza en
cuánto participan el trabajo y el capital en la distribución del valor agregado
total. Según esta fuente, se observa que en Argentina en el año 2016:
El trabajo percibió el 52% del total de los ingresos
generados en la economía.
El capital participó con el 40% en la distribución del
ingreso.
Los ingresos mixtos (empresas personales y familiares
donde se combinan trabajo y capital) representan el 11% de los ingresos.
Estos datos muestran que los trabajadores reciben
–sumando salarios más las cargas sociales– un poco más de la mitad de los
ingresos que el país genera anualmente. La retribución al capital (dividendos,
rentas e intereses) participa con un 40% del valor agregado generado por la
economía. El resto es recibido por personas cuyos ingresos combinan retribución
al trabajo y a su capital (cuentapropistas y pequeños emprendedores). La suma
de los tres factores arroja 103%, porque un 3% corresponde a subsidios netos de
impuestos otorgados por el Estado.
Las evidencias señalan que la meta de lograr que la
distribución del ingreso entre el capital y trabajo sea en partes iguales ya
fue superada. Sin embargo, esta distribución no garantiza justicia social, como
lo prueba la muy alta incidencia de la pobreza. Una de las razones es que las
brechas de ingresos entre los trabajadores se han profundizado. La más decisiva
es la diferencia salarial entre trabajadores registrados e informales. La otra
razón es que la integración social requiere una mayor participación de los
trabajadores en el total de los ingresos. La prueba más contundente es que en
países socialmente más avanzados (Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Francia,
Dinamarca, Italia, Canadá) la retribución al trabajo llega a dos tercios del
ingreso total, mientras que el tercio restante es retribución al capital.
Para avanzar hacia la eliminación de la pobreza y
mayor equidad es necesario incrementar la participación del factor trabajo en
el valor agregado de la economía. Para ello es clave aumentar la participación
laboral femenina (que es particularmente baja entre las mujeres con menores
calificaciones) y eliminar la informalidad.
La agenda de políticas para cumplir con estas metas es
muy ambiciosa. Claramente tiene una integralidad y orientación muy diferente a
la reforma laboral brasileña. Un área clave es la tributaria, donde se deberían
eliminar las cargas sociales para los salarios más bajos y simplificar y
unificar impuestos que operan superpuestos (como, por ejemplo, IVA, Ingresos
Brutos y tasas de industria y comercio). En relación a la legislación laboral,
las necesidades más urgentes están en las pequeñas empresas. Por eso, en lugar
de reformas orientadas a las grandes empresas –como ocurre en Brasil– es más
pertinente pensar en un estatuto especial que le facilite a las pequeñas
empresas operar en la formalidad.
Fuente:
www.idesa.org.ar
www.idesa.org.ar