Astiz no
Por Mauricio Ortín
La Prensa,
12.09.2024
No entiendo la
sorpresa y menos la indignación que manifiestan periodistas y políticos
respecto a las recientes declaraciones de Mario Firmenich y su relación con los
dichos de la vicepresidente de la Nación, Victoria Villarruel.
El jefe de la
banda terrorista Montoneros intentó justificar su acción criminal con el
pseudoargumento de que la situación político-social en los ’70 fue la verdadera
causante u origen de la lucha armada. Agregó, además, que los jóvenes actuales
debieran preguntarse si dicha situación es similar a la actual. Un disparate
rayano en la apología del delito que, en la Argentina, no debiera suscitado el
menor comentario. Ello porque en este país se honra a delincuentes muertos de
dicha banda (también del ERP) con calles, plazas, premios académicos,
monumentos, etc., con sus nombres.
Por poner unos
ejemplos: El nombre de una estación de Subterráneo de la ciudad de Buenos Aires
lleva el nombre de Rodolfo Walsh, el terrorista que asesinó a 24 personas con
una bomba. Cuando murió el montonero Juan Gelman, la presidencia de la Nación
decretó tres días de duelo nacional. En la Costanera de la Capital Federal se
erigió el Parque de la Memoria para recordar y reivindicar a los que hacían
política matando (con la salvedad de unos pocos inocentes). Allí, en un gran
muro, están inscriptos en piedra, por ejemplo, los nombres de los asesinos de
Arturo Larrabure, María Cristina Viola, Paula Lambruschini, Jorge Roberto
Ibarzábal y tantos otros a los que la democracia no recuerda ni quiere
recordar.
En este contexto,
lo normal, lo esperado, era que se recibieran las declaraciones del Firmenich
con la atención y seriedad que se les da a las palabras de un héroe.
De la misma manera
cuando se lee a Horacio Verbitsky o a Roberto Perdía sobre el tema derechos
humanos. Ambos son responsables de cientos de asesinatos. Perdía, recientemente
fallecido, fue “palabra santa” para los jueces en la causa de lesa humanidad denominada
La Contraofensiva.
Pero, las palabras
de Firmenich no se recibieron como era esperable. Vaya uno a saber por qué
comunicadores como Eduardo Feinman, Alfredo Leuco o Franco Mercuriali salieron
con los tapones de punta contra el Pepe. En el programa de Mercuriali, en el
canal “TN” se dio una situación que en cierta forma representa la opinión
extendida sobre el tema. Ello a partir de un intercambio de opiniones entre el
diputado Ramiro Marra, el politólogo Marcos Novaro y el conductor del programa,
Mercuriali. Este último, en obvia alusión a los dichos de la vicepresidente
Villarruel, se preguntó si poner preso a Firmenich y al resto de los Montoneros
debiera ser parte de la agenda del gobierno de Milei, teniendo en cuenta los
desafíos a los que se enfrenta esta administración. Marra, tirando la pelota
afuera, contestó que respetaba la posición de Villarruel, pero insistió en que
la agenda del gobierno no contemplaba dicha situación (es decir, la moral y la
justicia).
Marcos Novaro
sostuvo que una reacción desde el gobierno contra las bandas terroristas,
emulando lo hecho por la izquierda y el kirchnerismo contra los militares, no
era bueno o recomendable. Algo así como sostener que el país debía dar vuelta
esa página y mirar para adelante. Reflexión laudable, si las hay, pero que se
da de patadas con el hecho repugnante de que, al mismo tiempo, estos señores no
dicen nada sobre la persecución infame y violatoria de los derechos humanos que
se hace desde el Estado contra los que evitaron que la banda terrorista de
Firmenich se hiciera con el poder.
Dio la casualidad
de que en dicho programa estuvo el ex oficial montonero Diego Guelar, que no
fue presentado de esta manera sino como ex embajador. Hoy es una persona
respetable (no puedo decir lo mismo de Firmenich). Tan respetable es él hoy,
como lo fueron y lo siguen siendo miles de policías y militares que se pudren
en las cárceles por cumplir con las órdenes de combatir a los Guelar y
Firmenich.
Por último,
confieso que es mucho más el asco que me invade cuando un periodista llama
“genocida” a un militar, que cuando lo hace Firmenich.
Mauricio Ortín
Miembro del Centro
de Estudios en Historia, Política y Derechos Humanos de Salta