Papa Francisco: encuentro con los jóvenes en el
Catholic Junior College de Singapur (13 sep24): Las religiones son un camino
hacia Dios. Son -hago una comparación- como diferentes idiomas, diferentes
modismos, para llegar allí. Pero Dios es Dios para todos. Y porque Dios es Dios
para todos, todos somos hijos de Dios. ‘¡Pero mi Dios es más importante que el
tuyo!’ ¿Es eso cierto? Sólo hay un Dios y nosotros, nuestras religiones son
lenguas, caminos hacia Dios. Algunos sijs, algunos musulmanes, algunos hindúes,
algunos cristianos, pero son caminos diferentes. ¿Entendido?”.
Documentos Papales y Eclesiásticos
Papa León XIII (Encíclica Satis
Cognitum, 1896)
Jesucristo
no instituyó una Iglesia formada por muchas comunidades, sustancialmente
iguales entre sí, pero distintas y no unidas entre sí por los mismos lazos,
sino que fundó una sola y única Iglesia que se apoya, por su naturaleza, en la
unidad, por la cual todos los fieles deben necesariamente estar unidos por un
solo cuerpo, en una misma fe, y bajo una misma cabeza visible (Satis Cognitum
5).
Papa Pío IX (Encíclica Quanta Cura,
1864)
Creemos
que fuera de la Iglesia Católica, apostólica y romana, nadie puede salvarse, y
que la Iglesia Católica es la única verdadera religión (Quanta Cura, 4).
Papa Pío XI (Encíclica Mortalium
Animos, 1928)
Los
que reconocen la única religión verdadera en la Iglesia católica no pueden, sin
renunciar a su fe, aceptar como iguales otras creencias o participar en
iniciativas que impliquen tal aceptación (Mortalium Animos 9).
Papa Juan Pablo II (Encíclica Christifidles laici, 1988)
Cristo
es la verdadera vid, que comunica vida y fecundidad a los sarmientos, que somos
nosotros, que permanecemos en Él por medio de la Iglesia, y sin Él nada podemos
hacer (Jn 15, 1-5)
Ahora
bien, el indiferentismo religioso y la total irrelevancia práctica de Dios para
resolver los problemas, incluso graves, de la vida, no son menos preocupantes y
desoladores que el ateísmo declarado.
Comisión Teológica Internacional: el
Cristianismo y las Religiones (1966)
49.
a) Sólo en Jesús pueden los hombres salvarse, y por ello el cristianismo tiene
una clara pretensión de universalidad. El mensaje cristiano se dirige por tanto
a todos los hombres y a todos ha de ser anunciado.
c)
Si la salvación está ligada a la aparición histórica de Jesús, para nadie puede
ser indiferente la adhesión personal a él en la fe. Solamente en la Iglesia,
que está en continuidad histórica con Jesús, puede vivirse plenamente su
misterio. De ahí la necesidad ineludible del anuncio de Cristo por parte de la
Iglesia.
e)
Siendo Jesús el único mediador, que lleva a cabo el designio salvador del único
Dios Padre, la salvación para todos los hombres es única y la misma: la plena
configuración con Jesús y la comunión con él en la participación en su
filiación divina. Hay que excluir por consiguiente la existencia de economías
diversas para los que creen en Jesús y los que no creen en él. No puede haber
caminos para ir a Dios que no confluyan en el único camino que es Cristo (cf.
Jn 14, 6).
85.
En las religiones actúa el mismo Espíritu que guía a la Iglesia. Pero la
presencia universal del Espíritu no se puede equiparar a su presencia peculiar
en la Iglesia de Cristo. Aunque no se pueda excluir el valor salvífico de las
religiones ello no significa que todo en ellas sea salvífico. No se puede
olvidar la presencia del espíritu del mal, la herencia del pecado, la
imperfección de la respuesta humana a la acción de Dios, etc.[86]. Sólo la
Iglesia es el cuerpo de Cristo, y sólo en ella se da en toda su intensidad la
presencia del Espíritu. Por ello para nadie puede ser indiferente la
pertenencia a la Iglesia de Cristo y la participación en la plenitud de los
dones salvíficos que sólo en ella se encuentran [87]. Las religiones pueden
ejercer la función de «praeparatio evangelica», pueden preparar a los diversos
pueblos y culturas para la acogida del acontecimiento salvador que ya ha tenido
lugar. En este sentido su función no puede equipararse a la del Antiguo Testamento,
que fue la preparación del mismo evento de Cristo.
Papa Benedicto XVI (Declaración Dominus
Iesus, 2000, cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe)
El
Señor Jesús, antes de ascender al cielo, confió a sus discípulos el mandato de
anunciar el Evangelio al mundo entero y de bautizar a todas las naciones: « Id
al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se
bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado » (Mc 16,15-16);
« Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced
discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y he
aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo » (Mt
28,18-20; cf. también Lc 24,46-48; Jn 17,18; 20,21; Hch 1,8)
4. El
perenne anuncio misionero de la Iglesia es puesto hoy en peligro por teorías de
tipo relativista, que tratan de justificar el pluralismo religioso, no sólo de
facto sino también de iure (o de principio). En consecuencia, se retienen
superadas, por ejemplo, verdades tales como el carácter definitivo y completo
de la revelación de Jesucristo...
Aun
cuando no se excluyan mediaciones parciales, de cualquier tipo y orden, éstas
sin embargo cobran significado y valor únicamente por la mediación de Cristo y
no pueden ser entendidas como paralelas y complementarias. No obstante, serían
contrarias a la fe cristiana y católica aquellas propuestas de solución que contemplen
una acción salvífica de Dios fuera de la única mediación de Cristo.
Por lo
tanto, los fieles no pueden imaginarse la Iglesia de Cristo como la suma
—diferenciada y de alguna manera unitaria al mismo tiempo— de las Iglesias y
Comunidades eclesiales…
Ciertamente,
las diferentes tradiciones religiosas contienen y ofrecen elementos de
religiosidad que proceden de Dios y que forman parte de « todo lo que el
Espíritu obra en los hombres y en la historia de los pueblos, así como en las
culturas y religiones ». A ellas, sin embargo no se les puede atribuir un
origen divino ni una eficacia salvífica ex opere operato, que es propia de los
sacramentos cristianos. Por otro lado, no se puede ignorar que otros ritos no
cristianos, en cuanto dependen de supersticiones o de otros errores (cf. 1 Co
10,20-21), constituyen más bien un obstáculo para la salvación
6. Es,
por lo tanto, contraria a la fe de la Iglesia la tesis del carácter limitado,
incompleto e imperfecto de la revelación de Jesucristo, que sería complementaria
a la presente en las otras religiones.
Es
necesario recordar a los fieles que la unicidad y la universalidad salvífica
del misterio de Jesucristo y de la Iglesia pertenecen a la fe católica...
(Dominus Iesus, 17).
La
paridad, que es presupuesto del diálogo, se refiere a la igualdad de la
dignidad personal de las partes, no a los contenidos doctrinales, ni mucho
menos a Jesucristo —que es el mismo Dios hecho hombre— comparado con los
fundadores de las otras religiones.
Los
Padres del Concilio Vaticano II, al tratar el tema de la verdadera religión,
han afirmado: Creemos que esta única religión verdadera subsiste en la Iglesia
católica y apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la obligación de
difundirla a todos los hombres
Escritos de Doctores de la Iglesia
San Cipriano de Cartago (Siglo III)
El
que no tiene a la Iglesia por Madre, no puede tener a Dios por Padre (De
Unitate Ecclesiae, 6).
San Agustín de Hipona (Siglo IV-V)
Fuera
de la Iglesia no puede haber perdón de pecados; es necesario por tanto estar
dentro de la Iglesia para recibir la salvación eterna. De nada sirve la
salvación de la carne si la salvación eterna no es lograda (Sermones 71, 33).
Es
vana la esperanza de quienes piensan que pueden salvarse si no están dentro de
la Iglesia Católica, pues su comunión está tan necesariamente en la unidad de
la Iglesia que quien esté fuera de ella no tiene nada de Cristo (Epístola 141).
Santo Tomás de Aquino (Siglo XIII)
La
Iglesia es una y es la misma en todas partes, y nadie puede ser salvado fuera
de ella, como fuera del arca de Noé nadie pudo salvarse del diluvio (Summa
Theologica III, q. 73, art. 3).
San Roberto Belarmino (Siglo XVI)
La
Iglesia Católica es el arca de Noé, fuera de la cual nadie puede ser salvo...
Porque en el estado actual de la humanidad, la única manera ordinaria de
salvación es dentro de la Iglesia Católica (De Controversiis, Libro III,
capítulo 3).
Hillaire P. La Religión Demostrada
(1900)
La
Religión Cristiana es la única Religión Divina 171
La
religión cristiana es la religión revelada por Dios, y, por consiguiente, la
única religión verdadera, obligatoria para todos 171
No
puede haber sino una sola religión verdadera, porque la verdad es una y rechaza
todo error. Luego, por lo mismo, no puede haber sino una sola religión buena,
porque tan solo es bueno lo verdadero, y Dios no puede ser honrado por el error
y la mentira. 172
La
Iglesia es el medio establecido por Jesucristo para conservar, propagar y hacer
practicar la religión cristiana. Fuera de la Iglesia Católica no hay verdadero
cristianismo. 329
Jesucristo
impone a todos los hombres la obligación estricta de someterse a sus Apóstoles,
cuando dice: “Predicad el Evangelio... el que creyere se salvará; el que no
creyere será condenado”. Por consiguiente, todos los hombres que quieran
obtener la verdad, la gracia, la salvación eterna, deberán creer en la palabra
de los Apóstoles, recibir de sus manos los Sacramentos y obedecer sus leyes.
335
Es,
pues, necesario formar parte de la Iglesia si queremos ir al cielo, no
solamente porque el Hijo de Dios, su Fundador, ha impuesto a todos los hombres
el precepto formal de entrar en su Iglesia, sino también porque, siguiendo el
orden establecido por la divina Providencia, sólo en Ella podemos alcanzar la
vida eterna; Ella es la única depositaria de los medios de santificación: fuera
de la Iglesia no hay salvación. 341
(Recopilación: Dr. Carlos Prósperi)