En un artículo periodístico de la fecha (*), su autor
sostiene que los ciudadanos habilitados, debemos tener la libertad absoluta de
concurrir o no a cumplir lo que se considera un deber cívico: votar en las elecciones.
Considera que debería ser voluntario el acto de participar en los comicios.
Nos parece oportuno reproducir la opinión, breve pero
contundente del intelectual Claudio Chávez, a la que adherimos.
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Voto
obligatorio, ¿sí o no?
A propósito de las elecciones en Chile
Cuando se debatió la Ley Sáenz Peña, aquí en nuestro
país, el capítulo referido a la obligatoriedad del voto tuvo algunos puntos de
discusión. El proyecto del Poder Ejecutivo justificaba la obligatoriedad para
evitar que minorías desestabilizadoras se hicieran del gobierno. Nuestra
historia electoral, previa a la ley, se había caracterizado por el
enfrentamiento de minorías activas, tramposas y violentas que hacían del acto
comicial una farsa. Para sacar a estas minorías activas del control de las
urnas había que meter al pueblo, y al pueblo se lo metía con el voto universal
y obligatorio. El diputado Emilio Gouchón defendió este tipo de voto para
combatir la apatía del pueblo. Por su lado el diputado Juan Carlos Cruz valoró
el carácter universal y obligatorio del voto pues estos dos aspectos eran
imprescindibles para combatir a los gobiernos electores y fortalecer a los
partidos políticos.
Como nota de color, la Revista Argentina de Ciencias
Políticas, en el número de setiembre de 1911, realizó una encuesta sobre
distintos aspectos de la Ley. La sorpresa que uno se lleva al observar las
respuestas dadas sobre la obligatoriedad podría adelantar las novedades de la
elección chilena para constituyentes. Por ejemplo, el voto voluntario superaba
ampliamente al obligatorio en los 1900 encuestados, todos profesionales de
clase media alta y alta y más sorprendente aún, el voto facultativo vencía
entre los socialistas consultados. La izquierda no quería el voto obligatorio.
Otra nota de color, el voto obligatorio en España, al parecer motivador de la
Ley Sáenz Peña, fue instaurado a instancias de Antonio Maura en 1907, político
conservador, químicamente puro.
En Diputados el voto obligatorio no fue aceptado, pero
fue, luego, modificado por Senadores y en retorno a Diputados se aceptó la
reforma. En Senadores fue decisiva la palabra de Joaquín V. González, liberal
clásico de aquellos años, que aceptaba la propuesta de la obligatoriedad,
incluso con sanciones para quien no cumpliera sus obligaciones cívicas. El
Ministro Indalecio Gómez, autor de la Ley, agradeció las palabras del riojano
que torció la dirección del debate con su encendido discurso.
Aquellos liberales que ubicaban las obligaciones
cívicas y el destino común por encima de las libertades individuales o
decisiones personales, de concurrir o no al comicio, como hace en la actualidad
el neoliberalismo, estaban más cerca del conjunto social que los liberales
modernos que rozan el nihilismo.
Todo esto viene a cuento por lo ocurrido en las
elecciones a Constituyentes en Chile, donde concurrió a votar solo el 41% de
los chilenos en condiciones de ejercer el voto, pues no es obligatorio.
Habiendo triunfado, según información proveniente de Santiago, la izquierda y
grupos políticos surgidos de las movilizaciones callejeras. Los partidos
tradicionales fueron castigados. Cabe entonces la siguiente pregunta: ¿el
destino constitucional de Chile debe y puede quedar en manos del 40% de la
población?
Al ser opcional el voto, ¿el destino común fue
apropiado por minorías intensas? Si esto resultara así, ¿no sería mejor para
las naciones iberoamericanas, a medio construir, comprometer al pueblo con el
destino de todos y dejarnos de pamplinas libertarias, útiles para naciones que
han cerrado su ciclo?
Si con el voto obligatorio ya se observa la existencia
de una élite política que vuela por encima del pueblo, qué resultado
obtendremos con la retracción de la gente de uno de los momentos decisivos de
la vida en democracia.
Finalmente, no sorprende que la izquierda hipócrita,
la de ayer y la de hoy, al menos en Chile, aceptara un acto comicial donde el
pueblo se ha ausentado. De perdurar este error, Chile se aproxima al barranco.
Claudio Chávez
Foro Patriótico, 22-5-21
· (*) Rodolfo
Eiben, Parlamentario del Mercosur; en la Voz del Interior, 10-9-2024, p. 10.