Por Héctor GIULIANO
(1.5.2016)
A los fines de instrumentar
su rendición jurídica y financiera ante los holdouts el gobierno Macri colocó el
19.4 en el mercado de Nueva York bonos por valor de 16.500 MD (Millones de
Dólares), de los que unos 9.300 MD (9.352) se usaron para pagar reclamos de
tenedores de bonos que no entraron en el Megacanje Kirchner-Lavagna de
2005-2010 (los llamados holdouts); y los 7.200 MD restantes quedaron sosteniendo
transitoriamente las reservas internacionales del Banco Central (BCRA).
Una imagen gráfica muestra
el efusivo abrazo del ministro de economía Prat Gay y su secretario de finanzas
Luis Caputo saludándose por haber endeudado a la Argentina en 16.500 MD
(Millones de Dólares) en el mercado
internacional, a una muy elevada tasa de interés en dólares del 7.14 % y realizada
a través de una colocación de bonos liderada por dos bancos donde estos
funcionarios trabajaron: el JP Morgan y el Deutsche Bank, respectivamente.
El gobierno no ha presentado
demostración alguna de la capacidad de repago con que garantiza el cumplimiento
de estos bonos.
Los reclamos abonados a los
holdouts tenían distinto grado de trámite y/o ejecución ya que algunos – los
más grandes y peligrosos, que eran los de los fondos buitre NML (de Paul Singer) y otros – tenían sentencia en
firme pero el resto – como el caso de los bonistas
italianos y los me too (yo
también) correspondían a acreedores que se sumaron a la mediación Pollack por
conexidad.
Desde el primer momento de
su asunción, la administración Macri planteó la prioridad absoluta de liquidar
sí o sí la cuestión de los holdouts como forma de volver a tomar deuda en gran
escala en el mercado internacional de capitales (el mismo objetivo declarado
del Megacanje Kirchner-Lavagna del 2005 y de la Hoja de Ruta Boudou del 2008 –
que quedó frustrado - así como de la campaña electoral del candidato
kirchnerista Scioli).
Esta nueva deuda externa del
país fue colocada a tasas carísimas, ya que un 7.14 % promedio en moneda
extranjera constituye todo un récord mundial tanto por el porcentaje aceptado como
por el monto de la colocación.
La Ley 27.249 – dictada
pocos días antes de esta colocación y como condición del juez Griesa para
convalidar el acuerdo firmado a través del mediador Pollack - autorizaba la
emisión de deuda por 12.500 MD para pago a los holdouts (de los que se abonaron
9.300) pero el gobierno Macri colocó una suma mucho mayor – los 16.500 MD (4.000
MD más) – lo que dejó el sobrante de
endeudamiento citado de 7.200 MD, que no se sabe aún qué destino concreto
tendrán pero que, en lo inmediato, pasan a engrosar las reservas del Banco
Central (BCRA), que aumentaron así de unos 29.200 a 35.800 MD.
Una parte del dinero
recaudado con este endeudamiento – 3.100 MD – se emplearía para pagar los
intereses acumulados desde mediados del 2014 a los bonistas que entraron en el
Megacanje 2005-2010, cuyos pagos se interrumpieron con la medida cautelar
dictada por el juez Griesa para forzar el pago a los fondos buitre.
Fue la discutible resolución
por la que Griesa fijó que si la Argentina no le pagaba a los fondos buitre iba a mantener bloqueado
el pago a los bonistas del canje.
Esta suma (los 3.100 MD), en
realidad, debiera haber sido depositada por la administración Kirchner en el
Banco Nación Fideicomisos - que por la Ley 26.984 de Pago Soberano sustituyó al
BoNY Mellon como agente de pago – pero parece que tales importes no fueron
efectivamente realizados y pasaron ahora a incrementar entonces el saldo de la
deuda externa argentina por anatocismo o capitalización de intereses.
La toma de los 16.500 MD de
deuda nueva se suma a un stock de deuda pública de la Administración Central
que – sobre la base de cifras oficiales - era al 31.12.2015 de unos 333.300 MD:
222.700 de deuda performing o en cumplimiento del pago de intereses, 11.500 de
deuda acumulada por capital e intereses de los holdouts y 74.100 de intereses a
pagar en el futuro (subtotal 308.300); a los que habría que agregar
aproximadamente 25.000 MD por deuda no computada (15.000 MD de cupones PBI y
10.000 de pagos adicionales a los holdouts), lo que hace el total de 333.300
MD.
Esta toma de deuda externa –
los 16.500 MD - se suma a su vez a los 5.000 MD de deuda cuasi-fiscal concertada
por el BCRA el 29.1 pasado a través de una operación financiera cuyos términos
se mantienen en secreto y a una serie de nuevas colocaciones – algunas en curso
y otras ya anunciadas – de letras y bonos del Tesoro Nacional.
Lo que la administración
Macri colocó ahora son cuatro títulos nuevos, todos bajo la denominación de
Bonos internacionales de la República Argentina en Dólares, con variación de
plazo y tasa de interés en cada caso:
- Bonos
a 3 años de plazo y Tasa de Interés del 6.25 % anual por 2.750 MD.
Son
los únicos cuyo vencimiento le cae al propio gobierno porque el resto – es
decir, la casi totalidad – pasan a futuras administraciones ya que todos son
títulos con amortización integral del capital al vencimiento (bullet) y pago de
intereses semestral.
- Bonos
a 5 años y tasa del 6.875 % por 4.500 MD.
- Bonos
a 10 años y tasa del 7.50 % por 6.500 MD. Y
- Bonos
a 30 años y tasa del 7.625 % por 2.750 MD.
Aunque
aquí la tasa de rendimiento efectiva para los tomadores es mayor – del 8 % o
más – debido a que estos bonos se colocaron bajo la par (al 95.758 % de su
valor nominal).
Todos estos bonos tienen,
entre otras características de importancia, las siguientes:
a)
prórroga de jurisdicción ante tribunales
extranjeros y prórroga de ejecución de sentencia en cualquier rincón del mundo
(lo que tiene para la Argentina la desagradable experiencia del pedido de
embargo sobre la fragata Libertad en el puerto de Tema, en Ghana, 2012),
b)
renuncia a oponer la inmunidad soberana
(salvo los tradicionales bienes amparados por afectaciones diplomáticas),
c)
CAC o cláusulas de acción colectiva – donde
la mayoría de los acreedores impone su voluntad a la minoría – como forma de
prever la futura novación por impago o refinanciación de estos bonos a su
vencimiento.
d)
bonos – como se ha dicho – con amortización
total de capital a la fecha de vencimiento y pago de intereses con frecuencia
semestral.
Esta colocación nueva de
fondos por 16.500 MD – a la tasa promedio citada del 7.14 % anual - implica un
aumento de los intereses a pagar de unos 1.200 MD por año, que se suman a los
aproximadamente 10.000 MD previstos en el Presupuesto para todo el 2016.
El Ministerio de Economía
(MECON, hoy denominado Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas) designó como
bancos encargados de la operación a los siguientes:
-
Deutsche Bank Securities Inc., HSBC
Securities (USA) Inc., JP Morgan Securities LLC y Santander Investment
Securities Inc.; como “coordinadores globales”; y
-
BBVA Securities Inc, Citigroup Global Markets
Inc. y UBS Securities LLC; como “colocadores” o coordinadores conjuntos
Estos bancos colocadores (que
son los mismos que intervinieron en la operación secreta de endeudamiento del
BCRA) percibirán por sus servicios comisiones del 0.18-0.20 % sobre los valores
nominales colocados; pero a ello hay que sumarle el hecho que los cuatro bancos
principales habrían comprado para sí gran parte de la colocación – algunas
fuentes estiman el 40/50 % del total - de modo que a su ganancia por comisiones
se le agregaría la del diferencial de precios por la reventa de los títulos en
el mercado secundario.
Los siete bancos colocadores
habrían percibido así unos 30 MD por concepto de comisiones pero el beneficio
obtenido por la venta de parte de los bonos inmediatamente después de
adquiridos al Estado Argentino les habría reportado 350 MD, es decir, unas 12
veces más.
El MECON ha dado poca
información oficial sobre esta mega-colocación de deuda externa pese a los
anuncios verbales de las conferencias de prensa y los pocos datos comprobables
que pueden obtenerse de su página web.
Todavía no se ha informado
sobre los detalles de la operación que permitan tener idea concreta de los
conceptos de liquidación que se han abonado a los holdouts – por capital,
intereses, punitorios, honorarios y gastos – ni sobre cuánto se abonó a cada
acreedor según liquidaciones de pago, ni por qué títulos, ni sobre cómo se
calcula la supuesta quita obtenida, etc.
De la misma manera, aún no
se ha emitido un comunicado detallando las condiciones de colocación de los
nuevos bonos, las ofertas recibidas ni mucho menos la identificación de los
tomadores de esos bonos.
Lo que ocurre es que esta
operación combinada de pagar al contado arreglos con los holdouts con dinero
tomado prestado a través de la colocación de nuevos bonos configura, en la
práctica, una forma indirecta de novación y/o reestructuración de deuda, cuya
naturaleza y alcance debiera evaluarse en conjunto pero cuya falta de
información impide hacerlo.
El gobierno, por ejemplo, ha
dicho que obtuvo un 44 % de quita sobre los reclamos de los holdouts sin
ofrecer datos ni precisiones al respecto, por lo que no hay forma de comprobar
esta aseveración oficial.
De la misma manera, el MECON
ha cuantificado que sobre deudas por capital original de 6.100 MD nuestro país
tenía reclamos acumulados por valor de 19.000 y habría acordado la resolución
de los mismos por 11.800 MD; pero no hay información desagregada que permita
saber qué entidad tenían esos montos de reclamos y cuál fue la forma concreta
de arreglo que se pactó en cada caso (para todos y cada uno de los 21 acuerdos
anunciados con grupos acreedores).
Sólo se ha resaltado que la
oferta inicial de colocar bonos por 15.000 MD se resolvió ampliarla a 16.500
debido a la gran cantidad de presentaciones recibidas, por valor de 68.600 MD,
esto es, ante una relación de 4.6 a 1.
Este dato, que las
autoridades presentan como muy favorable y producto de la confianza renacida sobre el nuevo endeudamiento externo argentino,
tiene en realidad una interpretación práctica muy distinta: en un momento en
que existen enormes excedentes de dinero especulativo en el mundo, que se
obtienen tasas de interés bajísimas en las colocaciones de deuda soberana y que
ningún país realiza tan altos montos de colocación de bonos, la Argentina
deviene nuevamente un macro-colocador de deuda externa comprometiendo altísimas
tasas de interés y cifras de endeudamiento récords en el mercado internacional.
Para justificar estas
operaciones se utiliza otra vez el tradicional argumento bursátil de la confianza
y del apetito por la deuda argentina;
un eufemismo normalmente invocado para enmascarar las presiones de la banca
internacional para que los países incrementen su deuda externa
independientemente de sus necesidades fiscales.
Con la importante
particularidad de que no existe la más mínima demostración de capacidad de repago sobre esta nueva masa de
bonos colocados en el exterior, de modo que tales obligaciones están
inexorablemente condenadas a ser refinanciadas en forma forzosa a su
vencimiento; y que de este modo el sistema de deuda perpetua - donde la
totalidad de los vencimientos de capital o principal se refinancian en forma permanente
- mantiene y agiganta su plena vigencia.
Es parte del objetivo fijado
por el gobierno Macri de gobernar con
deuda - volviendo para ello al mercado externo de capitales - soslayando
que quien pretende gobernar con deuda termina siendo gobernado por los
acreedores de la deuda.