una vida política a la luz de la Doctrina
Social de la Iglesia
Miriam Esteban
ForumLibertas, 13
febrero, 2024
Nació el 9 de
enero de 1904 en Pozzallo, Sicilia, en una familia humilde. Su vida estuvo
marcada por una búsqueda espiritual que lo llevó desde una crisis religiosa
hasta una profunda conexión con su fe cristiana y la virtud de la caridad. En
2018, el Papa Francisco, firma el decreto en el que reconoce sus virtudes
heroicas, y lo proclama Venerable.
Un «alcalde santo»
Después de una
experiencia en su juventud con el marxismo, durante sus estudios
universitarios, La Pira redescubrió su fe durante la Pascua de 1924,
convirtiéndose en laico dominico un año después. Su compromiso con la libertad
y la dignidad humana se manifestó a lo largo de su carrera, desde su trabajo
como profesor de Derecho Romano en la Universidad de Florencia hasta su
fundación de la revista «Principi» en defensa de los derechos humanos,
desafiando abiertamente al fascismo y al nazismo.
Durante la Segunda
Guerra Mundial, La Pira se vio obligado a exiliarse debido a sus convicciones
antifascistas, pero regresó a Florencia después de la guerra para desempeñar un
papel fundamental en la reconstrucción democrática de Italia. Como miembro de
la Asamblea Constituyente, contribuyó a redactar la constitución del país,
destacando el reconocimiento de los derechos humanos como un pilar fundamental
del Estado.
Sin embargo, fue
como alcalde de Florencia donde La Pira dejó una huella indeleble. Conocido
como el «alcalde santo» por su dedicación a los pobres, reconstruyó
infraestructuras devastadas por la guerra, promovió viviendas sociales y luchó
incansablemente por los derechos de los sin hogar, basando su acción en
principios evangélicos de caridad.
Además de sus esfuerzos
locales, La Pira trabajó incansablemente por la paz a nivel internacional.
Organizó cumbres en Florencia, se reunió con líderes mundiales y medió en
conflictos internacionales, desde la Guerra Fría hasta la guerra de Vietnam. Su
visión de la paz trascendió las fronteras políticas y religiosas, abogando por
la convivencia y el diálogo entre diferentes culturas y naciones.
Legado político
En el marco
político, Giorgio La Pira fue un destacado y un ferviente defensor de los
principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Su vida política estuvo marcada
por su profundo compromiso con el servicio al bien común y su búsqueda
incansable de la justicia social. A lo largo de su carrera, La Pira aplicó los
principios de la Doctrina Social de la Iglesia en su trabajo político, buscando
construir una sociedad más justa y poniendo en el centro la dignidad de la
persona, la subsidiariedad y la justicia social como los principios
fundamentales que deben guiar la vida de la humanidad.
Uno de los
aspectos más destacados de la vida política de La Pira fue su compromiso con
los más desfavorecidos. Abogó por políticas de desarrollo económico que
beneficiaran a todos los ciudadanos, especialmente a los más pobres. También
promovió iniciativas para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y
luchó contra la corrupción y la injusticia.
Giorgio La Pira
fue un ejemplo destacado de cómo la Doctrina Social de la Iglesia puede guiar
la vida política de una persona hacia el servicio del bien común. La Pira
sobresale no sólo por su implicación política sino por impulsar activamente la
participación de los ciudadanos en la vida pública. Esto lo llevó a cabo a
través de diferentes puntos:
Participación
política activa: La Pira promovió activamente la participación política de los
ciudadanos, creyendo en la importancia de que todos tuvieran voz en las
decisiones que afectan sus vidas. Animó a la gente a involucrarse en la vida
política local y nacional para contribuir al bien común y promover la justicia
social.
Participación en
la vida comunitaria: Además de su trabajo político, La Pira alentó la
participación de la comunidad en la vida cívica y social. Reconoció el papel
vital de las asociaciones y organizaciones de base para abordar los problemas
locales y construir una sociedad más solidaria y justa.
Subsidiariedad:
Este principio, que sostiene que las decisiones deben tomarse a nivel
subsidiario, es decir, en el nivel más cercano posible a los ciudadanos
afectados, fue valorado por La Pira. Como alcalde de Florencia, promovió la
descentralización y la delegación de poder a nivel local para garantizar una
gobernanza más efectiva y sensible a las necesidades de la comunidad.
Promoción de la
justicia social: La participación, según la Doctrina Social de la Iglesia, debe
estar dirigida hacia la promoción de la justicia social y el bien común. La
Pira encarnó este principio al trabajar incansablemente por la igualdad de
oportunidades, la distribución equitativa de los recursos y la atención a los
más vulnerables.
Solidaridad: La
Pira entendió que la participación efectiva está intrínsecamente ligada a la
solidaridad entre los miembros de la sociedad. Buscó construir puentes entre
diferentes grupos sociales y promover la colaboración y el apoyo mutuo para
abordar los desafíos comunes.
Pero si hay algo
que destaca por encima de todo en la vida política de Giorgo La Pira es su
profundo sentido de caridad hacia los demás, lo que lo convierte su trayectoria
en un ejemplo de cómo esta virtud puede guiar y transformar la acción social y
política hacia el bien común. La caridad no es un concepto abstracto. Es vida.
«No es palabra vacía, sino realidad práctica viviente» (Summi Pontificatus). Es
la caridad una de las columnas que sostiene la Doctrina Social de la Iglesia.
Esta relación se
refleja en la vida y el trabajo de Giorgio La Pira de varias maneras:
La caridad como
criterio supremo de la ética social: La Pira comprendió la caridad como un
criterio supremo y universal de toda la ética social. Reconoció que la caridad,
lejos de limitarse a relaciones personales cercanas, debe ser el fundamento de
todas las acciones encaminadas al bien común y la justicia social. «La caridad
es el antídoto más seguro contra la soberbia y el egoísmo del mundo.» (Rerum
Novarum)
La caridad como
fuente de valores sociales: La Pira vivió su etapa política en compromiso con la verdad, la justicia social
y la libertad. Siempre guiada por su profundo sentido de caridad hacia los
demás. La caridad para con el equivocado no es ni puede ser «indiferencia ante la verdad y el bien»
(Gaudium et Spes).
La caridad y la
justicia: La Pira comprendió que la caridad no solo complementa la justicia,
sino que también la trasciende. Reconoció que, si bien la justicia es esencial
para regular las relaciones humanas, la caridad es necesaria para restaurar la
dignidad y el bienestar humano más allá de lo que la justicia puede lograr por
sí sola. La caridad refuerza pero no suple, la obligatoriedad de los deberes
propios de la justicia. «Para ser auténticamente verdadera, la caridad debe
tener siempre en cuenta la justicia que hay que instaurar y no contestarse con
paliar los desórdenes y las insuficiencias de una situación injusta. «(Dans la
tradition).
La caridad como
fuerza transformadora: La Pira creía firmemente en el poder transformador de la
caridad en la sociedad y la política. Entendía que ninguna legislación o
sistema de reglas por sí solo podría persuadir a las personas y los pueblos a
vivir en paz y unidad. Solo la caridad, como fuerza inspiradora y motivadora de
acciones concretas, puede construir la paz y transformar las estructuras
sociales y políticas para el bien común. «Los medios para salvar al Estado
actual de la triste decadencia en que lo ha hundido el liberalismo amoral no
consiste en la lucha de clases y en el terrorismo ni en el abuso autocrático
del poder del Estado, sino en la configuración y en la penetración del orden
económico y social por los principios de la justicia social y la caridad
cristiana»(Divini Redemptoris).
La Pira era un
político íntegro que se oponía firmemente a la corrupción y la injusticia. Su
congruencia marca la importancia de mantener altos estándares éticos y actuar
con integridad en todas las acciones.
En un mundo cada
vez más polarizado, el ejemplo de La Pira es una lección relevante para los
políticos de hoy, recordándoles que su deber principal es trabajar para el
beneficio de todos los ciudadanos.
Giorgio La Pira
falleció el 5 de noviembre de 1977, dejando un legado de servicio desinteresado
y compromiso con la justicia. Su vida ejemplifica cómo el compromiso político y
espiritual pueden converger para transformar positivamente la sociedad,
recordándonos que ser un político santo no es una contradicción, sino una
realización plena de una vida puesta al servicio de Dios.