que difunde el presidente “más sexy de la historia”
Ernesto Tenembaum
Infobae, 04 Feb,
2024
Primer meme: Un
león hermoso, brillante, monumental, levanta en su mano un libro en cuya tapa
se lee “Ley Bases”, mientras lo aclama una multitud compacta y eufórica de
leoncitos. El león es casi más alto que los edificios que lo rodean y lleva
puesta la banda presidencial. Entre él y la multitud hay algunas personas que
miran hacia los pequeños leones y festejan. Sus caras son raras, como si fueran
y no fueran humanos al mismo tiempo. El contraste entre el tamaño del león y el
del resto de los seres vivos es tal, que los leoncitos parecen en realidad
pigmeos, o algo menos que eso.
Segundo meme: El
león tiene ahora una expresión más seria y solemne. Está de pie, trajeado, con
sus manos apoyadas sobre una estructura de mármol, mientras observa cómo
desfila frente a él una multitud que se pierde en el horizonte. Los leoncitos
no respetan el protocolo de Patricia Bullrich porque interrumpen el tráfico.
Parece el desfile de un ejército que celebra una victoria. Al lado del león hay
una persona canosa que, otra vez, contrasta por su dimensión insignificante al
lado del imponente Rey de la Selva.
Tercer meme: El
protagonista es, otra vez, ese poderoso felino, con su cabellera brillosa, sus
ojos dorados, su mirada segura y calma. De fondo, se ve el Congreso de la
Nación. Dos gaviotas merodean alrededor de su cúpula. Las multitudes -otra vez,
millones de figuras pequeñitas con rostro impersonal- lo aclaman mientras
agitan banderas argentinas. Él está parado sobre la avenida Rivadavia, sobre
una gigantesca cárcel. Sus patas están posadas sobre los barrotes de sus
puertas. A partir de aquí, hay un problema de interpretación. El verdadero
Javier Milei posteó en Instagram el dibujo, con la leyenda: “Oid mortales el
grito sagrado, libertad, libertad, libertad”, como si el león estuviera
abriendo las puertas. Pero hay algo raro. Por momentos parece que los pigmeos
están entrando en esa cárcel, disciplinados y mansos.
En medio del
fragor de las batallas parlamentarias y callejeras que sacudieron al mundo
político esta semana, el Presidente de la Nación difundió esta semana esos
memes. Las interpretaciones dependerán, claro, de la posición política del
intérprete. Donde unos percibirán la expresión de un liderazgo liberador y
emocionante, otros pensarán que simplemente el Presidente está jugando, y otros
podrán ver evidencias de un inquietante culto a la personalidad. Una primavera
democrática, una liberación de las cadenas que han oprimido a los argentinos, o
un clima orwelliano. Vaya a saber quién tendría razón.
No es una historia
demasiado novedosa. Algo así sucedía en los tiempos del peronismo o, más cerca,
del kirchnerismo. Las manifestaciones de adoración a los líderes, promovidas
desde el poder, eran percibidas como una merecida devoción popular por sus
simpatizantes y como una amenaza por los disidentes. Cuando algún inoportuno,
entre los segundos, decía lo que pensaba del tema, ofendía a millones de
empoderados que se lo reprochaban. Los aduladores ganaban sus lugarcitos,
además, cuanto más agresivos se ponían.
Esta historia
recién comienza. Conviene siempre tener en cuenta eso entre tanto ruido. Pero,
en principio, hay que decir que su crecimiento es deslumbrante. Es un fenómeno
político de trascendencia histórica y mundial. No es necesario esforzarse en
construir argumentos que justifiquen esa descripción porque él se encarga de
eso. “No va a poder presentarse como candidato. No va a pasar las PASO. No va a
entrar. No va a ser candidato a Presidente. No va a llegar al ballotage. No
gana el ballotage. No va a poder cambiar nada”, posteó en las últimas horas. Y
la verdad es que tiene razón: franqueó cada uno de esos escollos.
Desde su triunfo,
Milei ha llamado la atención de personajes como Donald Trump -muy probablemente
el próximo presidente de los Estados Unidos- y Elon Musk, el hombre más rico
del mundo y seguramente uno de los más innovadores. Esta semana, la alcaldesa
conservadora de Madrid, Isabel Diaz de Ayuso dijo que es “el político de moda
en Europa” y que “ha logrado que el mundo pose sus ojos sobre la Argentina”.
Wanda Nara lo calificó como “el presidente más sexy que hemos tenido”. En esa
seguidilla pueden entrar desde Daniel Scioli, Carlos Tevez o el Kun Agüero,
hasta un cura exorcista mexicano, un blanco supremacista del sur de los Estados
Unidos, un humorista japonés que imita aquel famoso sketch en el que revoleaba
nombres de ministerios y gritaba “Afuera” (¿o no era un sketch?), o Susana
Gimenez.
Lo que ocurrió
esta semana en el Parlamento fue una demostración de ese talento inesperado y
arrollador. Milei logró poner en escena a un bloque de diputados y diputadas,
en su mayoría jóvenes. Se trata de una derecha nada vergonzante, orgullosa de
ser de derecha, como bien explicó Lilia Lemoine. No se parecen mucho a los
liberales tradicionales, más prolijos, atildados, bilingües, con origen en la
zona norte de las capitales o en las áreas rurales. Hay de eso. Pero también
hay plebeyos, reos, provocadores, que ocupan el lugar que les dio el pueblo sin
timidez, casi con insolencia. Son capaces de gritar Viva Cristo o Viva Bukele
sin que se les mueva un pelo. ¿Por qué no lo harían, por otra parte, si en ese
mismo recinto se gritó viva Maduro? Hay un nuevo actor en el Parlamento y
dejará sus marcas porque, como Milei, va corriendo las líneas de lo que se
puede y no se puede decir.
Pero además, el
superleón disciplinó a la bancada del PRO. Es muy natural que el bullrichismo
se pliegue. Los vínculos entre todos ellos son muy antiguos, desde que el 27 de
febrero de 2021 Milei y Bullrich chocaron sus puños en una manifestación
anticuarentena. La novedad es el acercamiento de dirigentes que construyeron
sus carreras gracias a discursos republicanos y, en los últimos tiempos,
dialoguistas y moderados –como Diego Santilli y María Eugenia Vidal, los dos
candidatos triunfadores en las legislativas del 2021. Parecían parecidos a
Barak Obama o a Angela Merkel pero ahora trabajan para un admirador de Donald
Trump y Jair Bolsonaro, que ha dicho que Merkel es lo mismo que Stalin y
Hitler.
Se trata de un
fenómeno mundial. Mucha gente creía en los Estados Unidos que el histórico
Partido Republicano moderaría a Donald Trump o que los sectores conservadores
brasileños contendrían a Bolsonaro. Hay ejemplos históricos más terribles de
estos fenómenos pero son tan exagerados que conviene omitirlos, al menos
mientras no haya elementos para hacer lo contrario. Quien ha expresado esa
especie de revolución en la Argentina es el talentoso Javier Milei.
En ese contexto
glorioso, el Presidente encontró un método. Hay una base que ya tiene: lo
propio más el PRO. Entonces, propone una opción de máxima y negocia con los
dialoguistas para conseguir lo que quiere. Así les da un argumento para
justificarse ante sus bases y se queda con lo que busca. Alta política.
La ofensiva parece
exitosa pero tiene su Lado B. Uno de ellos es que el clima se hace cada vez más
enrarecido. Durante cuarenta años, las fuerzas del orden de la Argentina
tuvieron muchos desafíos, algunos muchísimos mayores que el de esta semana.
Nunca -ni en el 2001, ni en los alzamientos carapintadas- hubo tantos
periodistas baleados. El método fue tan brutal que mereció una advertencia de
sectores muy diversos de la actividad como el Sindicato de Prensa de Buenos
Aires, FOPEA y la Academia Nacional de Periodismo, que preside Joaquín Morales
Solá. La ministra Patricia Bullrich propone que los periodistas sigan ciertas
reglas para no ser lastimados en próximos conflictos. ¿No se debería haber
acordado algo así antes de dar la orden de disparar balas de goma a mansalva?
Por otra parte, ¿el disparo de balas de gomas es el único método que existe
para dispersar manifestantes?
Es un clima donde
todos están heridos y todos agreden. La brutal trompada que recibió un joven
libertario, la manera que manifestantes corrieron a diputados de La Libertad
Avanza y del PRO, la agresión contra colegas de Todo Noticias y América por
parte de manifestantes fue barbarie pura, un espejo de lo que hacía Revolución
Federal unos meses atrás. Nadie tiene por qué ser tratado así, por varias
razones. Porque se trata de una cobardía, y porque legitima un método. Todo el
mundo ve la agresión que recibe, nadie la que emite. Y todo esto deja heridas,
dolor, crispación, ansias de venganza.
Otro caso. Myriam
Bregman denunció la represión y también amenazas contra ella desde las gradas.
Lilia Lemoine le respondió que los manifestantes que responden a Bregman la
agreden y la escupen cuando cruza a su oficina del anexo. Luego, Lemoine
denunció que en X la amenazaron de muerte. La Argentina vive hace años un clima
político donde todos ven la agresión que reciben y nadie la que emiten. Esa
tensión ha escalado desde el 10 de diciembre. Parte de la responsabilidad de un
gobierno consiste en distender, pacificar, suavizar. No está claro que las
nuevas autoridades comprendan ese desafío.
Las desmesuras
están a la orden del día. “Cuando los zurdos lloren represión y se esconden con
banderas de los derechos humanos recuerden que hoy salieron a golpear a gente
por el simple hecho de no pensar como ellos”, escribió Agustín Laje, el
intelectual de extrema derecha amigo del presidente Milei. El economista Carlos
Rodríguez pidió que uno de los detenidos, de origen chileno “se coma algunos
años de prisión en celda solitaria” antes de ser deportado.
Y después está la
economía, siempre la economía. Hay un número que ha pasado desapercibido. La
encuesta más fiable sobre humor social se llama Índice de Confianza del
Consumidor. Hace veinte años le preguntan todos los meses a la gente si piensa
comprar o compró bienes muebles o inmuebles, si le alcanza la plata, si se fue
de vacaciones más o menos tiempo que el año anterior y así. Lo confecciona la
encuestadora Poliarquía para la Universidad Di Tella. En los últimos dos meses
ese índice registra una caída de 26 por ciento, un desplome inédito desde que
se empezó a medir en 2003. La misma gente mide el Índice de Confianza en el
Gobierno, que siempre arranca muy alto para todos los Presidentes que asumen.
Esta vez también fue así. La curiosidad es que en el mes de enero, cayó un 8
por ciento, lo que es un fenómeno inédito en el segundo mes de gestión. Si el
León quiere seguir adelante con su marcha vencedora deberá pensar que hay un
problema serio con el poder adquisitivo de los salarios.
En el mundo
económico hay cierta inquietud, además, respecto de si en los próximos meses la
inflación no le obligará al Gobierno a producir otra devaluación importante.
Domingo Cavallo lo expresó de manera taxativa el miércoles. “Para eliminar la
inflación lo más importante es evitar un nuevo salto cambiario antes de que se
esté en condiciones de unificar y liberalizar totalmente el mercado cambiario”,
escribió.
Igual, no hay de
qué preocuparse. Es un fin de semana para festejar y “domar”, como dicen los
Libertarios, a quienes “no la ven”.
El Javier Milei
verdadero no es, en verdad, tan alto como el león que lo representa. Algunos de
sus ex compañeros de Chacarita contaron que compensaba con arrojo y
determinación la estatura que le faltaba para el puesto de arquero.
Pero ahora lo
conocen en el mundo. Es Presidente. Wanda cree que es el más sexy.
¿Qué más se puede
pedir?