por María Delicia Rearte de Giachino
Informador Público, • 09/06/2015
DR. NELSON CASTRO
En su muy visto programa “El juego limpio” de ayer,
penetró usted en un tema por demás doloroso, cuyo alcance seguramente no llegó
a evaluar, como comunicador y especialmente como médico. Presentó a dos mujeres
que ostentan uno de los títulos más nobles y sacrificados que puede ostentar
una mujer: enfermera.
Enfermeras de Guerra, tal vez dentro de tal profesión,
la culminación de sus deberes y de la más noble entrega al dolor solitario de
un soldado…
Tengo en mi poder y en mi corazón el relato de los
últimos momentos de mi hijo, el SR. CFIM (PM) D. Pedro Edgardo Giachino, que me
enviara la enfermera inglesa que lo recibió, todavía con vida, en el hospital
de las Islas donde fue atendido con el mayor profesionalismo y humanidad. Allí
esa enfermera, sosteniendo con sus manos, como en oración, las manos del
soldado, sintió su postrer entrega… Y a ella me une, a través de la distancia y
de los años, un profundo sentimiento de agradecimiento porque, seguramente en
esa mano, el hombre sintió el calor de los amores que dejaba…
¡Cuántos soldados en Malvinas habrán recibido ese
bálsamo de amor de una mano de mujer en su dolor!
Ayer, seguramente en aras de “rating” y en consonancia
al “NI UNA MENOS”, sumó usted, con su irreverencia, “muchísimas menos”…
Porque, Dr., bien sabe usted que se mata de distintas
maneras y no solamente con la violencia física. Existe una muerte secreta y
amarga que viven en estos momentos de una Argentina irreverente, miles de
mujeres cuyos hombres son vilipendiados, despreciados, calumniados, por haber
ofrendado sus jóvenes vidas en defensa de su PATRIA.
Soldados y oficiales argentinos que merecen los
mayores honores son hoy tratados de torturadores, ladrones, asesinos, cobardes
y el título que les faltaba, usted lo largó ufanamente, sin la risa forzada a
Nelson K, abusadores de enfermeras en plena guerra.
¿Sabe a cuántas mujeres lastimó con su actitud? ¿Cómo
pudo usted, que hizo un juramento de salvar vidas, mancillar el recuerdo de
esposas, hijas, novias, madres, cuyo dolor jamás fue reconocido en su grandeza
y por el contrario rebajado por mentiras y embustes, agregar ahora el estigma
de la degradación sexual de sus hombres?
Si su propósito fue el de denigrar con esos hechos
aberrantes a las FFAA y en especial a la ARMADA ARGENTINA, que libraron la
GUERRA DE MALVINAS, puedo asegurarle que lo consiguió.
Las señoras enfermeras que invitó y que fueran
ultrajadas por sus superiores, según sus testimonios, no merecían esa
exposición degradante. Debo aclarar, asimismo, para evitar conclusiones
malintencionadas y delitos insinuados, que durante el conflicto, las enfermeras
recibían a los heridos en el barco hospital, sin bajar a tierra, y que cientos
de relatos de oficiales y soldados dan cuenta de la caridad y excelencia con
que fueron atendidos…
Debo también hacer referencia a la mención del CECIM,
apoyando las denuncias de estas señoras, cuya veracidad no pongo en duda. El
CECIM está conformado por VGM, que merecen mi respeto por el solo hecho de
haber vivido la Guerra, pero que lamentablemente, llevados por intereses
espurios, equivocaron su destino y en sus acciones; las que pretenden
considerarse de solidaridad y justicia esconden intenciones aviesas,
destructivas del honor y valor de Malvinas. Tal el propósito de la profanación
de las tumbas de Darwin propuesta por iniciativa de un gobierno que destroza su
pasado heroico en aras de un presente corrupto y un futuro sin LIBERTAD ni
JUSTICIA.
Debo agregar que estos “defensores de la verdad”, en
diciembre de 2010, tuvieron la valentía de amenazarme dos veces, por mi
insoslayable deber de inmortalizar la CAUSA MALVINAS, no sólo por haberla
penetrado en todo su dolor, sino porque una Patria sin santos ni héroes es
bastión de mercenarios y falsos profetas.
Dr. Nelson Castro, si logró usted su objetivo de
audiencia, que Hipócrates lo perdone…