La primacía de la política como poder ser
ALBERTO BUELA
Elmanifiesto.com
Si la opinión como enseña el viejo Aristóteles es
“afirmar o negar algo con miedo a equivocarse”, entonces opino que José Antonio
fue uno de los pensadores políticos más lúcidos del período entreguerras.
Mi opinión sobre él, se circunscribe a su aspecto de
pensador dado que como gobernante político quedó en potencia, a la manera del
rumano Cornelius Zelea Codreanu o del peruano Víctor Raúl Haya de la Torre. Al
igual que estos dos hombres de su tiempo, no tuvo acceso al poder y no pudo
llevar a cabo sus ideas políticas, vinculadas éstas al socialismo nacional
europeo más que al fascismo, y de organización socio-económica a través de su
ideario sobre el nacional sindicalismo.
Este hecho, que no ya una opinión, y como tal
indubitable, hizo que en su discurso o mensaje político tuviera primacía, se
resaltara el aspecto del poder ser sobre lo que es. Nos explicamos: si la realidad no es otra
cosa que el conflicto entre potencia y acto, como enseñaran los viejos
filósofos. Esto es, si la realidad es no sólo lo que es, sino además lo que
puede ser, José Antonio, por su formación mental y su contexto
histórico-político, otorgó primacía al poder ser en su discurso político.
Esto hace de él, lo que hoy llamaríamos un pensador
progresista, pero no porque creyera en la idea de progreso indefinido de la
humanidad como han creído y creen los pensadores demoliberales y
neoiluministas, sino porque su pensamiento es un pensamiento progresivo, es
decir, que va más allá del statu quo reinante o vigente. Es un pensador no
conformista en el sentido lato del término: No está de acuerdo con la realidad
política tal como se da. En este aspecto es emblemático el texto del discurso
de fundación de la Falange del 29/10/33 cuando deja planteados temas que,
setenta años después, aún no hemos podido resolver:
“Somos un movimiento, no un partido, que no es de
derechas ni de izquierdas, porque la derecha es la aspiración a mantener la
organización económica aunque sea injusta y la izquierda es el deseo de
subvertir la organización económica aunque se arrastren muchas cosas buenas
(...). El socialismo fue una reacción legítima contra aquella esclavitud liberal
(...). pero el socialismo no aspira a restablecer la justicia sino la
represalia (...). Queremos que España recobre resueltamente el sentido
universal de su cultura y su historia.”
De hecho, este texto breve nos muestra que José
Antonio se ha transformado en un clásico de la política contemporánea, si por
clásicos entendemos a aquellos autores antiguos a quienes al interrogarles nos
ofrecen siempre una respuesta vigente sobre lo actual.