el PBI argentino
será similar al 2017 pero 5% menos por persona
Alfil, 13 abril,
2022
El último nivel
máximo de PIB de la Argentina es de 2017, cuando había 44 millones de
habitantes. Las proyecciones indican que se volverá a alcanzar recién el año
que viene, pero ahora con 46 millones de habitantes, lo que implica que el
producto por habitante todavía no recuperará lo perdido. Más aún, teniendo en
cuenta el factor poblacional, el nivel máximo de PIB per cápita no se alcanzó
en 2017 sino en el año 2011, momento desde el cual la economía argentina mostró
un desempeño errático en materia de crecimiento. Ecolatina estima que en
2023 el PIB será similar al de 2017, pero 5% menor en términos per cápita, y
todavía ubicándose 11% por debajo del máximo alcanzado en 2011.
Pero las
diferencias entre el valor proyectado para 2023 y 2017 no se acotan al PIB per
cápita, sino que concierne a la trayectoria del poder adquisitivo del salario a
lo largo del período transcurrido, que habrá sufrido un fuerte deterioro:
durante el año pasado el salario real fue casi 20% inferior al de 2017, y no se
espera que se recupere significativamente este año ni el próximo; de hecho,
proyectamos que cerrará 2023 con un deterioro promedio de 16,5% respecto a
2017.
Dado que la
cantidad de trabajadores formales se habrá incrementado en casi 5% -similar al
crecimiento poblacional-, esto implica que a lo largo de estos años tendremos
una mayor cantidad de trabajadores, pero con salarios más bajos en términos
reales.
Por otro lado, el
cambio de composición hacia dentro de los asalariados -que representan la mayor
cantidad de trabajadores- tiene su correlato en las cuentas nacionales. A la
vez que el consumo público -esencialmente salarios- superará 3,5% los valores
de 2017, el consumo privado, que representa aproximadamente el 70% del PBI,
exhibirá un retroceso superior al 7%, afectado por la dinámica del salario real
a lo largo del período. Estos números empeoran considerablemente si se
contempla el crecimiento poblacional.
La situación entre
los dos valores “similares” de PIB (2017 y 2023) será bien distinta en términos
sociales, y posiblemente la tasa de pobreza sea el dato que mejor condensa esta
diferencia: promedió 27,2% durante 2017 y prevemos que la elevada inflación obstaculizará
su descenso desde los niveles actuales – fue de 39% en 2021- en los próximos
dos años.
En consecuencia,
si bien la economía retornará a sus niveles máximos el próximo año, esto no
indica que ya se haya recuperado el terreno perdido en los últimos años: por un
lado, el consumo distará de ser lo que era entonces, debido a un salario real
que lejos estará de empardar su nivel de 2017; por otro, se dará en un contexto
de pobreza más de 10 p.p. superior. Ambos síntomas reflejan el principal
problema: la población habrá crecido 6% en el período, por lo que la misma
torta se tendrá que repartir entre más gente.
Luego de rebotar
fuertemente en 2021, las expectativas para la actividad económica muestran que
el sendero de crecimiento seguiría hasta, al menos, las próximas elecciones
presidenciales. Para este año, si bien no esperamos un crecimiento
significativo entre puntas, por el arrastre estadístico que dejó el 2021 la
previsión del crecimiento sería del orden de 3%, y esta cifra que esperamos
podría repetirse en 2023.
Estas proyecciones
son consistentes con las contenidas en el Acuerdo con el FMI -el organismo
proyecta en el rango de 3,5-4,5% para este año y 2,5-3,5% para el que viene-,
con las perspectivas del Banco Mundial -el Global Economic Prospects contiene
una previsión de 2,6% y 2,1% para 2022-23- y las del Relevamiento de
Expectativas de Mercado (REM) -3,2% Y 2,2%, respectivamente-.
De materializarse
estas proyecciones, se podrían encadenar tres años consecutivos de crecimiento
sostenido, algo que no sucede desde hace más de una década. Más aún, en 2023 el
nivel de actividad también podría alcanzar los mayores valores de la serie.