sábado, 30 de abril de 2022

LA SOCIEDAD RECLAMA


a los constituyentes del 94 terminar con la grieta


En el primer día del mes de mayo, además de conmemorarse el día del trabajador, se celebra también el Día de la Constitución Nacional Argentina (CNA).

 

Especial para La Nueva Mañana, 29-4-22

 

Según la Ley 25.863 el 1º de Mayo es el Día de la Constitución Nacional en conmemoración de su sanción el mismo día del año 1853 en la ciudad de Santa Fe. En atención a esta celebración, La Nueva Mañana entrevistó al  militante y dirigente político Carlos Alberto del Campo, quien fuera -en 1994- convencional nacional constituyente por Córdoba. Integró las Comisiones de “Régimen Federal” y “Tratados de Integración e Internacionales” y se expresó en esta oportunidad sobre la importancia y el recorrido histórico de nuestra Constitución, a la vez que refleja el rol político actual de quienes fueron Convencionales Constituyentes en la última reforma constitucional en 1994.

 

¿Cuál es la razón de ser de la Constitución Nacional Argentina; qué se logró -y se logra- por su intermedio?

 

- La Constitución Nacional establece principios y objetivos de la nación, la existencia de órganos de gobierno, sus facultades y limitaciones, los derechos de los individuos y las vías para hacerlos efectivos.

 

¿En razón de qué propósitos nace nuestra Constitución; cuáles modelos se siguieron a la hora de su confección primera?

 

- La razón fundamental para organizar la Nación -desde Mayo de 1810 y del 9 de Julio de 1816-, fue un reclamo por la necesidad de constituir la unión nacional, afianzar la Justicia y consolidar la paz interior. Los fundadores –bajo influencia de Alberdi- tomaron parte del modelo la Constitución de Estados Unidos y sus principios del liberalismo y el federalismo. Entonces en esos dos modelos de confección y pensamientos –la Constitución de los EE.UU. y en “Bases y puntos de partida para la organización…” de J. B. Alberdi- se puede encontrar las mayores influencias al momento del nacimiento de la Constitución de 1853.

 

¿A qué se han debido las reiteradas modificaciones y reformas de la Constitución Argentina?

 

- Es que ya la Constitución Nacional  de 1853 de la Confederación Argentina, fue rechazada por la Provincia de Buenos Aires. Entonces Bartolomé Mitre impuso una Reforma en 1860 basada en el modelo agro/exportador, estado laico y contemplando a la fervorosa ola inmigratoria de aquel momento. Como consecuencias de esta Reforma nacieron el voto cantado y el fraude. Más tarde, ya en 1916, durante el gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen se reclamaba por una reforma que incluyera derechos laborales, sociales y políticos; pero recién en 1949, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, se dictó una Constitución Nacional dentro del marco del constitucionalismo social, incorporando los derechos laborales y sociales, igualdad jurídica del hombre y la mujer, derechos de la niñez y la ancianidad, autonomía universitaria, función social de la propiedad, el capital y la actividad económica, sistema de servicios públicos y comercio exterior, monopolios u oligopolios privados, y la posibilidad de reelección del presidente y vicepresidente.

Scalabrini Ortiz llamó al artículo 40 de dicha Constitución “el bastión de la República”; el citado artículo expresa, por ejemplo que: “La importación y la exportación estarán a cargo del Estado”. “Los minerales y caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación”. “Los servicios públicos pertenecen originariamente al Estado y bajo ningún concepto podrán ser enajenados o concedidos para su explotación”. “Los que se hallasen en poder de particulares serán transferidos al Estado, mediante compra o expropiación”. “El precio de la expropiación... será el del costo de origen... menos las sumas que se hubieran amortizado”… En la Constitución Nacional de 1949 se establecía un sistema capitalista mixto con intervención del Estado.

 

Luego de derrocar a Perón, el Gobierno militar de facto de la Revolución Libertadora abolió a la Constitución mediante un bando militar.

 

Actualmente está en vigencia la Constitución que contiene las modificaciones de 1994… ¿Por qué se decidió reformar la constitución en 1994? ¿Cómo, por qué y para qué  se decidió reformar la constitución aquel año?

 

- Pasó que, al abolirse la Constitución de 1949, se repuso el texto de 1853 con sus reformas de 1860, 1866, 1898 y 1957, estableciendo un sistema constitucional vetusto, sin  reelección presidencial; y como en 1995 se vencía el mandato del presidente Carlos Menem, quien aspiraba a un segundo mandato presidencial, se comenzó a trabajar para reformar la Constitución. Raúl Alfonsín –antecesor presidencial de Menem-, durante su presidencia había anunciado la Reforma “para la consolidación de la democracia”, pero terminó su mandato -por renuncia- antes de término. Luego, en 1994,  Menem y Alfonsín, el PJ y la UCR, suscribieron un pacto  -el recordado Pacto de Olivos- para el dictado de la Ley de Reforma -lo que les significó malas  consecuencias electorales para ambos sectores políticos: para el PJ 38,5 % de los votos y para la UCR 19,74%. –siendo que venían obteniendo mayores números-.

 

Estos magros guarismos expusieron el claro rechazo de vastos sectores internos de unos y otros –PJ y UCR- para con el Pacto de Olivos

 

– Yo opino que es a partir del Pacto de Olivos que comenzó el derrumbe de la UCR-. La Ley de la Reforma introdujo “una trampa” que fue crucial: llevar al debate el “Núcleo de Coincidencias Básicas” -redactado en Olivos, en el ya citado pacto celebrado allí, y que aseguraba la reelección de Menem-, y  quien lo rechazaba con su voto -como fue mi caso- se vio imposibilitado de votar afirmativamente en temas importantes. Lo notable es que fue este tema, el Pacto de Olivos, el que tuvo la mayor extensión en el debate.

 

¿Por qué piensa usted que Perón no bregó por volver a la Constitución del 49 cuando regresó a la presidencia del país en 1973?

 

- Porque Perón solamente gobernó  9 meses, hasta su muerte, pero propuso a la Nación el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional -que bien podría haber sido tomado como base para una reforma constitucional-. Y después, con el golpe de Estado, el llamado liberalismo que gobernó con los militares a partir del 24 de marzo de 1976 no iba aceptar jamás ningún modelo de Constitución que tendiera a alcanzar la liberación nacional.

 

¿Cuáles fueron, a su entender, los cambios más trascendentales para la Nación surgidos desde la reforma del 94?

 

- Los hay positivos y negativos, en los primeros otorgar rango constitucional a tratados internacionales con jerarquía superior a las leyes, jerarquizar el Ministerio Público, pautas para distribuir la recaudación de impuestos, autonomía municipal, creación de regiones, derechos de pueblos originarios, límite a la edad de los jueces a 75 años, derecho imprescriptible de Soberanía de las Islas Malvinas y su recuperación definitiva. Entre los segundos, la supresión del Colegio Electoral que significó el debilitamiento del federalismo, la creación del Consejo de la Magistratura que trajo  importante controversia con posiciones encontradas porque se disputa el control del Poder Judicial. Se creó la figura del jefe de Gabinete con funciones insignificantes. Un gran aspecto negativo es la confusa autonomía para la Ciudad de Buenos Aires.

 

¿Piensa usted que es necesaria una nueva reforma constitucional; por qué?

 

- No, de ninguna manera. La Constitución Nacional debiera expresar la época en que la Nación se organiza sobre cimientos sólidos. El estado de retroceso que soporta nuestro país no reclama reforma alguna. Una futura convocatoria debiera definir un Proyecto Nacional.

 

¿Alguna reflexión en particular en una nueva conmemoración del Día de la Constitución Nacional?

 

- La sociedad argentina, compuesta de seres humanos libres está reclamando, a quienes les cupo el honor de ocupar una banca constituyente, la resolución con patriotismo de  los agudos problemas, para terminar con la “grieta y el odio” que destruye el tejido social. Quiero destacar que los presidentes posteriores a la reforma de 1994 fueron convencionales constituyentes en aquel año, también gobernadores, integrantes de la Corte Suprema de Justicia -Carlos Rosenkrantz se desempeñó como asesor de Alfonsín-, ministros,  diputados, senadores de la Nación y de provincias, constitucionalistas y académicos, empresarios, militares, religiosos y hasta algún periodista. A 28 años de la Reforma creo que el resultado llama a  una serena reflexión.