La arquitectura del
narcotráfico
ADELITA CORIAT
laestrella.com.pa,
26-11-13
Muchos de los planes,
las estrategias y la logística del narcotráfico se diseñan en el istmo. El
lugar donde se hacen pactos, entregas, rutas y blanqueo de capitales. Panamá es
un sitio atractivo para los carteles porque cuenta con un sistema financiero
dolarizado, casinos, rumba y compras
Autoridades del SENAN observaron a tres
sujetos fuertemente armados en el sector de Chame que desempacaban 402 kilos de
cocaína que les fueron decomisados.
Es la droga de los
ricos. Sin embargo su consumo no responde siempre a la cartera. La droga
blanca, la que con una dosis más fuerte intensifica el high de donde
posteriormente pocos pueden aterrizar. Doña Blanca es difícil de dejar, se hace
una compañera fiel e irresistible, pero con el tiempo deja un dolor profundo en
el cuerpo y en el alma, algo insoportable.
De principio a fin es
uno de los negocios más lucrativos del mundo, de los que más corrompen
instituciones y autoridades, de los que se tiñen de sangre y crueldad. Es el
único polvo blanco que, aunque convertido en piedra, sus consumidores estarían
dispuestos a dar la vida por él.
El narcotráfico es
una guerra sin cuartel que se libra en las calles a plomo, soborno, extorsión y
violencia que por lo general viene acompañada de una alta dosis de crueldad.
Es el negocio de las
rutas cambiantes, el que vive en una incesante persecución, el que aviva la
creatividad en sus formas de camuflaje y crea nuevas vías para hacer llegar la
droga al norte o a Europa, los dos mercados más importantes del vicio.
La cantidad de
cocaína que se produce en el mundo es abstracta, ni los propios carteles lo
saben; sin embargo, el más reciente informe de la Oficina de las Naciones
Unidas Contra las Drogas y el Delito (ONUDC) estima que rebasa las mil
toneladas.
Colombia dejó de ser el principal productor de
cocaína para ceder su lugar a Perú. Un logro para los colombianos que redujo la
cantidad de plantíos a casi un tercio de hectáreas cultivadas. Pero se trata de
un triunfo amargo; en Colombia el negocio se ha transformado en un problema de
microtráfico que condujo a un alto consumo de droga en la plaza local.
La acción de las autoridades colombianas ha provocado
que a los señores de la droga se les dificulte sacar grandes cantidades por sus
mares como era común en años anteriores, lo que ha orillado a los narcos a
abrir mercados en casa.
Casi la mitad de la droga encomendada al mercado
externo se asigna ahora al narcomenudeo, lo que ha generado un problema de
salud pública muy serio y obligado al vecino gobierno a adoptar nuevas medidas
en materia de prevención.
La situación del vecino
país alteró el modus operandi en Panamá, donde las cargas parecen haber
disminuido en tamaño: de toneladas a cientos de kilos. Una ‘‘narcoestrategia’’
que pretende evitar pérdidas dramáticas como antes ocurrían al ser
interceptados por los ‘tumbadores’, narcopiratas que roban la mercancía
mientras está en tránsito.
No obstante estas
adversidades que se presentan en el transporte de la droga, en el istmo prima
una gran ventaja sobre otros países como Colombia o México, aquí aún no hay
territorios específicos controlados por carteles particulares donde el solo
hecho de cruzar sus límites sea una garantía para morir. Igualmente, las rutas
se alteran, informes de inteligencia señalan que el número de envíos directos a
Costa Rica se disparó, los transportistas prefieren hacer viajes rápidos por el
Atlántico, el Pacífico y/o por aire más que por tierra.
La razón de esta
atracción por las rutas al vecino país tico es que en Panamá las incautaciones
han sido fructuosas, por lo que los grupos prefieren seguir de largo con sus
cargamentos sin tocar tierra panameña. Cuando ocurre lo contrario, la droga es
escoltada por integrantes de grupos de carteles mexicanos o colombianos para
evitar los famosos ‘tumbes’ y garantizar la mercancía hasta el punto de
destino.
Las ramificaciones de
estas organizaciones criminales se han internacionalizado por la naturaleza del
negocio y en los años recientes sus integrantes han migrado a otros países
producto de las acciones militares o policiales en países como México y
Colombia, de donde son originarios estos carteles, lo que ha provocado la
migración de sus miembros a Centroamérica.
NEGOCIO PRECISO
Detrás del trasiego
de drogas existe toda una logística básica para cuadrar la ruta. Un concepto
que toma en cuenta el personal, generalmente local, al momento del transporte;
las cuotas de derecho a piso, los sobornos correspondientes, por el cuido la
mercancía; y librarse de los riesgos de los ‘tumbadores’ en el camino.
Panamá es el tercer
país donde más se incauta droga después de Estados Unidos y Colombia, con un
promedio de 52 toneladas anuales; aun así, las adictas venas en el norte
demandan mucho más que eso, tres veces más es el cálculo más conservador.
Panamá es la boca del embudo. Cercana a los países que producen el 80% de la
cocaína del mundo, su posición es un escalón estratégico para el trasiego de
drogas. Pero en realidad nadie sabe la cantidad de droga que entra al norte y
menos el número de narices enviciadas que demandan el polvo.
El informe de la ONUDC confirmó que en 2011
la cocaína incautada por Centroamérica fue 13 veces superior a la incautada por
México.
Tanto el suministro
de cocaína a los Estados Unidos como la delincuencia organizada en México han
sido enormemente alterados, pero la primera línea de combate contra la cocaína
parece haber migrado al sur.
Este cambio también
se reflejó en los datos sobre movimientos de cocaína recopilados por el
Gobierno de los Estados Unidos.
La cuota de todos los
incidentes de flujo detectados cuyo destino o punto de incautación fue
Centroamérica se disparó hasta un 85%.
Los cargamentos
directos a México cayeron de 174 en 2000 a 30 en 2011, mientras que aquellos
hacia Panamá, Costa Rica, Guatemala y Honduras se dispararon a partir del 2006.
En diez años Honduras aumentó el número de incidentes de 20 a 233, por ejemplo.
LAS ATRACCIONES DEL
PARAÍSO
Todo lo que necesita un narco para sus negocios está
en Panamá: Bancos, sociedades anónimas, negociaciones y pláticas con
representantes de la DEA ,
refugio, casinos, rumba, mujeres, en fin. . . ¡Todo!
‘Esa es la primera razón por la que vine a Panamá’,
dice Jeremy McDermott, director de Insight Crime, un centro de estudios sobre
crimen organizado en América Latina y el Caribe.
McDermott es uno de
esos ingleses que hipnotiza con su acento. Rubio y de ojos claros, divide su
vida entre Colombia y el resto del continente desde donde recoge información
sobre el crimen organizado.
Jeremy explica que
los narcos han encontrado cómo bailar al ritmo del centro bancario panameño. A
pesar de los fuertes controles, los criminales ‘se hacen de varias cuentas a
nombre de terceros en las que depositan menos de 10 mil dólares para evitar las
sospechas y así mover y blanquear sus capitales’.
En el menú de
preferencias la Zona Libre
de Colón, en el atlántico, históricamente ha sido el paraíso de compras de
licores, ropa, electrodomésticos y todo tipo de artículos que ingresan a
Colombia en forma de contrabando.
La fórmula es
financiar el contrabando entre Zona Libre con el dinero del narco, y en el
vecino país vender en los célebres pulgueros conocidos como San Andresitos,
donde los colombianos recuperan su dinero y les queda de lo más limpio.
Mientras, a lo
interno el sistema judicial panameño les resulta convenientemente lerdo y
vulnerable.
Entre 2011 y 2012 en
las fiscalías de Drogas panameñas se contaron 58 expedientes por blanqueo de
capitales por delitos relacionados con drogas.
El tema en los
juzgados es lento, y los abogados que tramitan saben que cuando el caso supera
la primera instancia, las audiencias se aplazan en forma continua.
Hay poca certeza del
castigo. Expedientes en los que fiscales tratan de probar el blanqueo de
capitales donde las sumas están mal hechas, o investigaciones tan débiles que
nunca se logra probar que el patrimonio en cuestión es producto del tráfico de
drogas.
Estos hechos se suman
a las facilidades y comodidades del sistema financiero para abrir sociedades
anónimas. Un instrumento ideal para ocultar los dineros ilícitos.
Como si fuera poco las condiciones de conectividad
naturales y geográficas; por tierra hay conexión con las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) en la ruta del Darién. Desde Colón se envían
y reciben contenedores hacia y desde cualquier parte del mundo. Amplias costas
en ambos mares hacen casi imposible detectar todas las lanchas rápidas o
go-fast, sumergibles y semisumergibles que logran abastecerse de combustible
con la complicidad incluso de poblados. Gente a las que el dinero fácil las
seduce.
Panameños y
colombianos dominan el mercado de transportar la droga a través del Istmo. No
obstante para reducir los riesgos, los mexicanos han adoptado la costumbre de
escoltar la mercancía para asegurarla.
Además de la pérdida
de cocaína por la actuación del Estado, también se pierde un porcentaje
desconocido debido a los ‘‘tumbadores’’. Existen tal vez de 40 a 50 facciones
de ‘‘tumbadores’’, aunque algunas fuentes sitúan este número mucho más arriba.
Algunos líderes carismáticos han logrado unificar varios grupos en unidades más
grandes, pero estos están muy a menudo en conflicto por las áreas de tráfico.
‘Doña blanca’ utiliza
tres vías principales para llegar al norte: botes pesqueros del Pacífico y
otras naves marítimas, incluyendo semisumergibles, destinados principalmente a
Guatemala, que suministran cocaína al cartel del Pacífico. Lanchas rápidas en
el Atlántico y otras embarcaciones surgidas del ingenio como semisumergibles,
además de aeronaves que salen de la frontera de Venezuela con destino a
Honduras para el Cartel del Pacífico y los Zetas.
Las aeronaves
preferidas son la ‘Cessna Conquest’ y la ‘Beechcraft Duke’, pero también se han
detectado algunas más grandes.
Para aterrizar se
valen de pequeñas pistas informales en terrenos disimulados por la vegetación.
La cocaína se puede trasladar hacia el norte en una serie infinita de
combinaciones porque se trata de zonas raramente vigiladas. Las aeronaves hacen
varios vuelos cortos entre Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala.
Es un negocio donde
la innovación es necesaria para asegurar que no habrá ‘percances’ y evitar los
radares de las P-3 Orion, aeronaves de vigilancia de los EEUU.
Algunos traficantes
evitan la densa selva del Darién y hacen el corto viaje hasta Panamá por mar
desde el golfo de Urabá en el Atlántico colombiano (alrededor del 55% de los
cargamentos detectados) o por Juradó en el Pacífico (45%).
La idea es esperar
una brecha en las patrullas. Cada envión incluye una gama de botes entre ellos
lanchas artesanales más lentas. Panamá es el ‘‘caleto’’ logístico de los narcos
en Centroamérica, aquí almacenan la droga y después la exportan por tierra, mar
y aire.
LOS PASOS DE LA DROGA
Desde que empezó a
moverse la droga hacia el norte, Panamá figuró en las rutas del tráfico de
cocaína, arrancó desde sus inicios en la década de los 70. Muchos de estos
caminos se construyeron a partir de redes preexistentes de contrabando de
electrodomésticos y otros productos de lujo entre Colombia y Panamá. Desde los
años 80, cuando el negocio se consolidaba a paso forzado y Colombia se hizo en
extremo violenta, Panamá siempre estuvo ahí como uno de los principales
eslabones.
En todos los países afectados —incluso en los Países
Bajos y los EEUU— con el tráfico de cocaína, se endureció el crimen organizado,
no solo en cuanto al recurso de la violencia, sino en su capacidad de
penetración en la economía, agencias del Estado, la política y de la sociedad.
Aquella infiltración mafiosa prospera en particular
donde hay menos regulación, más corrupción, mayor permisividad y poco debate e
investigación acerca de estos fenómenos.
En Amsterdam, Holanda, ante la evidencia de que el
crimen organizado había penetrado determinados sectores de la economía local,
la alcaldía introdujo medidas para blindar puntos débiles de contacto o de
entrada de estos grupos en sectores como los bienes raíces y la prostitución.
En Colombia, después
de la muerte de Pablo Escobar (1993), prosperó la idea de que el narcotráfico
se había fragmentado, y estaba por acabarse. Pero no fue así, solo en Medellín,
dos décadas después de muerto el capo, ha habido igual número de homicidios (45
mil), que en los veinte años precedentes a su muerte.
En Panamá, después de la invasión norteamericana y la
salida de escena del exdictador Manuel Antonio Noriega, surgió el mismo
espejismo sobre el futuro del narcotráfico, que tomaría otra ruta. Sin embargo,
sigue presente en el negocio, a tal punto que Panamá tiene hoy el estigma de ser
una plaza para el blanqueo en sectores como la construcción y finca raíz, pero
también es percibido como una especie de ‘zona de paz’, donde los narcos se
pueden relajar o hacer otro tipo de transacciones.