El siguiente
editorial fue publicado hoy en el diario El País de Uruguay bajo el título
"Las rodillas gastadas", por un operativo del juez Norberto Oyarbide
en el país:
Botnia, las trabas
comerciales, la guerra portuaria, la presión contra el turismo. Todos estos
temas de la relación con Argentina (a esta altura, más sumisión que relación)
han sido objeto de comentarios por estos días. Pero hay otro tema que por su
importancia estratégica para el país, merece un análisis. Estamos hablando del
intercambio de información tributaria y judicial.
La semana pasada fue
noticia que desde Argentina se había clausurado la investigación llevada
adelante por un tristemente célebre magistrado de aquel país contra una
supuesta red de lavado de activos. Esa red habría usado transferencias de
jugadores de fútbol para lavar dinero ilegal, empleando lo que se denomina
"pases puente" en Uruguay. Esta es una maniobra por la cual se simula
una transferencia a un equipo uruguayo previo al pase real a Europa, con el fin
de eludir los expropiatorios tributos que exige el fisco argentino.
¿Por qué es
importante esta noticia para nuestro país? Porque en el transcurso de la misma
ese polémico magistrado se apersonó en una sede judicial en Montevideo y
reclamó una requisa de documentos y equipos electrónicos en una sede bancaria
ubicada en una zona franca. La justicia uruguaya, por inspiración propia o por
presiones de algún funcionario, no solo autorizó esa operación, sino que la
realizó con un celo exacerbado, a punta de revólver y con un despliegue propio
de una redada contra un mullah de Al Qaeda. A tal punto llegó la agresividad de
la operación, que se secuestraron las computadoras de toda la entidad bancaria,
no solo la información requerida por Argentina, dejando a todos los clientes en
la incertidumbre de qué iba a ocurrir con sus datos.
La consecuencia de
esta "gestión" fue que el banco decidió dejar el país, y al menos
otros dos han anunciado que podrían seguir ese camino. O sea, un golpe letal a
la industria financiera local, la cual es legítima y genera una cantidad de
puestos de trabajo de alta calificación y generosa tributación en el país.
Casi tan inquietante
como este hecho, ha sido la reacción de nuestras autoridades. La primera dama
Lucía Topolansky festejó la cooperación judicial con Argentina y dijo que
"no tengo ningún problema con que se vaya un banco". El subsecretario
de Economía, Alejandro Antonelli sostuvo que "estas situaciones valorizan
al país", algo similar a lo que afirmó el secretario de Presidencia Homero
Guerrero. Aunque nadie llegó a las cotas del "embajador itinerante"
Milton Romani que desde su enigmático cargo señaló: "Qué se vayan. Es una
muy buena señal. En Uruguay no queremos inversión chatarra". La única voz
que se alzó contra este atropello fue la del vicepresidente Astori, pero como
pasa siempre, nadie le llevó el apunte.
En resumidas cuentas,
nos pasamos de comedidos ante el pedido de un juez vedette y servil al gobierno
más agresivo que haya tenido Argentina en medio siglo con Uruguay, y a causa de
ello pusimos en juego una industria que es vital para nuestro país y centenares
de puestos de trabajo. Pero a nuestros gobernantes, eso les pareció fenómeno.
Y, para peor, todo quedó en la nada, porque la propia Justicia argentina
archivó el caso y condenó la actuación del juez.
Esto se puede leer a
dos puntas. Por un lado en el marco del hostigamiento insaciable del gobierno
argentino con Uruguay, que lejos de ceder ante este papelón, ha venido
creciendo al punto que el jefe de rentas de ese país, ha denunciado que el
nuestro no está cumpliendo con el tratado de intercambio de información
tributaria. Esto pese a las pruebas evidentes de que estamos haciendo mucho más
de lo que deberíamos.
Pero casi tan grave
es el nivel de servilismo y miopía ideológica que campea en la primera línea
dirigente del oficialismo. Gente que todavía cree que las actividades
financieras son un cuco culposo, negativo para el país. Eso pese a que en todo
el mundo los países se matan por proteger a su industria de servicios
financieros, por ser altamente intensiva en mano de obra calificada. De hecho
basta ver lo que sucede en Europa, donde Gran Bretaña acaba de dar un portazo
en la UE ante las
presiones de Francia y Alemania de mayor regulación de ese sector. ¿Usted quién
cree que tiene más visión de hacia donde va el mundo y de lo que es mejor para
sus países, David Cameron y Ed Miliband, o Topolansky, Antonelli y Romani?
Nos pasamos de comedidos
ante un juez servil al gobierno más agresivo que haya tenido Argentina en medio
siglo con Uruguay, y pusimos en riesgo una industria vital para nuestro país.