a la patria originada
POR JORGE MARTÍN
FLORES
La Prensa, 22.05.2024
Imaginemos una
familia. Un nuevo integrante viene al mundo. Nace el niño al calor de un hogar
que lo ama y cobija. Le han dado un nombre y un apellido. Lo han alimentado y
abrigado del frío. Le han enseñado a distinguir lo bueno de lo malo, lo justo
de lo injusto. Le han inculcado que sus actos tienen consecuencias y que debe
hacerse cargo de los mismos responsablemente. Este niño va creciendo y tiene
preferencia por los platos exquisitos de la abuela y se ha vestido varias veces
con el poncho rojo punzó de su abuelo. Aprendió del ejemplo de sus mayores: los
buenos para imitarlos, los malos para no volver a cometerlos.
Y así, ese niño se
convirtió en joven. Y ese joven, luego de muchas crisis, dificultades, idas y
venidas, aciertos y desaciertos, tropiezos, caídas y volver a pararse, se
convirtió en adulto. Y como tal salió a enfrentar la vida. Lo hizo con lo que
había aprendido, poniendo en práctica la herencia material y espiritual
recibida de sus mayores y con su sello personal y distintivo.
Un buen día,
encontró el amor y decidió dejar su solar nativo para conformar su propia
familia y emprender un nuevo proyecto de vida. No todos estuvieron de acuerdo
ni apoyaron esta decisión. Pero con paciencia, entrega, convicción y sacrificio
luchó para concretar su sueño de formar su propio hogar y demostró respetar sus
raíces, su herencia y su gratitud con los padres que lo habían traído al mundo
y educado para ser protagonista de su propia historia, marcando la diferencia,
escribiendo con madurez y responsabilidad las páginas de su futuro. Siguiendo
esta sencilla pero necesaria analogía y teniendo en cuenta que la historia es
maestra de vida, vamos a aplicarla a nuestra historia patria.
LA PATRIA
ORIGINARIA
La Patria (nuestra
gran familia) no nació por qué sí. No fue tirada por la cigüeña, no salió de un
repollo. No nació como hija de nadie. Como enseña Carlos Pesado Palmieri: “No
existen Patrias por decreto. No existen Patrias clonadas, ni surgidas por
generación espontánea”.
Toda Patria viene
del pasado, continúa en el presente y se proyecta hacia un futuro. Es la unidad
de destino en lo universal, cual sostenía Don José Antonio Primo de Rivera.
Tiene una cultura, una lengua, una religión, una estirpe, es decir, un estilo
de vida que la define y diferencia del resto y que fue forjado a lo largo del
tiempo, pues hunde sus raíces en una historia secular, es decir, de siglos.
Entonces, así como
no existen hijos sin madres, no existen patrias sin madre patria. Nuestra madre
se llamó España. Y fue ella quien forjó en América una identidad, un estilo de
vida que hemos heredado, fusionando su tradición greco-latina y cristiana con
lo indígena y autóctono de estas tierras.
Fuimos fruto
fecundo de un encuentro cultural, a veces pacífico y a veces violento, que nos
definió como Patria Grande a partir del mestizaje, es decir, a partir de la simbiosis
y de la unidad de lo diverso, otorgándonos un ser, un cuerpo y un alma.
Hispanoamérica fue una realidad viva y pujante integrada y asimilada bajo una
misma fe, una misma lengua, unas mismas leyes y unas mismas instituciones. Y
sus hijos: criollos y mestizos (o gauchos) fueron los que se abrazaron al calor
de esta herencia espiritual y de esta tierra que los cobijó y templó.
Aquí está la
Patria Originaria, como la denominó pedagógicamente y con excelencia el
profesor Carlos Pesado Palmieri. La Hija de España. La hija de la Cruz y de la
Espada. Y de esta Patria Originaria proviene el nombre de La Argentina, la
tierra del plata, que ya resonaba en el siglo XVI en los versos de Martín Del
Barco Centenera.
Entonces: ¿cuándo
nació la Patria? Siguiendo al doctor Antonio Caponnetto y desde una necesaria
concepción católica y teológica de la historia, podemos decir que existen dos
hitos fundacionales de esta Patria Originaria: El primero es el 12 de octubre
de 1492, día en el que América fue bautizada dando origen a la Gran Nación
Hispanoamericana. Y el segundo lo constituye el domingo 1° de abril de 1520, en
el actual Puerto de San Julián (Provincia de Santa Cruz) y bajo la orden de Don
Hernando de Magallanes, el Padre Pedro de Valderrama celebró por primera vez la
Santa Misa en lo que hoy es nuestro territorio nacional. Aquí está el origen,
el nacimiento de la patria argentina.
Porque afirma Don
Antonio: “Por primera vez, Cristo, se hizo presente en un altar. Se quedó con
nosotros en la Eucaristía. (...) Algo que ahora llamamos lágrimas de alegría y
que entonces fue estío mojando las acacias, retumbó en el desierto ante el
primer Pan Vivo, ´al Ite missa est decían´: Deo gratias”.
Y de esta Patria
Originaria nace como un fruto maduro la Patria Originada que hoy conmemoramos.
Por ello, no se puede afirmar ella nació el 25 de mayo de 1810: “La Patria
Originada no fue unívoca hija de una Revolución -afirma el profesor Carlos
Pesado Palmieri- sino que nació de un parto bélico en defensa de su soberanía
territorial, amenazada por potencias extranjeras enemigas de la Patria
Originaria”.
LA PATRIA
ORIGINADA
Nació entonces en
un tránsito que nuestro citado profesor Palmieri ha denominado ‘La década axial
de la patria nueva’, cómo titula su obra referida al tema. El contexto es de
crisis. Crisis en el imperio español, cuyos reyes doblegados al poder
francés-napoleónico y británico, se habían vuelto tiranos que convirtieron a la
América Española en el pato de la boda. Estos buenos padres del principio,
tristemente se habían transformado en malvados padrastros.
Pero como sabemos,
crisis es sinónimo de crecimiento. Así fue que en este marco, los hijos de esta
tierra, los criollos o españoles americanos, asumieron su destino y
protagonismo histórico de conducir responsablemente estas circunstancias para
salvar el bien común.
Tres hitos claves
jalonan este proceso de diez años:
1° Las victorias
de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires ante la Invasión Inglesa de 1806 y
1807.
2° El
pronunciamiento del 25 de mayo de 1810 que proclamó nuestra autonomía o
gobierno propio frente al invasor Napoleón Bonaparte, al ilegítimo Consejo de
Regencia creado por Inglaterra y sobre todo frente a la decadencia del imperio
español usurpado. El hijo decide vivir solo con las herramientas que sus padres
les habían dado.
3° La declaración
de la Independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica del 9 de julio de
1816 frente a la corona española y cualquier otra dominación extranjera. El
hijo se va de su casa y forma su nueva familia.
“En esa larga
década en la que se gestó la Patria emancipada, el suceso creador de época que
nos incitó y nos alumbró a la vida independiente fue la defensa bravía,
obstinada y heroica de la soberanía territorial”.
Sentencia
Palmieri: “Así, la Patria Originada es fruto de un parto, que como tal es
doloroso. Pero es un dolor que lleva escondida la esperanza de una nueva vida.
Es hija de una epopeya, de una gesta en defensa del territorio invadido real o
potencialmente. Primero por ingleses y portugueses. Luego por franceses. Y
finalmente por españoles en su minoría y criollos a favor del dominio español
en América, en su mayoría”.
Al respecto,
agrega: “Esta década tiene por protagonista descollante y cruento, definidor y
decisivo: el hecho bélico, viviéndose la difícil plenitud de un tiempo épico.
En ese contexto de continuas guerras, la “revolución” y sus manifestaciones más
extremas, se dieron naturalmente cita en nombre de la libertad, pero no ha de
ser causa sino efecto de ese clímax enrarecido, turbulento y confuso producido
por múltiples agentes, entre los que sobresalen: a) el ápice napoleónico, b) la
guerra por la independencia española en medio de la defección de su dinastía reinante,
c) el colapso del sistema colonial hispano, d) la injerencia del pertinaz
imperio luso-brasileño, e) la influencia de la Ilustración francesa en los
círculos áulicos hispanoamericanos, f) Y el fuerte intervencionismo británico”.
En este marco de
aciertos y desaciertos, de confusión y desafíos, de desencuentros y
desacuerdos, el proceso autonomista e independentista desencadenó una triste y
lamentable guerra civil, guerra fratricida, guerra entre hermanos. Como lo
atestigua el mismo Palmieri: “Tales liderazgos de procedencia militar o vecinal
fueron contradictorios en sus conductas reveladas en sus epistolarios y en sus
alineaciones circunstanciales, oscilantes, próximas o antónimas, que en el
insaciable vértigo del proceso revolucionario desatado tuvieron mortal epílogo,
violento o natural: (...) Ajusticiamiento de Liniers (1810) y Álzaga (1812),
deben sumarse los de Gutierrez de la Concha, Allende, Rodríguez, Moreno, Nieto,
Sanz y Córdova y Roxas en 1810, el enjuiciamiento de Belgrano y la posterior
muerte política de Saavedra en 1811, el fallecimiento de Mariano Moreno y
Alberti ese mismo año y el de Castelli y Lué en 1812. Una serie de
desapariciones que muestran la dinámica y por momentos, el desatino de la
acción revolucionaria”.
Y en otro pasaje
sostiene con dolor la verdad de que “hubo bienes confiscados, levas forzosas,
amistades en pugna, enfrentamientos y duelos familiares, principios quebrados y
lealtades abandonadas, en medio de la piedad de unos pocos frente a la
violencia de casi todos”.
LA PATRIA GRANDE
Por ello, está
autonomía iniciada en mayo de 1810 y concluida por las circunstancias con la
independencia de julio de 1816, constituyó un acto doloroso. Aunque al mismo
tiempo legítimo, o sea, justo. Pues el pueblo hispanoamericano se levantó en
armas para proteger el solar nativo y bajo el liderazgo de caudillos nacidos en
este suelo manifestaron su decisión irrevocable de conducir sus destinos. Por
ello: “La independencia sudamericana, la de la Patria Grande, india e hispana,
cuya raíz católica fue afirmada en cuanta Declaración y Actas se firmaron
entonces, concretizada para nuestro propio caso en las Provincias Unidas de la
América del Sud”.
LOS HIJOS DE LA
TIERRA
Formamos una nueva
familia. Y como en toda familia, hay hijos agradecidos y los hay también
desagradecidos. Estos últimos, quisieron tirar todo por la borda, todo a la
basura, renegando de su apellido y traicionando su tierra para ponerla al
servicio de los intereses espúreos de algunos nativos y varios extranjeros; cortando
el árbol de sus raíces para empezar de cero, olvidándose que un árbol sin
raíces firmes se muere, se convierte en leña destinada al fuego.
Los verdaderos
hijos, los hijos fieles a la tradición, respetaron la herencia paterna,
deseando que se multiplique y que continúe renovada con aires nuevos. “Lejos
estoy de ser un padre de la Patria. Me contentaría con ser un buen hijo de
ella”, exclamaba Don Manuel Belgrano. Estos hombres se preocuparon por darnos
un cuerpo (un territorio soberano libre de toda dominación extranjera) y un
alma forjada en las hazañas heroicas. Como un sueño posible si cada uno ponía
lo suyo en bien común de una patria unida, libre, grande y soberana. Eso
hicieron nuestros mejores hombres y mujeres, nuestros héroes y heroínas. Pues
enseña Pesado Palmieri: “El clamor de la Patria es la antigua memoria de sus
héroes y mártires”.
Gracias a su
sacrificio, hoy como siempre la Patria nos convoca a la unidad para soñar en
grande y siguiendo el mandato de nuestro profesor que nos dice: “Amarás a la
Patria no sólo con poemas, pero sin ellos, no podrán recordarla”, queremos
concluir estas líneas y homenaje con los hermosos versos del poeta español José
María Pemán: "(...) Todo en mí, carne y luz, lo han amasado/ los muertos y
la tierra:/ las dos manos fecundas del pasado./ Yo no soy flor nacida para
todos los vientos/ ni camino perdido para todos los pasos:/ yo no soy pluma
suelta de destinos y acasos/ arrojada a los aires, cual despojo maldito./ Yo he
nacido a la sombra de un mandato infinito,/ de un misterio fecundo donde, en
letras de estrellas, mi sendero está escrito.../ ¡Yo he venido a la vida con un
nombre bendito!/ ¡Yo no soy hospiciano de las patrias del mundo!/ Tengo nombre,
y recuerdo, y linaje, y pasado;/ tengo un eco de siglos conocido y amado/ que
acompaña mis pasos y responde a mi voz.../ ¡Yo soy flor en las flores de un
jardín bien nombrado/ y mi tierra era tierra bendecida de Dios!".
DEDICATORIA
Este artículo
constituye un gesto de gratitud a nuestro admirado profesor licenciado Carlos
Pesado Palmieri, querido maestro y entrañable amigo; historiador e hispanista
de fuste; católico fiel y poeta eximio. Académico inagotable referente del
revisionismo histórico a nivel local y nacional siendo miembro de número de la
Academia Argentina de Historia y del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas y
gestor de su sede en Lomas de Zamora, miembro de número de la Junta de Historia
Eclesiástica, del Instituto Santiago Liniers, del Instituto de Historia Militar
y gestor de la Fundación Nuestra Historia a la que ha dedicado su vida. Y sobre
todas las cosas formador de varias generaciones de docentes apasionados y
enamorados de su vocación y de la vera historia, desempeñándose como rector y
catedrático durante años en el Instituto Superior del Profesorado Sáenz de
Lomas de Zamora; ciudadano ilustre de esta comarca; hombre que supo vivir su
inquebrantable fe junto a una permanente, incansable y constante actividad
académica.
Pues para él: “La
historia plena es la que sumó en nosotros a Dios, la Patria y el Hogar sureño”.
Siendo testimonio vivo de la caridad según el Apóstol San Juan: "Hijitos,
no amemos de palabra, y con la lengua, sino de obras y en verdad” (Epístola del
Apóstol San Juan; III, 18).
Somos testigos de
ello. De su devoción al hogar y a los amigos, y sobre todo al amor y dolor
predicado por la patria sangrante alentandonos con su ejemplo a “que nuestra
sangre ame y la tierra nos duela”.
Estamos en deuda
con su magisterio y apostolado. Y a la par, somos bendecidos al ser cobijados
bajo sus alas y recibir su herencia amical, docente, católica y patriótica:
“Pedagogía de las virtudes y del sacrificio, para una Patria que confíe su
destino en las nuevas generaciones”.
Y como él y
gracias a él, hacemos eco de sus palabras selladas con su ejemplo: “Heredé el
fuego sagrado con que elevé al cielo, mi grito soberano de amor y de justicia”.
J.M.F.
Jorge Martín
Flores
Profesor de
Historia. Diplomado en Conducción y Liderazgo Sanmartiniano por la Escuela
Superior de Guerra Conjunta. Vicepresidente del Movimiento Jóvenes por
Malvinas.