cómo afectará al mundo la pronunciada caída en
la natalidad
Cecilia Castro
Infobae, 14 May,
2024
“El invierno
demográfico está llegando”, advirtió en diálogo con The Wall Street Journal
Jesús Fernández-Villaverde, economista especializado en demografía de la
Universidad de Pensilvania. La caída en la tasa de natalidad tiene
implicaciones profundas para la forma en que vivimos, el crecimiento económico
y el poderío geopolítico de las naciones.
En el panorama
actual, la humanidad se encuentra en un cruce demográfico que podría redefinir
las estructuras sociales y económicas del futuro. La tasa global de fertilidad
disminuye a un ritmo que pronto podría llevarla por debajo del nivel necesario
para mantener constante la población mundial, un fenómeno que genera alarmas en
múltiples esferas.
Ante esta
situación, líderes gubernamentales alrededor del mundo han expresado su
preocupación por las fuerzas laborales menguantes, el crecimiento económico
lento y los sistemas de pensiones insostenibles; sin mencionar el declive en la
vitalidad social que conlleva una sociedad con cada vez menos niños. “El número
de nacimientos que están reportando los registros nacionales está entre un 10%
y un 20% por debajo de lo que proyectaba la ONU”, señala Fernández-Villaverde,
indicando la magnitud de la discrepancia con las expectativas previas.
Según las
estimaciones más recientes del Instituto de Métrica y Evaluación de la Salud de
la Universidad de Washington, se espera que la población mundial alcance su
punto máximo en alrededor de 9.500 millones en 2061, para luego comenzar a
declinar. Estas proyecciones actualizadas sugieren una realidad más grave de lo
anticipado anteriormente por la ONU, que en 2017 preveía una población de
11.200 millones para el año 2100, cifra revisada a la baja a 10.400 millones,
con un pico esperado en la década de 2080.
Disminución global
de la fertilidad
El descenso de la
fertilidad no se limita a una región específica, sino que es un fenómeno
mundial que abarca desde naciones de altos ingresos hasta países en desarrollo.
Tradicionalmente, las naciones más ricas experimentaron una caída en la tasa de
fertilidad desde los años 70, pero este fenómeno se ha acelerado y extendido
durante la pandemia del COVID-19.
Hoy en día,
incluso países con economías emergentes como India, que recientemente superó a
China como el país más poblado, están reportando tasas de fertilidad por debajo
del nivel de reemplazo, que es de aproximadamente 2.1 hijos por mujer para
mantener la población estable.
Implicaciones
económicas y sociales
La reducción en la
tasa de natalidad conlleva profundas implicaciones económicas y sociales. Por
un lado, las economías enfrentan el envejecimiento de su población y una fuerza
laboral decreciente, lo que pone en riesgo el crecimiento económico y la
sostenibilidad de los sistemas de pensiones.
Por otro lado, la
dinámica social se ve alterada por una proporción cada vez mayor de población
anciana frente a jóvenes. Esto plantea desafíos no solo en términos de carga
fiscal y productividad, sino también en la vitalidad y renovación cultural y
social de las sociedades.
Respuestas
gubernamentales
Ante este
escenario, diversos líderes mundiales han elevado la cuestión de la fertilidad
a un asunto de urgencia nacional. Países como Japón, Italia y, más
recientemente, Estados Unidos, con comentarios de figuras políticas como Donald
Trump, han iniciado o intensificado programas destinados a incentivar la
natalidad. Estos incluyen desde subsidios directos hasta reformas más profundas
en políticas de cuidado infantil y licencias parentales. Sin embargo, hasta
ahora, estos esfuerzos no han logrado revertir significativamente la tendencia
decreciente.
Perspectivas
demográficas
Según proyecciones
de las Naciones Unidas, en 2017, se esperaba que la población mundial, que
entonces era de 7.6 mil millones, continuara creciendo hasta alcanzar los 11.2
mil millones en 2100. Sin embargo, estas estimaciones han sido revisadas y
ahora se espera que la población alcance un pico de 10.4 mil millones en la
década de 2080 y luego comience a declinar.
Instituciones como
el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad
de Washington sugieren incluso un pico más temprano, alrededor de 9.5 mil
millones en 2061, seguido por un declive. Esa tendencia ajustada refleja no
solo un cambio en las expectativas demográficas, sino también una nueva
realidad a la que los gobiernos y sociedades deben adaptarse.
Factores que
influyen en la caída de la fertilidad
Diversos factores
están contribuyendo a la caída de la fertilidad global. Entre ellos, los
cambios económicos juegan un papel crucial, la urbanización, el aumento del
nivel educativo, especialmente entre las mujeres, y una mayor participación en
la fuerza laboral son algunos de los elementos que han llevado a las parejas a
optar por tener menos hijos.
Además, aspectos
como el acceso a métodos anticonceptivos y la decisión de posponer la
maternidad para priorizar la carrera profesional o la estabilidad económica
influyen significativamente en las tasas de natalidad.
Curiosamente, un
estudio de la Universidad de Maryland en 2021 encontró que factores como las
leyes de notificación parental sobre abortos, el desempleo o el costo de la
vida, explicaban muy poco de la disminución. Eso sugiere que cambios más
amplios y difíciles de medir en las preferencias y percepciones sociales pueden
estar en juego.
Impacto cultural y
tecnológico
El impacto de la
cultura global y la tecnología en las tasas de fertilidad es notable,
especialmente en los países en desarrollo. La urbanización y la difusión de
internet han expuesto a comunidades tradicionalmente aisladas a nuevos estilos
de vida y expectativas sociales, donde familias más pequeñas y un mayor
estándar de vida se ven como lo ideal.
Esta “conexión con
la cultura global” redefinen las normas sociales en muchos lugares, lo que hace
que incluso en países con menores ingresos y donde tradicionalmente no trabajan
muchas mujeres, las tasas de fertilidad estén cayendo.
La historia
demográfica nos enseña que las transiciones en las tasas de fertilidad no son
fenómenos nuevos. La “transición demográfica” se refiere al cambio histórico
observado inicialmente en los países industrializados en el siglo XVIII, donde
la mortalidad y la fertilidad comenzaron a declinar, y más niños sobrevivían a
la infancia, lo que redujo la necesidad de familias numerosas.
Este proceso se
vinculó con mejoras en el nivel de vida, la educación y la salud. Algunos demógrafos
sugieren que lo que estamos viendo hoy podría ser parte de una “segunda
transición demográfica”, donde los valores hacia la individualidad y menos
énfasis en la procreación están llevando a tasas de natalidad aún más bajas.
Esta nueva fase está marcada por un reajuste en las prioridades personales y
familiares hacia la realización individual más que la reproducción.