los límites reales
a la batalla cultural que propone MIlei
POR SEBASTIÁN
DUMONT
La Prensa,
17.01.2024
El Presidente de
la Nación Javier Milei habló en el Foro Económico de Davos de la misma manera
que lo puede hacer en el conurbano bonaerense, en la puerta del Congreso o en
una entrevista periodística. No negocia ante ningún público, sostener su idea
económica donde el Estado no es la solución sino el problema, los empresarios son héroes y no
villanos que tienen ambiciones desmedidas e incluso le advirtió a Occidente que
está en riesgo de caer en el “colectivismo” cuyo destino es, indefectiblemente,
en la mirada del Jefe de Estado, la pobreza. Mientras llegan reportes de los
más variados sobre las reacciones de los presentes ante tamañas expresiones,
hay dos elementos que quedan claros: Milei no tiene ningún interés en ser
políticamente correcto, aún en auditorios donde esas maneras son las
habituales.
Y, además, sigue
sin sentirse parte de la política a la que denuesta y sigue describiendo como
parásitos. Pues bien, cabe preguntarse cuál es el límite que encuentra la
realidad ante este novedoso fenómeno que lleva a poner a la Argentina en el
foco de atención mundial e incluso a la titular del FMI a pedirle una selfie
característica de las que suele tomarse el Presidente de la Nación.
EL PAIS REAL
El primer límite
real no parece estar en la rosca política, sino en la realidad de una país al
que alguna vez hemos llamado La Argentina Blue -dicho sea de paso, el dólar en
ese mercado se disparó a niveles que no había conocido hasta aquí- y es la que
se encuentra en la marginalidad, lejos de los discursos y atrapada en una
lógica propia donde la batalla cultural que propone el Presidente aún parece un
horizonte demasiado lejano para quienes la viven.
La violencia,
seguida de muerte, que se vivió en La Matanza el domingo pasado, donde un
enfrentamiento por la toma de terrenos culminó a balazos, es uno de los tantos
ejemplos de ese límite del que hablamos. El Gran Buenos Aires que, en su
mayoría siguió votando candidatos vinculados al peronismo derivados del
clientelismo, mantiene un entramado que se replica en los grandes conglomerados
que chocan con la intelectualidad, sea de izquierda o de derecha. O, para estar
más acordes en el tiempo, con las ideas libertarias.
De todas maneras,
no es reprochable la intención del Presidente Javier Milei de cambiar la raíz
de la decadencia en la que ha ingresado la Argentina. La pregunta es el tiempo,
la manera, los métodos y el contacto real con la calle. Aún en la modernidad,
el pulso callejero no se encuentra sólo en las redes sociales. Aunque las
mismas se hayan constituido en un elemento central para ganar elecciones. Acá y
en el mundo.
En una
recopilación realizada en el año 2018 que derivó en el libro Conurbano Infinito
el sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga abordó el tema de los punteros en los
barrios como nexo entre el Estado y los barrios. A casi seis años de aquello,
hay que agregarle un elemento no menor en esa misma geografía que en el aumento
de la influencia del narcotráfico como ordenador de la vida diaria de muchas de
esas familias -lejos de entenderlas bajo el término clásico- que encuentran en
ambas vertientes la única respuesta concreta que conocen. Y a las únicas a las
que le prestan fidelidad absoluta.
En medio de ellos,
conviven dos actores institucionales: la Iglesia y las municipalidades como
primer mostrador. Es decir, los intendentes. Ese mosaico está obligado a
interactuar permanentemente. Un puntero puede ser nexo con la comuna, y al
mismo tiempo saber quienes son los que comercializan la droga. La iglesia
propone contención no sólo espiritual, sino alimentaria. En este momento,
todos esos actores, en mayor o menor medida, coinciden en un punto: el retiro
del Estado que propone el Presidente Javier Milei es un agravante y no un
alivio. ¿Posturas políticas? Sí, en algunos casos. Pero hay mucho más de
contacto con la vida real que con las ideologías del libro.
CRIMEN ORGANIZADO
La constatación,
en estos episodios descriptos, de la presencia de extranjeros obedece, en
muchos casos, a la explotación por parte de grupos del crimen organizado que
operan en el GBA de la misma manera que lo hacen en los grandes conurbanos y
montan detrás de ello negocios en negro muy importantes. El padrón de foráneos,
que desde el Ministerio de Seguridad nacional buscan expulsar, son los que
terminan engrosando luego los votos del gobernador y de los intendentes, ya que
no pueden sufragar en la categoría Presidente.
Hay que decir que
si la situación social no está aún más desbordada es porque aún funciona un
circuito en negro que la alimenta. Pero nadie puede asegurar hasta cuándo.
Hay que prestarle
atención a lo que ya empiezan a observar actores sociales en los barrios -sean
punteros políticos o incluso curas- sobre la merma de la asistencia en
comedores o merenderos. ¿Quién suple estas carencias? Si no hay una respuesta
rápida del Estado local, se está a tiro que sean los grupos vinculados al
delito, entre ellos narcos, que tomen la posta.
Es un combo que
viene a lidiar con una lógica punteril arraigada hace mucho tiempo en los
barrios. Es uno de los aspectos que más debería preocupar al gobierno de Milei.
Mientras se pelea por la macro, en lo micro conviven estas situaciones
explosivas.
De eso, entre
otras cosas, hablaron los intendentes la semana pasada con el Ministro del
Interior Guillermo Francos organizada por el alcalde de Almirante Brown,
Mariano Cascallares. Allí se planteó esta carencia y, una vez más, los jefes
comunales se ofrecieron como dadores de paz social. Hay un tema central, aunque
quieran, ya los resortes de los territorios han pasado a estar en varias manos.
ES LO MISMO
Aquí se vuelve a
lo mismo de siempre. Cómo entender al Presidente que llegó al poder justamente
por ser alguien que se puso enfrente de la política tradicional desgastada, y
ahora quiere seguir en esa misma lógica pero con necesidades concretas.
¿Aplicará aquí también el viejo axioma “mira lo que hago y no lo que digo”?
Para eso es importante que los negociadores del poder ejecutivo manejen las
cosas correctamente. Y, sobre todo, con la muñeca política.
Todos los gestos
del Presidente apuntan a mostrarse como un ciudadano común que trabaja de
Presidente. Pero eso tiene un límite, porque objetivamente ya no es un
ciudadano común con responsabilidades mayúsculas, aunque viaje en avión de
línea, ahorre 362 mil dólares o convoque a un asado en la quinta de Olivos
donde cada ministro tuvo que pagarse lo que comió. Casi un apotegma peronista
de siempre cuando el General Perón decía: “El hombre debe consumir al menos lo
que produce”.
En esa frase
radica uno de los puntos centrales de la batalla cultural que se presenta en el
horizonte: cómo desarmar una lógica donde muchos ciudadanos están convencidos
que el Estado debe darles mucho más de lo que ellos generan, cuando en muchos
casos, no producen nada.
RESPALDO
MAYORITARIO
A un mes de su
asunción, Javier Milei aún goza de respaldo mayoritario en los números que
manejan tanto su equipo como aquellas consultoras que han elaborado informes
para la ocasión. Por ejemplo, un trabajo de la empresa Escenarios de los
politólogos Federico Zapata y Pablo Touzón cuando midieron las primeras
conclusiones del mes inicial del Presidente de la Nación.
Interesan algunas
conclusiones de ese trabajo como la siguiente: “Luego de la elección y de la
derrota del voto extorsivo ‘en defensa de la democracia’ que representaron
Massa y UP, luce muy difícil, por el momento, inocular en la sociedad la idea
negativa de un Milei autoritario o poco republicano como base eficaz de la
crítica política al gobierno. Hoy, la centralidad política de la ceremonia
institucional de la democracia del 83 está muy disminuida, inflación mediante,
frente al que se vayan todos libertario, como consenso primordial de la
sociedad. En otros términos, la principal duda social frente a la figura de
Milei será medida en función de su capacidad gubernamental para lograr una baja
consistente de la inflación a partir de mayo-junio-julio de 2024 y no en el
abuso de decretos de necesidad y urgencia en el que incurra para lograrlo”.
Clara conclusión.
Por eso,cada movida destinada a criticar las formas del Presidente tiene, por
ahora, destino de naufragio. Y mucho más cuando las encaran actores con alto
desprestigio en la sociedad.