Aldo Abram
“Algunos países petroleros tienen un nivel bajo de institucionalidad y uno alto de PBI por habitante. Cierto, pero dependen de un recurso que es agotable y de los vaivenes de los precios internacionales de dicho producto. Es como aquel que encuentra un tesoro en el jardín de su casa. Puede que tenga el presente asegurado, pero no el futuro, que dependerá de lo que haga con esa fortuna.
Otras naciones, como Chile, no pueden considerarse ricas, pero tienen una alta calificación institucional. Sin embargo, vemos que la tasa de crecimiento durante los últimos 20 años se ubica por encima del promedio mundial. Es decir que, cuando un país mejora su calidad institucional, emprende el camino del desarrollo, lo cual significa volver realidad las potencialidades con las que cuenta, sean éstos recursos naturales o humanos. Es más: partiendo de un grupo dado de capacidades, se las puede aprovechar para ir generando nuevas. Por ejemplo, capital intelectual a partir de una mejor educación.
Una mayor calidad institucional implica más seguridad jurídica. Es decir que la sociedad y su economía se rigen por reglas de juego claras, generales y de largo plazo, que el Estado se encarga de hacer cumplir. Claras, para que no den margen a interpretaciones tergiversadas. Generales, para que ningún funcionario tenga la posibilidades de discriminar arbitrariamente entre los distintos ciudadanos. De largo plazo, para que uno pueda planear su vida y sus inversiones en el tiempo, para lograr; en función del propio esfuerzo, habilidades y suerte, los objetivos buscados. En este contexto, nuestras posibilidades de desarrollo personal y económico y la cantidad de inversiones viables se incrementan fenomenalmente.”
“Recordé a Carlos Escudé diciendo que la única alternativa democrática para los países pobres era el populismo. Entonces, un país con mucha pobreza sólo puede tener gobiernos populistas; eso lleva a más pobreza y, por ende, a un círculo vicioso imposible de quebrar.
Por suerte, creo que se puede demostrar que esto no es así. No hay que ir muy lejos; sólo cruzar la cordillera. Chile hace su camino hacia el desarrollo disminuyendo la pobreza y mejorando sus indicadores sociales y económicos. El secreto, una sociedad y una dirigencia madura que respeta los derechos e instituciones que están en su Carta Magna. Avanzar por el camino no es cuestión de signos políticos, sino de respetar los límites de la ruta. Pueden ir un poco hacia la izquierda o algo hacia la derecho, más o menos rápido, pero siempre por el camino y hacia adelante.”
“Conclusión: el populismo es la única alternativa democrática para los pueblos que tienen una dirigencia pobre. Son los dirigentes empresarios, profesionales e intelectuales los que tienen la obligación primaria de cambiar esta decadente cultura argentina. Sin embargo, da la impresión de que tiraron la toalla y de que, escudados en el esto no tiene solución, se desentienden de su responsabilidad cívica.”
(La Nación, 30-12-07)
“Algunos países petroleros tienen un nivel bajo de institucionalidad y uno alto de PBI por habitante. Cierto, pero dependen de un recurso que es agotable y de los vaivenes de los precios internacionales de dicho producto. Es como aquel que encuentra un tesoro en el jardín de su casa. Puede que tenga el presente asegurado, pero no el futuro, que dependerá de lo que haga con esa fortuna.
Otras naciones, como Chile, no pueden considerarse ricas, pero tienen una alta calificación institucional. Sin embargo, vemos que la tasa de crecimiento durante los últimos 20 años se ubica por encima del promedio mundial. Es decir que, cuando un país mejora su calidad institucional, emprende el camino del desarrollo, lo cual significa volver realidad las potencialidades con las que cuenta, sean éstos recursos naturales o humanos. Es más: partiendo de un grupo dado de capacidades, se las puede aprovechar para ir generando nuevas. Por ejemplo, capital intelectual a partir de una mejor educación.
Una mayor calidad institucional implica más seguridad jurídica. Es decir que la sociedad y su economía se rigen por reglas de juego claras, generales y de largo plazo, que el Estado se encarga de hacer cumplir. Claras, para que no den margen a interpretaciones tergiversadas. Generales, para que ningún funcionario tenga la posibilidades de discriminar arbitrariamente entre los distintos ciudadanos. De largo plazo, para que uno pueda planear su vida y sus inversiones en el tiempo, para lograr; en función del propio esfuerzo, habilidades y suerte, los objetivos buscados. En este contexto, nuestras posibilidades de desarrollo personal y económico y la cantidad de inversiones viables se incrementan fenomenalmente.”
“Recordé a Carlos Escudé diciendo que la única alternativa democrática para los países pobres era el populismo. Entonces, un país con mucha pobreza sólo puede tener gobiernos populistas; eso lleva a más pobreza y, por ende, a un círculo vicioso imposible de quebrar.
Por suerte, creo que se puede demostrar que esto no es así. No hay que ir muy lejos; sólo cruzar la cordillera. Chile hace su camino hacia el desarrollo disminuyendo la pobreza y mejorando sus indicadores sociales y económicos. El secreto, una sociedad y una dirigencia madura que respeta los derechos e instituciones que están en su Carta Magna. Avanzar por el camino no es cuestión de signos políticos, sino de respetar los límites de la ruta. Pueden ir un poco hacia la izquierda o algo hacia la derecho, más o menos rápido, pero siempre por el camino y hacia adelante.”
“Conclusión: el populismo es la única alternativa democrática para los pueblos que tienen una dirigencia pobre. Son los dirigentes empresarios, profesionales e intelectuales los que tienen la obligación primaria de cambiar esta decadente cultura argentina. Sin embargo, da la impresión de que tiraron la toalla y de que, escudados en el esto no tiene solución, se desentienden de su responsabilidad cívica.”
(La Nación, 30-12-07)