El silencio de los inocentes
Claudio Fantini
Los acontecimientos posteriores a la liberación de Clara Rojas y Consuelo González aislaron la posición de Hugo Chávez y acotaron la ofensiva política de las FARC para dejar de ser considerado un grupo terrorista.
(...)
Pero hubo otro hecho que acotó el rédito político que le dio a Hugo Chávez la entrega de Clara y Consuelo: los otros guerrilleros colombianos liberaron nueve rehenes y se los entregaron a la Cruz Roja Internacional.
El hecho tomó por sorpresa a la mismísima Colombia, porque había trascendido sobre la gestión que se realizaba para la liberación de los cautivos. Una gestión que estuvo a cargo de la Cruz Roja y que, tras el éxito final, no expuso a los liberados ante la prensa ni mostró a ninguno de sus dirigentes explicando los avatares de las tratativas.
Es decir, hubo hermetismo durante las negociaciones y existió un perfil bajo, silencio y humildad en el feliz desenlace. Todo se desarrolló dentro del territorio colombiano y en el departamento de Nariño, cercano a la frontera con Ecuador y lejano al Urabá, la región bananera del Norte, donde es fuerte esta guerrilla.
El ELN (Ejército de Liberación Nacional) es un movimiento insurgente que cuenta con cerca de 5.000 combatientes y remonta su origen a mediados de la década del 70, como consecuencia de la llegada a Colombia del eco de la victoria en Cuba de los rebeldes de la Sierra Maestra sobre la dictadura de Fulgencio Batista. Fue la insurgencia de mayor popularidad más allá de las fronteras mientras la lideró el célebre sacerdote Camilo Torres, muerto en combate.
Durante largas décadas posteriores, su comandante principal fue otro sacerdote, el español Manuel Pérez, que igual que Tirofijo [jefe de las FARC] decidió no sumarse a las negociaciones de paz por las que se desarmaron varios grupos rebeldes en las décadas del 80 y del 90. A esas alturas, ya era claro que, como las FARC y las organizaciones paramilitares, también el ELN había perdido apoyo campesino y legitimidad en la medida en que se acercaba al narcotráfico y se iniciaba en el negocio del secuestro extorsivo.
En la década pasada, el grueso de las acciones militares de los “elenos” -como los llaman- fueron contra los escuadrones paramilitares en la disputa por el control de la porosa frontera selvática del Norte, en el Urabá, porque quien controla ese punto estratégico por donde pasa gran parte de la cocaína que viaja hacia los Estados Unidos, accede a buena parte de las infinitas ganancias del narcotráfico.
Desde hace algunos años, el ELN y el gobierno colombiano negocian el desarme y la incorporación de los rebeldes a la vida política del país. El diálogo, con marchas pero también con estancamientos y contramarchas, se desarrolla con mediación del gobierno cubano en la isla antillana.
Hasta el momento, ninguna autoridad cubana dijo nada que comprometiera su posición equilibrada -a pesar de que el ELN es una guerrilla castrista- ni que molestara al gobierno de Colombia.
Del mismo modo actuó la Cruz Roja cada vez que negoció con éxito -como por estos días- por la liberación de rehenes y secuestrados en manos de las guerrillas.
(...)
En todo caso, lo que confirmó la silenciosa entrega de nueve cautivos del ELN a la Cruz Roja Internacional es que los montajes propagandísticos no son estrictamente necesarios para la liberación de personas, sino para los intereses políticos y las ambiciones de los líderes.
(Noticias, 26-1-08; págs. 104/105)
El buen aspecto “psico-físico” de las ex secuestradas
Santiago Roque Alonso
La imagen de las secuestradas Consuelo González de Perdomo y Clara Rojas, no son los rostros y cuerpos de personas que han permanecido sufriendo seis años en cautiverio, y mucho menos en manos de las FARC. Ambas lucían un muy buen corte de pelo, hasta podría decirse que habían pasado por un secador, además de haber sido mejoradas con un cierto maquillaje.
Hay que pensar que estas personas estaban cautivas en plena selva amazónica, con las rigurosidades de un clima extremo, supuestamente viviendo en un rancho o una choza, sin cremas ni lociones para el tratamiento del cutis.
La expresión de los rostros, la serenidad de las facciones y el buen semblante, así como las actitudes y movimientos, denotaban un estado mucho mejor que en las fotos que se mostraron de ellas tomadas tres años antes, con motivo de las pruebas de vida.
Hasta cierto punto, los familiares de las secuestradas, alojadas en un buen hotel de Caracas, mostraban en sus rostros mucho más preocupación y tensión, o sea: una peor cara, cosa que no se advirtió en las liberadas.
En síntesis, las señoras no tenían aspecto de haber estado secuestradas. Es como si hubiesen pasado una larga estadía en la selva en un hotel de 5 estrellas.
Como nadie ha dicho hasta ahora que las FARC dispusieran de ese tipo de facilidades para sus cautivos, todo lo contrario, es lógico suponer que durante el último tiempo las secuestradas fueron hospedadas por las FARC, en algún lugar con facilidades para su reciclaje.
(Extractado de Patria Argentina, Enero de 2008, págs. 5 y 7)
Claudio Fantini
Los acontecimientos posteriores a la liberación de Clara Rojas y Consuelo González aislaron la posición de Hugo Chávez y acotaron la ofensiva política de las FARC para dejar de ser considerado un grupo terrorista.
(...)
Pero hubo otro hecho que acotó el rédito político que le dio a Hugo Chávez la entrega de Clara y Consuelo: los otros guerrilleros colombianos liberaron nueve rehenes y se los entregaron a la Cruz Roja Internacional.
El hecho tomó por sorpresa a la mismísima Colombia, porque había trascendido sobre la gestión que se realizaba para la liberación de los cautivos. Una gestión que estuvo a cargo de la Cruz Roja y que, tras el éxito final, no expuso a los liberados ante la prensa ni mostró a ninguno de sus dirigentes explicando los avatares de las tratativas.
Es decir, hubo hermetismo durante las negociaciones y existió un perfil bajo, silencio y humildad en el feliz desenlace. Todo se desarrolló dentro del territorio colombiano y en el departamento de Nariño, cercano a la frontera con Ecuador y lejano al Urabá, la región bananera del Norte, donde es fuerte esta guerrilla.
El ELN (Ejército de Liberación Nacional) es un movimiento insurgente que cuenta con cerca de 5.000 combatientes y remonta su origen a mediados de la década del 70, como consecuencia de la llegada a Colombia del eco de la victoria en Cuba de los rebeldes de la Sierra Maestra sobre la dictadura de Fulgencio Batista. Fue la insurgencia de mayor popularidad más allá de las fronteras mientras la lideró el célebre sacerdote Camilo Torres, muerto en combate.
Durante largas décadas posteriores, su comandante principal fue otro sacerdote, el español Manuel Pérez, que igual que Tirofijo [jefe de las FARC] decidió no sumarse a las negociaciones de paz por las que se desarmaron varios grupos rebeldes en las décadas del 80 y del 90. A esas alturas, ya era claro que, como las FARC y las organizaciones paramilitares, también el ELN había perdido apoyo campesino y legitimidad en la medida en que se acercaba al narcotráfico y se iniciaba en el negocio del secuestro extorsivo.
En la década pasada, el grueso de las acciones militares de los “elenos” -como los llaman- fueron contra los escuadrones paramilitares en la disputa por el control de la porosa frontera selvática del Norte, en el Urabá, porque quien controla ese punto estratégico por donde pasa gran parte de la cocaína que viaja hacia los Estados Unidos, accede a buena parte de las infinitas ganancias del narcotráfico.
Desde hace algunos años, el ELN y el gobierno colombiano negocian el desarme y la incorporación de los rebeldes a la vida política del país. El diálogo, con marchas pero también con estancamientos y contramarchas, se desarrolla con mediación del gobierno cubano en la isla antillana.
Hasta el momento, ninguna autoridad cubana dijo nada que comprometiera su posición equilibrada -a pesar de que el ELN es una guerrilla castrista- ni que molestara al gobierno de Colombia.
Del mismo modo actuó la Cruz Roja cada vez que negoció con éxito -como por estos días- por la liberación de rehenes y secuestrados en manos de las guerrillas.
(...)
En todo caso, lo que confirmó la silenciosa entrega de nueve cautivos del ELN a la Cruz Roja Internacional es que los montajes propagandísticos no son estrictamente necesarios para la liberación de personas, sino para los intereses políticos y las ambiciones de los líderes.
(Noticias, 26-1-08; págs. 104/105)
El buen aspecto “psico-físico” de las ex secuestradas
Santiago Roque Alonso
La imagen de las secuestradas Consuelo González de Perdomo y Clara Rojas, no son los rostros y cuerpos de personas que han permanecido sufriendo seis años en cautiverio, y mucho menos en manos de las FARC. Ambas lucían un muy buen corte de pelo, hasta podría decirse que habían pasado por un secador, además de haber sido mejoradas con un cierto maquillaje.
Hay que pensar que estas personas estaban cautivas en plena selva amazónica, con las rigurosidades de un clima extremo, supuestamente viviendo en un rancho o una choza, sin cremas ni lociones para el tratamiento del cutis.
La expresión de los rostros, la serenidad de las facciones y el buen semblante, así como las actitudes y movimientos, denotaban un estado mucho mejor que en las fotos que se mostraron de ellas tomadas tres años antes, con motivo de las pruebas de vida.
Hasta cierto punto, los familiares de las secuestradas, alojadas en un buen hotel de Caracas, mostraban en sus rostros mucho más preocupación y tensión, o sea: una peor cara, cosa que no se advirtió en las liberadas.
En síntesis, las señoras no tenían aspecto de haber estado secuestradas. Es como si hubiesen pasado una larga estadía en la selva en un hotel de 5 estrellas.
Como nadie ha dicho hasta ahora que las FARC dispusieran de ese tipo de facilidades para sus cautivos, todo lo contrario, es lógico suponer que durante el último tiempo las secuestradas fueron hospedadas por las FARC, en algún lugar con facilidades para su reciclaje.
(Extractado de Patria Argentina, Enero de 2008, págs. 5 y 7)