María Remedios del Valle
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María Remedios del Valle fue una militar
afroargentina. Fue una de las llamadas «niñas de Ayohúma», aquellas que
asistieron al derrotado ejército de Manuel Belgrano en la batalla de Ayohúma.
Afrodescendiente argentina, actuó como auxiliar en las Invasiones Inglesas y
tras la Revolución de Mayo acompañó como auxiliar y combatiente al Ejército del
Norte durante toda la guerra de Independencia de la Argentina lo que le valió
el tratamiento de «capitana» y de «Madre de la Patria» y, al finalizar sus
días, el rango de sargento mayor del Ejército.
Biografía
Nacida en la ciudad de Buenos Aires, entre 1766 y
1767, entonces capital del Virreinato del Río de la Plata, era «parda» según el
sistema colonial de castas. Durante la Segunda invasión inglesa al Río de la
Plata, María Remedios del Valle auxilió al Tercio de Andaluces, uno de los
cuerpos milicianos que defendieron con éxito la ciudad. Según el parte del
comandante de ese cuerpo, «Durante la campaña de Barracas, asistió y guardó las
mochilas para aligerar su marcha a los Corrales de Miserere».
Regimiento de Artillería de la Unión
Al producirse la revolución del 25 de mayo de 1810 y
organizarse la primera expedición auxiliadora al Alto Perú, conformando lo que
luego se denominaría Ejército del Norte, el 6 de julio de 1810, María Remedios
del Valle se incorporó a la marcha de la 6.ª Compañía de artillería volante del
Regimiento de Artillería de la Patria al mando del capitán Bernardo Joaquín de
Anzoátegui, acompañando a su marido y sus dos hijos (uno adoptivo), quienes no
sobrevivirían a la campaña.4
María Remedios del Valle continuó sirviendo como
auxiliar durante el exitoso avance sobre el Alto Perú, en la derrota de Huaqui
y en la retirada que siguió. En vísperas de la batalla de Tucumán se presentó
ante el general Manuel Belgrano para solicitarle que le permitiera atender a
los heridos en las primeras líneas de combate. Belgrano, reacio por razones de
disciplina a la presencia de mujeres entre sus tropas, le negó el permiso, pero
al iniciarse la lucha Del Valle llegó al frente alentando y asistiendo a los
soldados quienes comenzaron a llamarla la «Madre de la Patria». Tras la
decisiva victoria, Belgrano la nombró capitana de su ejército.
Tras vencer en la batalla de Salta, Belgrano fue
derrotado en Vilcapugio y debió replegarse. El 14 de noviembre de 1813 las
tropas patriotas se enfrentaron nuevamente a las realistas en la batalla de
Ayohúma y fueron nuevamente derrotadas. María de los Remedios del Valle
combatió, fue herida de bala y tomada prisionera. Desde el campo de prisioneros
ayudó a huir a varios oficiales patriotas. Como medida ejemplificadora, fue
sometida a nueve días de azotes públicos que le dejarían cicatrices de por
vida. Pudo escapar y reintegrarse al ejército argentino donde continuó
siguiendo a las fuerzas de Martín Miguel de Güemes y Juan Antonio Álvarez de
Arenales, empuñando las armas y ayudando a los heridos en los hospitales de
campaña.
Finalizada la guerra y ya anciana, del Valle regresó a
la ciudad de Buenos Aires, donde se encontró reducida a la mendicidad. Relata
el escritor, historiador y jurisconsulto salteño Carlos Ibarguren (1877-1956),
quien la rescató del olvido, que vivía en un rancho en la zona de quintas, en
las afueras de la ciudad, y frecuentaba los atrios de las iglesias de San
Francisco, Santo Domingo y San Ignacio, así como la Plaza de la Victoria
(actual Plaza de Mayo) ofreciendo pasteles y tortas fritas, o mendigando, lo
que junto a las sobras que recibía de los conventos le permitía sobrevivir. Se
hacía llamar «la Capitana» y solía mostrar las cicatrices de los brazos y
relatar que las había recibido en la Guerra de la Independencia, consiguiendo
solo que quienes la oían pensaran que estaba loca o senil.
No conforme con su suerte, el 23 de octubre de 1826
inició una gestión solicitando que se le abonasen 6000 pesos «para acabar su
vida cansada» en compensación de sus servicios a la patria y por la pérdida de
su esposo y sus hijos. (El sueldo máximo en el país era el del gobernador, de
7992 pesos al año).1 El expediente, firmado en su nombre por un tal Manuel Rico
y al que agrega en apoyo una certificación de servicios del 17 de enero de 1827
firmada por el coronel Hipólito Videla, se inicia con la siguiente exposición:
Doña
María Remedios del Valle, capitana del Ejército, a V. S. debidamente expone:
Que
desde el primer grito de la Revolución tiene el honor de haber sostenido la
justa causa de la Independencia, de una de aquellas maneras que suelen servir
de admiración a la Historia de los Pueblos. Si Señor Inspector, aunque aparezca
envanecida presuntuosamente la que representa, ella no exagera a la Patria sus
servicios, sino a que se refiere con su acostumbrado natural carácter lo que ha
padecido por contribuir al logro de la independencia de su patrio suelo que
felizmente disfruta. Si los primeros opresores del suelo americano aún miran
con un terror respetuoso los nombres de Caupolicán y Galvarino, los
disputadores de nuestros derechos por someternos al estrecho círculo de
esclavitud en que nos sumergieron sus padres, quizá recordarán el nombre de la
Capitana patriota María de los Remedios para admirar su firmeza de alma, su
amor patrio y su obstinación en la salvación y libertad americana; aquellos al
hacerlo aún se irritarán de mi constancia y me aplicarían nuevos suplicios,
pero no inventarían el del olvido para hacerme expirar de hambre como lo ha
hecho conmigo el Pueblo por quien tanto he padecido. Y ¿con quién lo hace?; con
quien por alimentar a los jefes, oficiales y tropa que se hallaban prisioneros
por los realistas, por conservarlos, aliviarlos y aún proporcionarles la fuga a
muchos, fue sentenciada por los caudillos enemigos Pezuela, Ramírez y Tacón, a
ser azotada públicamente por nueve días; con quien, por conducir
correspondencia e influir a tomar las armas contra los opresores americanos, y
batídose con ellos, ha estado siete veces en capilla; con quien por su arrojo,
denuedo y resolución con las armas en la mano, y sin ellas, ha recibido seis
heridas de bala, todas graves; con quien ha perdido en campaña, disputando la
salvación de su Patria, su hijo propio, otro adoptivo y su esposo!!!; con quien
mientras fue útil logró verse enrolada en el Estado Mayor del Ejército Auxiliar
del Perú como capitana, con sueldo, según se daba a los demás asistentes y
demás consideraciones debida a su empleo. Ya no es útil y ha quedado abandonada
sin subsistencia, sin salud, sin amparo y mendigando. La que representa ha
hecho toda la campaña del Alto Perú; ella tiene un derecho a la gratitud
argentina, y es ahora que lo reclama por su infelicidad.
El 24 de marzo de 1827 el ministro de Guerra de la
Nación, general Francisco Fernández de la Cruz, rechazó el pedido recomendando
dirigirse a la legislatura provincial ya que no estaba «en las facultades del
Gobierno el conceder gracia alguna que importe erogación al Erario».
En agosto de 1827, mientras Del Valle ―de 60 años―1
mendigaba en la plaza de la Recova, el general Juan José Viamonte ―entonces
diputado en la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires en
representación de los pagos de Ensenada, Quilmes y Magdalena― la reconoció.
Tras preguntarle el nombre, exclamó: «¡Usted es la Capitana, la que nos
acompañó al Alto Perú, es una heroína!». Del Valle le contó entonces cuántas
veces había golpeado a la puerta de su casa en busca de ayuda, pero que su
personal siempre la había espantado como pordiosera.
El general Juan José Viamonte.
Viamonte tomó debida nota y el 11 de octubre de ese
mismo año presentó ante la Junta un proyecto para otorgarle una pensión que
reconociera los servicios prestados a la patria. El 11 de octubre la Comisión
de Peticiones de la Junta de Representantes dijo haber «examinado la solicitud
de doña María Remedios del Valle por los importantes servicios rendidos a la
Patria, pues no tiene absolutamente de que subsistir» y recomendó adoptar la
decisión de que «Por ahora y desde esta fecha la suplicante gozará del sueldo
de capitán de Infantería, y devuélvase el expediente para que ocurriendo al
Poder Ejecutivo, tenga esta resolución su debido cumplimiento». Pero la
presidencia de la Junta decidió que tenían temas más importantes que atender,
por lo que el expediente quedó en comisión. Se luchaba aún en la guerra del
Brasil y Buenos Aires permanecía bloqueada por segundo año consecutivo por las
fuerzas navales del Imperio del Brasil.
El 9 de junio de 1828, Viamonte fue elegido
vicepresidente primero de la renovada legislatura y decidió insistir con su
propuesta. El proyecto recién se trataría en la sesión del 18 de julio de 1828.
Según el Diario de sesiones n.º 115 de la Junta de Representantes de la
Provincia de Buenos Aires, al abrirse el tratamiento, Marcelo Gamboa (diputado
por la ciudad) solicitó documentos que acreditaran el merecimiento de la
pensión, a lo que Viamonte respondió:
Yo
no hubiera tomado la palabra porque me cuesta mucho trabajo hablar, si no
hubiese visto que se echan de menos documentos y datos. Yo conocí a esta mujer
en el Alto Perú y la reconozco ahora aquí, cuando vive pidiendo limosna. Esta
mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al Ejército de la Patria desde
el año 1810. Es conocida desde el primer general hasta el último oficial en
todo el Ejército. Es bien digna de ser atendida: presenta su cuerpo lleno de
heridas de balas y lleno, además, de cicatrices de azotes recibidos de los
españoles. No se la debe dejar pedir limosna [...] Después de haber dicho esto,
creo que no habrá necesidad de más documentos.
Yo no conozco a esta infeliz mujer que está en un
estado de mendiguez y esto es una vergüenza para nosotros. Ella es una heroína,
y si no fuera por su condición, se habría hecho célebre en todo el mundo.
Sirvió a la Nación pero también a la provincia de Buenos Aires, empuñando el
fusil, y atendiendo y asistiendo a los soldados enfermos.
Pero el diputado por la ciudad Manuel Hermenegildo
Aguirre objetó entonces que aunque Del Valle hubiera rendido efectivamente esos
servicios a la Nación, la Junta representaba a la provincia de Buenos Aires, no
a la Nación, por lo que no correspondía acceder a lo solicitado. El diputado
por la ciudad Diego Alcorta insistió entonces en que hacía falta presentar
documentación respaldatoria con lo que el debate se tornó áspero. Ambos
argumentos inhabilitaban pensiones que recibían otros soldados de su categoría.
El representante por Pilar y Exaltación de la Cruz
Justo García Valdez refutó la objeción sobre las atribuciones, afirmando que el
gobierno de la Provincia solo conseguiría parecer cruel e insensible si dejaba
a la Nación la tarea de premiar tales servicios a la libertad.
Tomás de Anchorena.
Finalmente, en defensa del proyecto tomó entonces la
palabra Tomás de Anchorena quien afirmó:
Efectivamente, esta es una mujer singular. Yo me
hallaba de secretario del general Belgrano cuando esta mujer estaba en el
ejército, y no había acción en la que ella pudiera tomar parte que no la
tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más
valiente; era la admiración del general, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban
al ejército. Ella en medio de ese valor tenía una virtud a toda prueba y
presentaré un hecho que la manifiesta: el general Belgrano, creo que ha sido el
general más riguroso, no permitió que siguiese ninguna mujer al ejército; y
esta María Remedios del Valle era la única que tenía facultad para seguirlo.
[...] Ella era el paño de lágrimas, sin el menor interés de jefes y oficiales.
Yo los he oído a todos a voz pública, hacer elogios de esta mujer por esa
oficiosidad y caridad con que cuidaba a los hombres en la desgracia y miseria
en que quedaban después de una acción de guerra: sin piernas unos, y otros sin
brazos, sin tener auxilios ni recursos para remediar sus dolencias. De esta
clase era esta mujer. Si no me engaño el general Belgrano le dio el título de
capitán del ejército. No tengo presente si fue en el Tucumán o en Salta, que
después de esa sangrienta acción en que entre muertos y heridos quedaron 700
hombres sobre el campo, oí al mismo Belgrano ponderar la oficiosidad y el
esmero de esta mujer en asistir a todos los heridos que ella podía socorrer.
[...] Una mujer tan singular como ésta entre nosotros debe ser el objeto de la
admiración de cada ciudadano, y adonde quiera que vaya debía ser recibida en
brazos y auxiliada con preferencia a una general; porque véase cuánto se realza
el mérito de esta mujer en su misma clase respecto a otra superior, porque
precisamente esta misma calidad es la que más la recomienda.
Luego de un arduo debate se decidió otorgarle «el
sueldo correspondiente al grado de capitán de infantería, que se le abonará
desde el 15 de marzo de 1827 en que inició su solicitud ante el Gobierno». A
pedido del diputado por la ciudad Ceferino Lagos se votó crear una comisión que
«componga una biografía de esta mujer y se mande a imprimir y publicar en los
periódicos, que se haga un monumento y que la comisión presente el diseño de él
y el presupuesto».
Los diputados votaron el otorgamiento de una pensión
de 30 pesos, desde el mismo día que María Remedios del Valle la había pedido
(sin pagarle retroactivos por todos los meses en que no había cobrado nada).
Para tener una idea de la escasa generosidad para con una heroína
revolucionaria, vale precisar que una lavandera ganaba 20 pesos al mes,
mientras que el gobernador cobraba 666 pesos. La libra de aceite rondaba 1,45
pesos, la libra de carne 2 pesos y la libra de yerba 0,70 pesos. A María
Remedios le otorgaron 1 peso al día.1
El 28 de julio de 1828 el expediente fue pasado a la
Contaduría General y el 21 de noviembre de 1829, Del Valle fue ascendida a
sargenta mayor de caballería. El 29 de enero de 1830 fue incluida en la Plana
Mayor del Cuerpo de Inválidos con el sueldo íntegro de su clase. Entre enero y
abril de 1832 y entre el 16 de abril de 1833 y el 16 de abril de 1835, figuró
en listas con sueldo doble.
El 16 de abril de 1835 fue destinada por decreto de
Juan Manuel de Rosas (que el 7 de marzo de 1835 había asumido su segundo
mandato como gobernador de Buenos Aires) a la plana mayor activa con su
jerarquía de sargento mayor. Le aumentó su pensión de 30 pesos en más del 600
%. En la lista de pensiones de noviembre de 1836 María Remedios del Valle
figura con el nombre de Remedios Rosas (quizá por gratitud hacia el gobernador
que la sacó de la miseria). En la lista del 28 de octubre de 1847 aparece su
último recibo, de una pensión de 216 pesos.
En la lista del 8 de noviembre de 1847, una nota
indica que «el mayor de caballería Dña. Remedios Rosas falleció».5 6
Homenajes
Por iniciativa de Octavio Sergio Pico ―presidente del
Consejo Nacional de Educación durante el gobierno de Agustín Pedro Justo―, una
calle de la ciudad de Buenos Aires lleva su nombre. También una escuela de
Buenos Aires lleva el nombre «Capitana María Remedios del Valle» en su honor.
El 26 de mayo de 2010, en la sesión de la Cámara de
Diputados de homenaje al Bicentenario de Argentina, las diputadas Cecilia
Merchán y Victoria Donda presentaron un proyecto de ley para construir un
monumento en honor a Del Valle.
Referencias
Ottaviano,
Cynthia (2011): «María Remedios del Valle, la Madre de la Patria», artículo del
30 de agosto de 2011 en el sitio web 200 Argentinos. Basado en datos del
Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires «Doctor Ricardo Levene»,
dependiente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.
Para tener una idea de la escasa generosidad [de los
diputados] para con una heroína revolucionaria, vale precisar que una lavandera
ganaba 20 pesos al mes, mientras que el gobernador cobraba 666 pesos. La libra
de aceite rondaba 1,45 pesos, la libra de carne 2 pesos y la libra de yerba
0,70 pesos. A María Remedios le otorgaron 1 peso al día.
Según Cynthia
Ottaviano, en agosto de 1827, cuando fue descubierta por Juan José Viamonte,
María Remedios del Valle tenía 60 años.
El 28 de
octubre de 1847 cobró su último recibo de pensión, y once días después (el 8 de
noviembre de 1847) se dio noticia de su fallecimiento, sin indicar cuándo había
sucedido.
Según Pacho
O´Donnell combatió junto con su madre ―conocida como Tía María― y su hermana.
«María Remedios
del Valle Rosas», artículo en el sitio web Revisionistas (Buenos Aires).
«Las mujeres y
sus luchas en la Historia argentina», artículo publicado en el sitio web del
Ministerio de Defensa de la República Argentina (Buenos Aires).
Bibliografía
Yaben, Jacinto R.: Biografías argentinas y
sudamericanas, 1938.
Cutolo, Vicente Osvaldo: Nuevo diccionario biográfico
argentino (1750-1930). Buenos Aires: Elche, 1968.
Sosa de Newton, Lily: Diccionario biográfico de
mujeres argentinas. Buenos Aires, 1972.
Registro oficial del Gobierno de Buenos Aires. Buenos
Aires: Imprenta de la Independencia, 1827 y 1828.
Mizraje, María Gabriela: Argentinas de Rosas a Perón.
Buenos Aires: Biblos, 1999. ISBN 9507862234, 9789507862236.
Pistone, J. Catalina: «La sargento mayor María
Remedios del Valle», en la Gaceta Literaria de Santa Fe. n.º 100, 1998.