se les aplica el rigor del
Estado, a los delincuentes se los mima
Ariel Corbat
La Prensa, 06.04.2020
Quiero expresar mi orgullo
por escribir en La Prensa, el diario que mejor tituló al bochorno del 3 de
Abril de 2020: “El día de la infamia”. Así hay que marcarlo en el almanaque y
evitar que sea olvido.
Sometida por el régimen
kirchnerista a la desmemoria colectiva para el
adoctrinamiento totalitario, la Argentina dañada en sus instituciones,
degradada en su cultura y con miseria intelectual, sufre de amnesia programada.
La casta política se esforzaba ya en olvidar la infamia cuando aún no habían
vuelto a sus casas la totalidad de los que, a instancias de la ineptitud
gubernamental, rompieron la cuarentena agolpándose frente a los bancos de todo
el país.
El “gobierno de científicos” nunca pensó la
cuarentena, se lanzó a ella feliz de cubrir su ineptitud en las demás
cuestiones y esa misma ineptitud lo terminó alcanzando en el estallido de la
cuarentena. Un estallido que, por destruir la distancia social de prevención,
en nada se parece a la desobediencia civil responsable que practico y promuevo
frente a la irracionalidad del gobierno.
Con la AFI intervenida
Alberto de Fernández ha
confesado su ineptitud diciendo: "Nadie preveía que iban a aparecer todos
esos jubilados". Lo cual nos lleva a recordar que una de sus primeras
medidas fue intervenir la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), nombrando
interventora a Cristina Caamaño, quien no tuvo la eficiencia que requiere el
cargo para regalarle un Parte de Inteligencia al Presidente (el día de su
cumpleaños) anticipándole el desastre inminente. Y esa parálisis quizá se
explique por otra frase presidencial: "Los fondos de Inteligencia están
destinados al coronavirus". Con este "comandante" a la bartola,
sin Inteligencia, en la “Guerra contra el coronavirus” el Día de la Infamia se
repetirá de continuo.
En mi opinión, Alberto
Fernández debe renunciar porque su manejo de la crisis es desastroso; muy
especialmente, a tenor del objeto de esta columna, en materia de Seguridad
Interior. En toda crisis hay ganadores y perdedores. En Argentina las
decisiones gubernamentales frente a la pandemia han hecho ganadores a los
delincuentes. Si hay un sector beneficiado con la excusa del Covid-19 es el
crimen, especialmente el organizado.
Aquí se gobierna de modo tal
que a quien produce se le cargan todos los sacrificios, a los honrados se les
aplica el rigor del Estado sin contemplaciones y a los delincuentes se los mima
cuidadosamente. Así la peste comunista tiene como efecto paradojal que,
mientras se imponen severas restricciones a las libertades de la población en
general, los presos obtienen beneficios inéditos. La provisión de celulares a
los reos permite a la delincuencia incrementar su capacidad logística en forma
exponencial, con lo cual vemos un cuadro de estructuras carcelarias con mucho
del Siglo XIX pero albergando presos del Siglo XXI, lo que representa
intramuros un peligro directo para el personal penitenciario y extramuros un
riesgo enorme para el conjunto de la sociedad.
Píparo hostigada
Una de las primeras víctimas
de esa medida resultó Carolina Píparo, hostigada desde la cárcel, vía redes
sociales, por el criminal que le descerrajó el disparo que mató a su hijo
estando embarazada. Si el Estado no puede controlar a los delincuentes en las
cárceles, menos podrá dominarlos en las calles. Al respecto sería interesante
que en el Ministerio de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic junto a Iván Poczynok, Director Nacional de
Inteligencia Criminal, convoquen a Carolina Píparo y le expliquen cómo va a
evolucionar el grosero error de haber facilitado teléfonos celulares a los
presos, algo que, más allá de la jurisdicción bonaerense, afectará la seguridad
en todo el territorio nacional y por mucho tiempo.
Y en la cruda realidad que
describo, justamente por ella, es imprescindible para no bajar los brazos saber
que contra toda ineptitud igual llegará ‘El día después‘.