“La pandemia de coronavirus
alterará el orden mundial para siempre”
El
ex secretario de Estado norteamericano publicó una columna de opinión en The
Wall Street Journal sobre la crisis mundial por el brote. “Los Estados Unidos
deben proteger a sus ciudadanos y, con urgencia, trabajar en la planificación
de una nueva época”, afirmó
Infobae, 5 de abril de 2020
“La atmósfera surrealista que ofrece la
pandemia de la COVID-19 me recuerda a cómo me sentí cuando era joven en la 84a
División de Infantería durante la Batalla de las Ardenas. Ahora, como a fines
de 1944, existe una sensación de peligro incipiente, dirigido a ninguna persona
en particular y que golpea al azar y devastadoramente”, escribió Henry
Kissinger en su columna publicada el 3 de abril en The Wall Street Journal. Sin
embargo, advirtió, hay una diferencia importante entre ese tiempo lejano y el
nuestro: “La resistencia estadounidense fue entonces fortificada por un
propósito nacional. Ahora, en un país dividido, es necesario un Gobierno
eficiente y con visión de futuro para superar los obstáculos sin precedentes en
magnitud y alcance global. Mantener la confianza pública es crucial para la
solidaridad social, para la relación de las sociedades entre sí y para la paz y
la estabilidad internacionales”.
Para el ex secretario de
Estado norteamericano las naciones son coherentes y prosperan con la creencia
de que sus instituciones pueden prever calamidades, detener su impacto y
restaurar la estabilidad. “Cuando termine la pandemia de COVID-19, se percibirá
que las instituciones de muchos países han fallado”, pronosticó. “La realidad
es que el mundo nunca será el mismo después del coronavirus. Discutir ahora
sobre el pasado solo hace que sea más difícil hacer lo que hay que hacer”,
agregó.
El número de personas
contagiadas por el coronavirus en Estados Unidos superó este sábado los
300.000, con más de 8.000 muertos en todo el país, según los últimos datos de
la Universidad de Johns Hopkin. Además, el número de muertos en el estado de
Nueva York, epicentro de la pandemia de coronavirus en Estados Unidos, trepó a
3.565 este sábado, tras registrarse un récord de 630 decesos en las últimas 24
horas, informó el gobernador Andrew Cuomo.
“La administración de los
Estados Unidos ha hecho un trabajo sólido para evitar una catástrofe inmediata.
La prueba final será si la propagación del virus puede ser detenida y luego
revertida de una manera y en una escala que mantenga la confianza del público
en la capacidad de los estadounidenses para gobernarse a sí mismos. El esfuerzo
de crisis, por extenso y necesario que sea, no debe desplazar la urgente tarea
de lanzar una empresa paralela para la transición al orden posterior al
coronavirus”, aseguró.
Sin embargo, advirtió que la
agitación política y económica que ha desatado podría durar por generaciones.
“Ningún país, ni siquiera Estados Unidos, puede en un esfuerzo puramente
nacional superar el virus. Abordar las necesidades del momento debe, en última
instancia, combinarse con visión y programas de colaboración global. Si no
podemos hacer ambas cosas a la vez, enfrentaremos lo peor de cada una”.
Extrayendo lecciones del
desarrollo del Plan Marshall y el Proyecto Manhattan, afirma Kissinger, Estados
Unidos está obligado a realizar un gran esfuerzo en tres dominios. Primero,
apuntalar la resiliencia global a las enfermedades infecciosas. “Los triunfos
de la ciencia médica, como la vacuna contra la poliomielitis y la erradicación
de la viruela, o la emergente maravilla estadística-técnica del diagnóstico
médico a través de la inteligencia artificial, nos han llevado a una complacencia
peligrosa. Necesitamos desarrollar nuevas técnicas y tecnologías para el
control de infecciones y programas de vacunación a escala de grandes
poblaciones”.
En segundo lugar, apunta a
que hay que esforzarse por sanar las heridas de la economía mundial. “Los
líderes mundiales han aprendido importantes lecciones de la crisis financiera
de 2008. La actual crisis económica es más compleja: la contracción desatada
por el coronavirus es, en su velocidad y escala global, diferente a todo lo que
se haya conocido en la historia. Y las medidas necesarias de salud pública,
como el distanciamiento social y el cierre de escuelas y negocios, están
contribuyendo al dolor económico. Los programas también deberían tratar de
mejorar los efectos del caos inminente en las poblaciones más vulnerables del
mundo”.
Tercero, finaliza, deben
salvaguardarse los principios del orden mundial liberal. “La leyenda fundadora
del Gobierno moderno es una ciudad amurallada protegida por poderosos
gobernantes, a veces despóticos, otras veces benevolentes, pero siempre lo
suficientemente fuertes como para proteger a las personas de un enemigo
externo. Los pensadores de la Ilustración reformularon este concepto,
argumentando que el propósito del Estado legítimo es satisfacer las necesidades
fundamentales de las personas: seguridad, orden, bienestar económico y
justicia. Las personas no pueden asegurarse esos beneficios por sí mismas. La
pandemia ha provocado un anacronismo, un renacimiento de la ciudad amurallada
en una época en que la prosperidad depende del comercio mundial y el movimiento
de personas”.
Las democracias del mundo necesitan defender y sostener los
valores de la Ilustración. Un retiro global del equilibrio del poder con
legitimidad hará que el contrato social se desintegre tanto a nivel nacional
como internacional. Sin embargo, esta cuestión milenaria de legitimidad y poder
no puede resolverse en simultáneo con el esfuerzo por superar la pandemia.
Todas las partes deben hacer un ejercicio de contención, tanto en la política nacional
como en la diplomacia internacional. Se deben establecer prioridades.
“El desafío para los líderes
es manejar la crisis mientras se construye el futuro. El fracaso podría
incendiar el mundo”, advirtió.
Traducción: Gustavo Jalife